Al llegar el verano, automáticamente pensamos en zumos naturales. Exprimidos o licuados, los zumos son una opción refrescante que se asocian con la idea de “bebida saludable” y una sana alternativa a los refrescos. Lo cierto es que no son tan recomendables como aparentan. Suponen la ingesta de grandes cantidades de azúcar.
Un zumo de fruta natural exprimida o licuada contiene, en muchos casos, más azúcar que la misma cantidad de un refresco. De ahí que los nutricionistas recomienden consumirlos con moderación. Estos jugos de fruta no pueden compararse con los refrescos azucarados, porque contienen “azúcares naturales”.
La razón principal por la que los refrescos azucarados son dañinos para la salud es su alto contenido de azúcar. Una lata de Coca-Cola de 330 ml contiene 30 gramos de azúcar refinada, el equivalente a cinco sobres de azúcar. La misma cantidad de zumo de naranja recién exprimido contiene unos 27 gramos.
El consumo de azúcar en España
En el estudio Anibes, patrocinado por la propia compañía Coca-Cola, los refrescos azucarados son la principal fuente de azúcar añadido en España, especialmente entre adolescentes, y aportan el 25% del azúcar.
Sobre la ingesta, el estudio científico Anibes recomienda que, tanto para los adultos como para los niños, el consumo de azúcares añadidos se debería reducir a menos del 10% de la ingesta calórica total. Según datos del Ministerio de Consumo, cada español consume entre 80 y 95 gramos de azúcar total al día. Esto equivale a 3 latas de Coca-Cola diarias.
El azúcar de los refrescos es perjudicial; sin embargo, sustituir esa lata de Coca-Cola por un vaso de zumo recién exprimido no cambia casi nada. El azúcar que se emplea en los refrescos en España proviene de la remolacha, que es casi sacarosa pura. La sacarosa entra en nuestro tubo digestivo y se divide inmediatamente en 50% de glucosa y 50% de fructosa.
El azúcar de las naranjas se compone de 30% de glucosa, 30% de fructosa y 40% de sacarosa, que se convierte inmediatamente en glucosa y fructosa en el tubo digestivo. Es decir, químicamente el resultado final, gramo por gramo, son proporciones idénticas de glucosa y fructosa tanto en el zumo como en los refrescos. Cuando una molécula de glucosa o de fructosa entra en nuestra sangre, el organismo no discrimina si proviene de una remolacha o de una naranja.
Un zumo nunca equivale a una fruta entera
El problema de los refrescos y zumos es el azúcar que contienen. La fruta fresca entera es muy diferente, contiene mucha más fibra, que es saciante y actúa como un mecanismo natural que nos impide consumir demasiada.
Los jugos suponen un aporte de vitaminas C y A o carotenos y también son fuente de antioxidantes como el betacaroteno y de minerales como el potasio o el hierro.
El consumo de una naranja u otros cítricos tiene un alto contenido de flavonoides, que son poderosos antioxidantes, lo que se asocia con un menor riesgo de sufrir infartos. Pero estos efectos de comer la fruta entera desaparecen cuando se convierte en zumo.
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