Por Alicia G. Arribas | Efe
27/01/2016
Will Smith, el hombre de negro que fue leyenda y robot para el cine, querría tener el valor y los superpoderes que le dieron el estudio y el tesón al doctor Benet Omalu, el personaje que interpreta en su última película, La verdad duele y que le hicieron luchar por la verdad contra viento y marea.
«Todos queremos ser un poco así, todos anhelamos ser inteligentes como él, tener ese coraje, ese valor que a mi me demuestra que los supermán de carne y hueso existen», explica el actor en una entrevista con Efe para apoyar el estreno de la película, el próximo 12 de febrero.
La verdad duele es, en realidad, la historia de este hombre, un doctor nigeriano de currículum impresionante, que gracias a sus conocimientos y su perseverancia demostró los daños cerebrales que causaban años de golpes en la cabeza a los jugadores de fútbol americano.
Una lucha titánica, explica Smith, porque «estaba plantando cara a una de las corporaciones más poderosas del mundo y lo hizo consciente de las consecuencias y del precio que tendría que pagar por ello».
Y esa es, en opinión del actor estadounidense, la importancia de esta película, como lo fueron en su momento El dilema o Erin Brockovich, el desafío de un hombre «profundamente religioso y espiritual que cree en el poder de la verdad y que está dispuesto a contarla. Eso -añade Smith- es y debería ser una inspiración».
«Yo lo conocí personalmente, trabajé con él y pasé tiempo con su familia y vi en él esas cualidades poderosas; yo no sé qué habría hecho en su lugar, si habría tenido esa fortaleza», admite.
Esas horas pasadas con el verdadero Omalu ayudaron a Smith a transformarse en este doctor nigeriano, tanto en su forma de hablar, como de moverse, un trabajo que no se ha visto reconocido por una nominación a los premios Óscar, si bien esto sucede un año en el que ningún representante negro aparece en las quinielas de Hollywood.
«Hollywood es mi familia y para mí la familia es lo más importante que hay. Pero tenemos un problema», ha dicho Smith, quien, junto a su mujer, Jada, y otros miembros de la comunidad negra de Hollywood han anunciado su ausencia en la gala.
«No voy contra ellos (…) pero tenemos un problema, y hay que resolverlo internamente. No me siento dolido, no en lo personal, ni porque piense que me han quitado algo que me merecía. Para mí va mucho más allá. No podemos dejar que esta diversidad y esta belleza de lo diferente que es América, se nos escape, y Hollywood tiene la responsabilidad de reflejarlo y de ser líder en la creación de contenidos diversos».
El actor de casi 1,90 metros, visita este miércoles Madrid y el jueves estará en Londres para hablar de La verdad duele, una cinta que sí muestra esa diversidad de la que habla, pero por encima de todo, apunta Smith, loa a un hombre íntegro.
«Para mi es muy importante trasladar esto a mis hijos: tienes que ser auténtico, sobre todo contigo mismo, y normalmente el mundo no va a querer que lo seas, y a veces te castigará por ser quien eres».
Eso, reconoce, «lo recalco mucho en casa, les digo a mi familia que no tienen que pedir disculpas y que se sientan cómodos con ellos mismos, pero que sepan también que tienen que estar dispuestos a cargar con las consecuencias».
Lejos de pensar que ha llegado al techo en su carrera (pocos actores pueden presumir de haber hecho más de treinta largometrajes, la mitad de ellos, bombazos de taquilla, y una serie de televisión, El príncipe de Bel Air, que fue vista en todo el mundo) Will Smith cree que aún está empezando.
«Esto no ha hecho más que empezar, esto es el calentamiento previo. Mira, personajes como este Omalu te hacen crecer mucho como actor y como persona. Te hace ver un mundo diferente y hermoso en mi interior. Voy a intentar pintar ese interior y morir en el intento», afirma con una enorme y sincera sonrisa.