La visión ciega es una condición neurológica que hace que las personas que la padecen vean aunque no sean conscientes de que ven. Un fenómeno que, según filósofos, puede arrojar luz sobre lo que es la conciencia, tema en el que la humanidad todavía está relativamente a oscuras.
Las personas que padecen este trastorno ven, sin saber que ven. Por eso se llama visión ciega, término acuñado a comienzos de los años setenta por el psicólogo inglés Lawrence Weiskrantz.
Las personas con visión ciega niegan tener conciencia de los objetos que están frente a ellos; pero son capaces de hacer cosas que demuestran que, de alguna manera, los están percibiendo. Por ejemplo, pueden caminar por un pasillo lleno de obstáculos y no tropezarse con ninguno, ni caer.
Con los experimentos de Weiskrantz quedó demostrado que las personas con visión ciega pueden “intuir”, por ejemplo, el color o la ubicación de un objeto. Pueden percibir también la orientación de líneas o enrejados o las expresiones de un rostro.
Una condición neurológica
Hasta ahora sabemos que la visión ciega se produce por un daño en la corteza visual primaria, responsable de la visión, ubicada en el cerebro. Los ojos reciben la luz y la convierten en información que viaja por diferentes vías hasta la corteza visual primaria. Pero como esta zona está lesionada, no procesa adecuadamente la información. Por eso las personas con visión ciega no son conscientes de que tienen esa información. Pero la información es procesada por otras áreas del sistema visual que están intactas.
“Entonces, ¿qué nos dice la visión ciega sobre la conciencia?”. Es la pregunta que se hace Henry Taylor, de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Birmingham, Inglaterra, en un dilema en el que ciencia y filosofía se cruzan de nuevo.
La visión ciega es una condición neurológica que sirve como «ejemplo particularmente llamativo de un fenómeno general: qué sucede en el cerebro debajo de la superficie de la conciencia. Esto se aplica tanto a las personas sin visión ciega como a las personas que lo padecen”, dice.
¿Cómo probar la conciencia?
Determinar si alguien es consciente de algo en particular es “complicado y muy delicado” porque no hay formas de “probar” la conciencia. “No puedes poner una sonda o un monitor al lado de la cabeza de alguien para probar si están conscientes de algo. Es una experiencia totalmente privada. Existe la opción de preguntarles, pero interpretar lo que cada quien diga sobre sus propias experiencias puede ser una tarea espinosa”, explica
El que las personas que sufren de visión ciega no sean conscientes de lo que está afuera, proporciona una herramienta “emocionante que podemos usar para determinar exactamente para qué sirve la conciencia”.
“Al observar lo que el cerebro puede hacer sin la conciencia, podemos tratar de determinar qué tareas en última instancia requieren conciencia. A partir de eso, podemos ser capaces de averiguar cuál es la función evolutiva de la conciencia, que es algo sobre lo que todavía estamos relativamente a oscuras”, afirma.
El otro escenario sería si se puede demostrar que las personas con visión ciega son conscientes de lo que está frente a ellos. Esto plantearía “preguntas interesantes y emocionantes sobre los límites de la conciencia. ¿Cómo es realmente su conciencia? ¿Cómo difiere de los tipos de conciencia más familiares? ¿Y precisamente en qué parte del cerebro comienza y termina la conciencia? Si son conscientes, a pesar del daño en su corteza visual, ¿qué nos dice eso sobre el papel de esta área del cerebro en la generación de conciencia?”.
Los alcances de investigar la visión ciega
Taylor refirió que el interés de su investigación se centra en la forma en que la visión ciega revela los “límites difusos en los bordes de la visión y la conciencia”.
“En casos como la visión ciega, cada vez queda menos claro si nuestros conceptos normales como «percepción», «conciencia» y «ver» están a la altura de la tarea de describir y explicar adecuadamente lo que realmente está sucediendo”, afirma.
“Mi objetivo es desarrollar puntos de vista más matizados de percepción y conciencia que puedan ayudarnos a comprender sus bordes claramente difusos”, agregó
“Para comprender estos casos, en última instancia, necesitaremos emplear una cuidadosa reflexión filosófica sobre los conceptos que usamos y los supuestos que hacemos; tanto como que necesitaremos una investigación científica exhaustiva de la mecánica de la mente”.
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