Oswaldo Rivas |Reuters | Cambio16
19/06/2018
Las calles de Nicaragua siguen marcadas por violentos enfrentamientos. Principalmente desde la noche del viernes, tras un paro nacional convocado por organizaciones civiles para exigir la renuncia del presidente Daniel Ortega por violaciones a los derechos humanos. El recrudecimiento de la represión es la bandera de la actuación gubernamental.
La última de éstas actuaciones represivas fue la intimidación y expulsión de las madres de los presos políticos que preguntaban por sus hijos en Managua. Al menos una treintena de madres fueron expulsadas por cientos de agentes que las intimidaron frente a las oficinas policiales conocidas como «El Chipote«. Lugar donde se encuentra un centro de detención en el que se practican torturas. Un hecho denunciado por organismos humanitarios.
El paro nacional vivido en las calles de Nicaragua es el segundo de una serie de protestas en contra de Ortega. Situación que ha causado más de 300 muertos y sumido al país centroamericano en su mayor crisis política desde el triunfo de la «revolución sandinista» hace casi 40 años.
Los disturbios entre manifestantes y las fuerzas que apoyan al Gobierno alcanzaron la pasada semana una iglesia en la capital, Managua. Tres personas resultaron heridas, escribió en su cuenta de Twitter, Paulo Abrāo, funcionario de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
No estaba claro cuántas personas habían resultado heridas en los incidentes.
Calles de Nicaragua: violencia que recrudece
Principalmente calles vacías y comercios cerrados fueron el común denominador el viernes en la mayoría de las ciudades de Nicaragua. Una avanzada donde la sociedad civil acató el llamamiento a un paro cívico de 24 horas. Por ende, varios medios mostraron calles desiertas en Managua y otros puntos del país. En el mismo día en que Ortega celebraba en la ciudad de Masaya una tradicional marcha conmemorativa del movimiento que encabezó en 1979.
En un breve discurso ante sus simpatizantes, Ortega lamentó la crisis. Mientras que aseguró que su Gobierno mantiene su disposición a dialogar con los detractores.
«Los invito a que depongan la confrontación. Por consiguiente, que nos unamos todos para darle al pueblo la paz que Nicaragua necesita», dijo Ortega, cuyo tercer mandato presidencial consecutivo está programado para terminar en 2021.
La OEA con postura clara
En Washington, la Organización de Estados Americanos (OEA) discutió el viernes la situación en las calles de Nicaragua. Durante la sesión, el ministro de Exteriores del país, Denis Moncada, rechazó que «se quiere imponer a Nicaragua que cambie su Gobierno. Pero rompiendo su Constitución, rompiendo el estado de derecho».
«No se puede fortalecer la institucionalidad. No se puede fortalecer la democratización del país partiendo de la base que hay que romper la constitucionalidad. De imponer la voluntad de grupos para tratar de obligar un cambio de Gobierno», añadió.
Ortega ha fortalecido su control sobre el poder. Primeramente neutralizando a la oposición. Asimismo, bloqueando el desarrollo de instituciones estatales independientes. Su esposa Rosario Murillo es su vicepresidenta. Pero además es vista como un poder en la sombra.
«Estos casi tres meses de violencia, muertos y heridos tienen que finalizar. Hay que dejar espacio a la cordura», dijo el secretario general de la OEA, Luis Almagro.
«No podemos de ninguna manera ser indiferentes o neutrales ante la represión del Estado ni la violencia de grupos paramilitares», añadió al término de la sesión.