El caucho alguna vez fue un importante motor económico de la Amazonía. Su primer boom se produjo a principios del siglo XX. Miles de personas migraron tierra adentro desde el empobrecido noreste de Brasil para trabajar en la selva, a menudo en condiciones similares a la esclavitud. Desde entonces esa actividad ha transitado por grandes altibajos, con los consecuentes coletazos a sus pobladores. La marca francesa Veja, produce zapatillas ecológicas a partir del caucho extraído de manera sostenible en la Amazonía. La actividad económica se reactivó.
Veja está trabajando con una cooperativa local llamada Cooperacre, que ha revitalizado la producción de un producto forestal sostenible. Al mismo tiempo ha mejorado la vida de cientos de familias de siringueros, como se conoce a los trabajadores que extraen caucho. Es un proyecto que, aunque de escala modesta, ofrece un ejemplo de la vida real de cómo es posible vivir de forma sostenible en la selva. Sin incurrir en la deforestación de la Amazonía.
“Veja y Cooperacre están haciendo un trabajo fundamental para los que vivimos en la selva. Están haciendo que los jóvenes regresen. Han reavivado la esperanza de trabajar con el caucho”, señaló a The Associated Press Rogério Barros. Mientras mostraba cómo sacar caucho de un árbol en la propiedad de la familia, en la Reserva Extractiva Chico Mendes.
Veja fue creada en 2004 por dos franceses tras un viaje de un año dedicado al desarrollo sostenible. Después de 15 años de historia, abrió su primera tienda, en pleno centro de París. Distribuyen sus zapatillas en boutiques de Bordeaux, Berlín y New York, o en sus muchos minoristas alrededor del mundo.
El caucho en la Amazonía, un poco de historia
Ese auge del caucho en la Amazonía terminó abruptamente en la década de 1910. Cuando las plantaciones de caucho en Asia comenzaron a producir a gran escala. Pero durante la Segunda Guerra Mundial, Japón cortó el suministro, lo que llevó a Estados Unidos a financiar el reinicio de la producción de caucho en la Amazonía.
Después de la guerra, el comercio de látex de la zona volvió a caer. Incluso mientras miles de familias continuaban trabajando en malas condiciones para los patrones del sector. En la década de 1970, estas personas relativamente ricas comenzaron a vender tierras a ganaderos del sur. Aunque, en la mayoría de los casos, en realidad no eran propietarios, sino que sólo tenían concesiones porque estaban bien conectados con funcionarios del gobierno.
Estas ventas de tierras provocaron la expulsión a gran escala de los caucheros de la selva. Esa pérdida de medios de vida y la deforestación para dar paso a la ganadería es lo que impulsó al famoso ambientalista Chico Mendes —junto a un primo de Barros— a fundar y liderar un movimiento de caucheros. Mendes fue asesinado por su activismo en 1988.
Después del asesinato de Mendes, el gobierno federal comenzó a crear reservas extractivas y evitar que la selva se vendiera para dar paso al ganado. La reserva Chico Mendes es una de ellas, pero la historia no terminó con la creación de las reservas. Los intentos del gobierno de promover el látex, incluida una fábrica de condones de propiedad estatal en Xapuri, no lograron generar un ingreso confiable.
Producción ecológica, ¿pago suficiente?
Lo que distingue a la operación de Veja es que a los siringueros, en la Amazonía, ahora se les paga muy por encima del precio de las materias primas por su caucho. En 2022, la familia Barros recibió 4,20 dólares por kilo extraído de su finca. Antes, ganaban una décima parte de esa cantidad.
Este precio que paga la empresa de calzado a los recolectores incluye bonos por cosechas sostenibles. Más el reconocimiento del valor de preservar la selva, explicó Sebastião Pereira, quien está a cargo de la cadena de suministro de caucho amazónico de Veja. Los caucheros también reciben prestaciones federales y estatales por kilo.
Veja también paga bonificaciones a los siringueros que emplean las mejores prácticas y a las cooperativas locales que les compran directamente. Los criterios van desde la deforestación cero hasta el manejo adecuado de los árboles de caucho. Los mejores productores también reciben un par de zapatos como premio, reseñó The Associated Press.
Unas 1.200 familias de 22 cooperativas locales repartidas en cinco estados amazónicos producen el caucho de Veja: Acre, sede de la Reserva Extractiva Chico Mendes, Amazonas, Rondonia, Mato Grosso y Pará.
Todo el caucho va a la planta de Cooperacre en Sena Madureira, en el estado de Acre. Allí, la materia prima es cortada, lavada, triturada en pedazos más pequeños, calentada, pesada, empaquetada. Y finalmente enviada a las fábricas que Veja contrata en el estado industrializado de Rio Grande do Sul, miles de kilómetros al sur. Así como al estado de Ceara, en el noreste de Brasil.
Crecimiento descomunal
Desde allí las zapatillas o zapatos deportivos se distribuyen a muchas partes del mundo. Durante los últimos 20 años, Veja ha vendido más de 8 millones de pares en varios países y mantiene tiendas en ciudades de Francia, Alemania y EE UU. La cantidad de caucho de la Amazonía que compra se ha disparado: de 5.000 kilos en 2005 a 709.500 kilos en 2021, según cifras de la empresa.
Sin embargo, no han cambiado las reglas del juego para la selva en la Reserva Extractiva Chico Mendes, donde viven casi 3.000 familias. Ha repuntado el avance ilegal de la ganadería, un problema añejo.
La deforestación en la zona se ha triplicado en los últimos cuatro años, en medio de las políticas del expresidente Jair Bolsonaro, quien fue derrotado en su intento por ganar la reelección.