Nuestro planeta se enfrenta a una creciente emergencia climática que también ha provocado ‘El planeta en llamas’. Con este nombre, el informe de incendios de WWF analiza este año cómo el cambio climático está generando unos incendios muy peligrosos e incontrolables. La organización alerta de que los terribles incendios de 2019, como los del Círculo Polar Ártico o Australia, son una imagen del futuro y representan la «nueva normalidad» en muchas zonas del planeta. La solución global es actuar contra el cambio climático. En España y Portugal es urgente una ambiciosa política de prevención.
WWF alerta de que, al igual que el cambio climático es una amenaza global, el nuevo patrón de los incendios forestales también lo es, y ya hay que hablar de ‘El planeta en llamas’. Los incendios forestales y el cambio climático son dos caras de la misma moneda. Las emisiones debidas a los incendios en 2019 supusieron un repunte a nivel global y se liberaron 7.800 millones de toneladas de CO2, el equivalente a unas 25 veces las emisiones totales de España en un año.
El informe ‘El planeta en llamas’ de WWF, lanzado de forma simultánea en España y Portugal, analiza este ‘año en llamas’ porque 2019 se ha caracterizado por una actividad incendiaria excepcional en términos de severidad y emisiones. La combinación de olas de calor prolongadas, sequías acumuladas y baja humedad unida a una vegetación muy seca y bosques sin gestión está generando incendios mucho más rápidos y de una virulencia nunca vista. Además, los períodos de riesgo se han alargado. Este es el caso de los incendios de Australia, con auténticas tormentas de fuego de más de 1.000ºC que acabaron con la vida de decenas de personas y de más de 1.200 millones de animales. Los incendios de la Amazonia o Indonesia tienen un claro trasfondo socioeconómico, el de la deforestación. El cambio de usos del suelo es el origen de estos incendios, principalmente debido al insostenible sistema alimentario predominante, causante del 75% de la deforestación mundial.
Mención aparte merecen los incendios del Círculo Polar Ártico, donde se acaba de registrar récord de temperaturas con 38ºC, porque no hay precedentes en la historia por su intensidad, duración y latitud. En total, ardieron 5,5 millones de hectáreas que emitieron 182 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera. El Ártico se está calentando dos veces más rápido que el resto del planeta y, como consecuencia, se están generando incendios de alta intensidad. WWF ha reflejado este mapa del fuego en una herramienta online que permite visualizar todos estos superincendios de 2019.
En España se constata que hay menos incendios, con una reducción del 36% entre 2010 y 2019 respecto a la década anterior, y menos superficie quemada. Sin embargo, aumenta la proporción de los grandes incendios forestales (GIF) respecto al total de siniestros, en los que arde el 40% de la superficie total afectada. Además, ha aumentado el riesgo de sufrir oleadas de incendios extremadamente impactantes, muy peligrosos para la población e imposibles de apagar. En 2017 este tipo de incendio vinculado al cambio climático dejó 107 víctimas mortales en Portugal y 4 en Galicia.
En Portugal la situación es aún más grave y es el país europeo más castigado por los incendios forestales, con un promedio anual de unos 17.000 incendios, un 35% más que en España.
El análisis de WWF destaca también la relación directa entre los incendios, la deforestación y las pandemias, porque la destrucción de los bosques, en especial los tropicales como la Amazonia, Indonesia o el Congo, posibilita que los seres humanos entren en contacto con poblaciones de fauna silvestre portadoras de patógenos. En este sentido, Naciones Unidas y WWF coinciden en el concepto One Health porque unos bosques bien conservados se convierten en la mejor vacuna contra zoonosis como el coronavirus.
Lourdes Hernández, experta en gestión de incendios en WWF España, asegura que: «Las políticas contra las llamas tienen que centrarse en una prevención integral, porque los incendios del futuro dependen de las medidas de prevención que apliquemos a partir de ahora. Es un error seguir confiando en las políticas de extinción para apagar fuegos ya que han demostrado ser ineficaces frente a los eventos extremos».
Y añade: «En España urge la puesta en marcha de las ya aprobadas ‘Orientaciones estratégicas para la gestión de incendios forestales‘ por parte del Gobierno central y las comunidades autónomas. Tenemos una oportunidad única para utilizar fondos de la reconstrucción económica y generar empleo en la gestión y adaptación al cambio climático de nuestra olvidadas masas forestales. Y así reducir la siniestralidad, promover y poner en valor paisajes más resistentes al fuego y mejor adaptados al cambio climático y minimizar el riesgo en las zonas de interfaz. A escala planetaria, urge luchar contra el cambio climático global y poner freno a la deforestación y degradación de los bosques en los trópicos», concluye Hernández.
Algunos datos de «El Planeta en llamas»
- Europa: Todo Europa se está ‘mediterranizando’ y los grandes incendios forestales (GIF) han dejado de ser la excepcionalidad para empezar a ser la norma.
- Amazonia: Algo más del 18% de la selva amazónica original ha sido destruida.
- Indonesia: El 99% de los fuegos tiene origen humano y están vinculados a procesos de deforestación y cambios de uso del suelo para aceite de palma, papel y pasta de celulosa.
- África central: La agencia espacial EEUU lo define como un ‘continente en llamas’ porque concentra el 70% de los focos de incendio del mundo.
- California: Una pesadilla. El año 2019 se declaró el estado de emergencia por la evacuación de más de 200.000 personas y se devastaron cerca de 100.000 hectáreas.
- Chile: Las tormentas de fuego devoraron 86.000 ha en 2017.
- Australia: Durante cuatro meses ardieron de manera extrema más de 12 millones de hectáreas, con un gran número de fallecidos y tremendos daños ambientales. En uno de los años más cálidos que se recuerda en el país, por primera vez no ardieron pastizales, sino bosques húmedos templados no acostumbrados al fuego, que llegó a alcanzar temperaturas de 1.000ºC.
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