Por Andrés Tovar
23/02/2018
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La laxitud en las medidas contra la violencia futbolística han dejado resultados condenables. El último lo vivimos apenas ayer (22 de febrero). Pese a todas las advertencias previas, el triste juego de tonterías en Bilbao culminó con un policía muerto, varios detenidos y un álbum de escenas de desorden que poco o nada tienen que ver con la nobleza del espectáculo del deporte. Reflexionar sobre las consecuencias de una enfermedad que el fútbol no ha podido eliminar es vital. Y en este momento más, cuando estamos a semanas de la Copa del Mundo en Rusia, un país que alberga algunos de los grupos ultras más peligrosos.
La FIFA dijo este viernes que confiaba plenamente en sus medidas de seguridad en la Copa Mundial de Rusia. La violencia futbolística en la nación anfitriona fue objeto de escrutinio al estar involucrados partidarios del Spartak Moscú en los sucesos de este jueves. Por ello la FIFA quiso enviar un mensaje de tranquilidad. «La FIFA confía plenamente en las disposiciones de seguridad de las autoridades rusas y el Comité Local», dijo un portavoz de la FIFA a Reuters. Asimismo, agregó que «los altos estándares de seguridad de Rusia ya se han adaptado».
Violencia futbolística, en la mira de Putin
En Rusia, el tema de la violencia futbolística ha sido tan importante como para mover al aparato del Kremlin. Vladimir Putin no es precisamente un aficionado al fútbol. Pero la Copa del Mundo es un proyecto de vanidad para el líder duradero de Rusia, diseñado para mostrar a Rusia al resto del planeta. Por consiguiente, los hooligans del fútbol definitivamente no son parte del plan. En consecuencia, conocidos ultras rusos han estado bajo vigilancia policial durante algún tiempo. Asimismo, la policía rusa ha diseñado todo un plan logístico de nivel. La propuesta incluye drones de video para detectar fanáticos rebeldes en las multitudes. «Se usarán diversas medidas de seguridad, incluidos drones y sistemas de seguridad de video, para identificar a los «fanáticos agresivos», dijo Sergey Melikov, el primer subdirector de la Guardia Nacional rusa, a la agencia de noticias Interfax.
Tienen sus razones. Un punto de inflamación podría venir si Rusia lo hace mal en su propia Copa del Mundo. Cuando Rusia fue eliminada en las etapas grupales del torneo de 2002, desató un disturbio en Moscú que dejó una persona muerta y 75 heridas. Tampoco es de olvidar el escalofriante documental El Ejército Hooligan de Rusia, producido por la BBC y que examinó los ataques de los matones rusos en Euro 2016. «Para algunos, será un festival de fútbol. Para otros, será un festival de violencia » advertían los violentos sin chistar. Nadie descarta por completo la posibilidad de la violencia, por supuesto. Tampoco pueden olvidarse los «efectos mediáticos» de las recientes tensiones geopolíticas. Muchos opinan que los radicales buscarán enseñar a los «malvados occidentales» una lección de castigo rebotando en sus cráneos.
Racismo e Islamofobia
Otro de los temas más candentes relacionados con la violencia futbolística antes de la Copa del Mundo en Rusia ha sido el racismo. Entre 2012 y 2017, FARE Network, una ONG que combate el racismo en el fútbol, y SOVA Center, una ONG con sede en Moscú que investiga el nacionalismo y el racismo en Rusia, registraron 405 incidentes de racismo e incidentes de extrema derecha en el fútbol ruso.
Las dos ONG también revelaron que los objetivos más comunes de los ataques fueron los musulmanes del Caucas. Ante esto, es preocupante que Rusia esté en grupo con dos países musulmanes: Arabia Saudita y Egipto.
No se espera que Arabia Saudita tenga muchos admiradores que viajen a Rusia. Pero los egipcios locos por el fútbol son un caso completamente diferente. La Copa del Mundo en Rusia es la primera de Egipto desde 1990, y se espera que los fanáticos viajen en grandes cantidades.