Más hallazgos apuntan a que el origen del coronavirus SARS-CoV-2 se encuentra en los murciélagos y no en un laboratorio. Se descubrió al pariente más cercano del virus de la COVID-19: un coronavirus en murciélagos denominado RmYN02.
El hallazgo es resultado de un estudio del Instituto de Biología de Patógenos de la Primera Universidad Médica de Shandong en China. Weifeng Shi, director del instituto y autor principal del trabajo, calificó de sugerencias infundadas los señalamientos de que el virus se originó en un laboratorio.
El estudio demuestra que la inserción de múltiples aminoácidos en el sitio de unión de las subunidades S1 y S2 de la proteína espiga (S), «ocurren naturalmente en la vida silvestre».
La proteína espiga
Mucho se ha especulado sobre el origen del virus SARS-CoV-2 en un laboratorio de Wuhan. La teoría de que el virus es un virus fabricado se basa en que las inserciones de aminoácidos en la unión de las subunidades S1 y S2 de la proteína espiga eran inusuales, lo que sugería que podía ser un virus fabricado en un laboratorio.
La investigación descarta que el virus SARS-CoV-2 se haya generado en un laboratorio genético. El nuevo coronavirus en murciélagos tiene las mismas inserciones de aminoácidos de las subunidades S1 y S2 de la proteína espiga. El SARS-CoV-2 no fue creado en un laboratorio, pero sus orígenes naturales aún no están claros.
Entre mayo y octubre de 2019, antes de que explotara la pandemia, la investigación recolectó un total de 302 muestras de 227 murciélagos de 20 especies distintas procedentes de la provincia de Yunnan en el sur de China. Las muestras se evaluaron a través de un análisis metagenómico, que implica la obtención de toda la secuencia genética de todos los microorganismos encontrados en las muestras.
Coronavirus RmYN02 en murciélagos
El análisis metagenómico encontró que el nuevo coronavirus de murciélagos RmYN02 comparte 93,3% de identidad de nucleótidos con el coronavirus SARS-CoV-2 en la escala del genoma completo del virus. Más un 97,2% de identidad en el gen 1ab, en el que es el pariente más cercano del SARS-CoV-2 hasta la fecha.
Los hallazgos también destacan que el RmYN02 muestra un identidad baja con el SARS-CoV-2 en el dominio de unión del receptor. Es decir, que el nuevo coronavirus en murciélagos podría no unirse a la enzima convertidora de angitensina 2, que se ha tomado como el receptor al que se acopla el SARS-CoV-2 para infectar a los tejidos humanos.
Shi asegura que los murciélagos se han convertido en un importante objeto de estudio como especies reservorio de enfermedades infecciosas. Interés impulsado desde 2005, cuando se descubrió que los murciélagos eran el reservorio del coronavirus que provocó el brote de SARS en 2003.
La investigación también confirmó que el huésped del nuevo coronavirus de murciélagos RmYN02 es el Rhinolophus malayanus, un murciélago ampliamente distribuido en el suroeste de China y en el sudeste asiático. Los Rhinolophus no migran grandes distancias y son gregarios. Dadas las características se presume que podrían vivir siempre en la misma cueva, situación que facilitaría el intercambio de virus entre ellos.
Murciélagos, pangolines y seres humanos
La investigación refuerza la tesis que sitúa el origen del virus SARS-CoV-2 en el mercado húmedo de Wuhan. Según el estudio de la Universidad de Shandong, una encuesta epidemiológica de casos severos de la COVID-19 demostró que muchos de los pacientes habían visitado el mercado de mariscos de Huanan en Wuhan, donde se comercializan especies silvestres.
El coronavirus SARS-CoV-2 se ha revelado como un nuevo beta-CoV, diferente del SARS-CoV y el MERS-CoV. Hasta los momentos los virus en animales más cercanos al virus de la COVID-19 son el RaTG13, identificado en el murciélago Rhinolophus affinis; varios beta-CoV identificados en los pangolines malayos que fueron importados ilegalmente a las pronvincias de Guandong en el sur de China y este nuevo coronavirus en murciélagos, el RmYN02.
Pero los hallazgos y pistas sobre el origen de la COVID-19 no quedan allí. El estudio advierte que el descubrimiento de beta-CoV en pangolines sugiere que hay una amplia diversidad de coronavirus en la vida silvestre por descubrirse.
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