Por Miguel Ángel Artola
14/01/2016
No es un fenómeno nuevo ya que el de Pompeii tiene mucho que ver con otros analizados en estas páginas, como el de Hawkers y sus gafas de sol. Jóvenes emprendedores que no tienen que adaptarse al lenguaje de los llamados milenials. Ellos también son nativos digitales para los que vender y comprar en internet es algo tan común como levantarse cada mañana de la cama.
Jaime Garrastazu, Cosme Bergareche y Jorge y Nacho Vidri no tenían ni la más remota idea del mercado de las zapatillas en mayo de 2014, cuando decidieron huir de la monotonía de sus carreras universitarias para lanzar su propio proyecto empresarial. Se financiaron gracias a pequeñas aportaciones de amigos y familiares y produjeron un total de 349 zapatillas, todas numeradas, en una fábrica de Elche. Las vendieron tan rápido y generaron tanta aceptación que el “juego” solo acababa de empezar.
Cerrarán 2016 con una facturación muy superior al millón de euros -en septiembre ya anunciaron haber logrado este objetivo- y 96.300 seguidores internacionales que, además de ser clientes, son auténticos fans de la marca. ¿El secreto de su éxito? Diseños bonitos y originales, confeccionados en lona en la época estival y serraje en invierno, que juegan con la combinación de colores en contraste con la suela.
El equipo de Pompeii es muy reducido para el volumen de negocio que soporta. Solo 20 personas controlan en su totalidad la cadena de valor del producto, desde su diseño a la fabricación y venta por medio de un único canal, su página web.
Sus retos cara al futuro no son pocos. Consolidarse en los mercados en los que ya han logrado ser una tendencia en el mundo de la moda y proseguir su expansión internacional en países como Alemania, Portugal, Italia, Francia, Bélgica, Portugal y UK.
El precio del par de zapatillas se sitúa entre los 50 y los 55 euros, una cantidad ajustada para la calidad y originalidad del producto. Precisamente uno de sus éxitos ha sido, sin duda, lograr que los clientes tengan la sensación de que compran un producto exclusivo. Como muestra, la jornada del 8 de noviembre, día en el que pusieron a la venta las únicas 300 zapatillas fabricadas de las gamas Khaki Coral, Emereald y Black Sky. En dos horas casi las habían agotado y la web se colapsó. El único canal para promocionar la iniciativa comercial fue Instagram.
Y en estas fechas prenavideñas, Pompeii volvía a sorprender ofreciendo a su clientela un juego para celebrar el Black Friday. Comprar zapatillas al 40% de descuento pero sin saber el modelo que se adquiría. El enigma solo se descubrió cuando las Pompeii llegaron a nuestra puerta.
Desde cero
Si Pompeya resurgió de sus cenizas, ellos también podrían crear una marca desde cero y lograr que fuera un éxito. Un planteamiento inicial que los fundadores de Pompeii entonaron como un mantra para seguir adelante con su idea dejando sus respectivas carreras profesionales –ante el disgusto de sus padres– para adentrarse en una aventura empresarial no exenta de riesgo, como todas al inicio. Pero como ellos mismos dicen, la historia de Pompeii es la de personas trabajadoras. Los empleados se reúnen todos los días para analizar conjuntamente la marcha de la compañía y compartir “valores y objetivos”. Y es que el éxito no sale de la nada, hay que currárselo.