POR JOSÉ JUAN VERÓN
No es lo mismo votar en blanco que introducir un voto nulo en la urna o abstenerse, cada una de estas opciones tiene un significado y unas consecuencias en el sistema democrático.
El voto en blanco consiste en introducir en la urna un sobre vacío. Tiene la significación de que el elector quiere votar pero no encuentra ninguna fuerza que le represente. Se trata de un gesto de protesta. Este voto es válido y tiene valor a todos los efectos, puesto que entra en el reparto de diputados. Como suelen ser un porcentaje bajo, habitualmente perjudica a los partidos que obtienen menos votos.
Por otro lado, el voto nulo es aquel que contiene tachones, comentarios o dibujos, que está roto o defectuoso, etc. Por ejemplo, es habitual encontrar votos en los que está tachado algún nombre de una lista. En estos casos, dado que se trata de listas cerradas, se considera nulo. Es también una forma de protesta personal en el proceso electoral. Estos votos, como su nombre indica, son anulados y no entran en el proceso de asignación.
Abstenerse es simplemente no ir a votar. Este comportamiento puede tener varias interpretaciones como un acto de protesta contra el sistema por no creer en el mismo, como hartazgo de la situación o como pasotismo, principalmente. Detrás de una elevada abstención existe descontento social, en cualquier caso. La abstención, en sentido técnico, implica aceptar la votación de la mayoría, dado que no tiene efecto alguno en la asignación de escaños.