Por Patricia Matey
En junio de 2002, un hombre de 60 años ingresaba en el Hospital Nacional Jeddah (Arabia Saudí) por una aparente neumonía. Tras once días de hospitalización, murió de un fallo renal. Poco tiempo después se sabría que la verdadera razón del fallecimiento estaba en un nuevo coronavirus, llamado más tarde como HCoV-EMC y después rebautizado como MERS-CoV. Desde entonces los casos de infección se multiplicaron así como las muertes en varios países del planeta.
La alarma volvía a saltar el pasado 20 de mayo en Corea del Sur cuando un viajero proveniente del Oriente Medio, dio pie al inicio de un brote que ha alcanzado magnitudes preocupantes en el país, con 175 casos confirmados, 27 muertes y más de 2.800 pacientes aislados a fecha de hoy.
Según la OMS, la tasa de letalidad del virus es del 36%, (la del ébola es de alrededor del 60%) y como sucede en el caso del ébola no existen tratamientos antivirales aprobados ni vacuna. En tres años ha habido un total de 1.333 casos de MERS-CoV en el mundo, incluyendo 471 muertes, la mayoría de ellos en Oriente Medio, concretamente en Arabia Saudí, aunque otros 26 países han tenido casos importados. Los últimos en declarar casos han sido Corea del Sur, donde está ocurriendo el mayor brote de MERS-CoV fuera de Oriente Medio, China y Tailandia, ambos con sendos casos importados.
El descubrimiento
La OMS ha insistido en que el brote representa «un toque de atención», pero ha apuntado que no supone una emergencia a nivel global. De hecho, como aclara Christian Gortázar, uno de los autores firmantes del estudio científico que detalló en la revista The Lancet Infectious Diseases, el origen del MERS-Cov “es un virus muy adaptado a los dromedarios y no es muy transmisible entre personas. En el caso de Corea el problema ha estado en que hubo un caso importado que dio lugar a casos secundarios. Las autoridades tardaron tiempo en poner en marcha las medidas adecuadas (aislar a los posibles contagiados y a sus contactos) y con eso se hubiera solucionado el problema”.
Para este experto, “cada vez está más claro que se trata de una zoonosis típica, es decir, el riesgo está en el contacto con dromedarios y no es probable que el virus logre ser epidémico en personas por su dificultad para la transmisión entre humanos”.
En las últimas décadas, las autoridades sanitarias de todos los países y las entidades específicas encargadas vigilar la llegada de nuevos virus, como la OMS o el Centro de Control de Enfermedades de Atlanta (EEUU), mantienen sus niveles de alerta en alza contra los nuevos agentes infecciosos (en los últimos 30 años se han descubierto 33 nuevos patógenos). Como ejemplos destacan, el H7N9, una nueva cepa de la gripe aviar que se ha cobrado víctimas en Shanghai y otras ciudades de China, el coronavirus causante del SARS (Síndrome Agudo Respiratorio Severo) que causó una pandemia en 2003 o el actual MERS-CoV .
Esfuerzos internacionales
Asimismo y para combatir a estos agentes se ha creado el Proyecto Antigone (Anticipating the Global Onset of Novel Epidemics). El objetivo es reforzar la capacidad de Europa para hacer frente a patógenos que supongan un riesgo para la salud pública y está dotado de 12 millones de euros. En él, junto a 14 centros e instituciones de los estados miembros, participa el IREC (Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos), un centro de investigación multidisciplinar de ámbito nacional, con sede en el campus universitario de Ciudad Real.
Se trata de un centro mixto dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la Universidad de Castilla–La Mancha (UCLM), y la Junta de Comunidades de Castilla–La Mancha (JCCM).
Para cumplir con los objetivos de Antigone, el IREC cuenta con el grupo de investigación en Sanidad y Biotecnología (SaBio) que, es precisamente, donde trabaja el doctor Gortázar. Su colaboración con investigadores de Alemania, Chile, Holanda, Omán, Suecia y resto de España fue la que contribuyó al descubrimiento del MERS-CoV.
“Detectar anticuerpos del coronavirus (MERS-CoV) frente al virus en camellos es lo que nos hizo prestar atención a estos animales (particularmente al consumo de su carne como ocurre en la península arábiga) como posible fuente de infección para humanos identificado por vez primera en 2012 en Arabia Saudita y que produce problemas respiratorios agudos graves en las personas infectadas”, insiste el experto de SaBio.
Los factores involucrados
Apunta, además “que un 70% de los agentes infecciosos (en sentido amplio, principalmente virus, bacterias y parásitos) que afectan al hombre proviene de los animales, bien de domésticos o de silvestres. Los expertos creen que hay dos factores factores globales que determinan la emergencia de nuevos patógenos: el cambio climático y los cambios que el hombre provoca en el uso del suelo y en los hábitats naturales. A todos ellos se les suma además demás cinco factores más próximos, a su vez interrelacionados entre sí y con los dos globales: los cambios en el manejo de los animales domésticos; el mayor contacto entre hombre y animales; los cambios en el procesado y consumo de alimentos; la composición de especies en los ecosistemas, los cambios en estas comunidades; y las transformaciones en el estado sanitario del hombre y de los animales, así como la calidad y accesibilidad de los servicios sanitarios”.
Recuerda, no obstante, que «el riesgo de contraer el MERS-CoV está en los países afectados, nunca en España”.