Aunque el PSOE haya ganado de nuevo y con solvencia la repetición de las elecciones, Pedro Sánchez se ha estrellado con la realidad. El líder socialista y presidente en funciones que pretendía mejorar sus resultados de abril ha perdido tres escaños y más de 700.00 votos.
La estrategia socialista ha fracasado dejando de nuevo un panorama complicado y lleno de incertidumbre.
A esta victoria agridulce del PSOE no podemos dejar de destacar que el ganador moral de estos nuevos comicios ha sido, y sin lugar a duda VOX. El partido de Santiago Abascal, inexistente hace apenas algunos meses, ha logrado 52 escaños en el Parlamento.
Esta anomalía democrática debería hacer reflexionar a todos y preguntarnos por qué un partido de extrema derecha ha llegado donde está: situándose como tercera fuerza política, porque otros partidos le han blanqueado y puesto un puente de plata pactando con VOX.
La otra lección de estos nuevos comicios ha sido el batacazo y el hundimiento de Ciudadanos. Albert Rivera, al que no le ha quedado más remedio que dimitir, con un gesto que le honra, ha dejado a su partido herido de muerte: cuando hace solo seis meses podía haberse convertido en vicepresidente del gobierno. Pero los errores y falta de estrategia se pagan y es lo que le ha pasado a Cs.
El Partido Popular de Pablo Casado ha salvado los muebles y recuperado parte de los votos que se le escaparon en abril. Pero su redención ha sido insuficiente y le deja en la soledad de la oposición con un partido como VOX que le pisa los talones y que puede restringir sus movimientos.
Tampoco han sido buenos resultados para la formación morada de Unidas Podemos que constata que a cada cita electoral pierde más fuelle y más representación.
Las cosas están como están y a pesar de la gran dificultad a la que nos enfrentamos, no hay otras salidas que un gobierno de coalición con la izquierda, la gran coalición con el PP, aun más complicada, o pactos de Estado.
Es probable que no haya demasiados problemas para la investidura de Pedro Sánchez, porque es el único que puede gobernar.
Queda por saber con quién y a qué precio gobernará.
Lo que sí parece claro y nítido es que no habrá una terceras elecciones y que las próximas semanas seguiremos en la incertidumbre y que nos tocará probablemente comer las uvas de fin de año sin que se haya resuelto aún la gobernabilidad.
Eso sí, habrá que contar también con los independentistas y nacionalistas que han obtenido excelentes resultados en Cataluña y Euskadi.
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