En la visita oficial de Pedro Sánchez al Palacio de la Generalitat y su encuentro con todos los honores con Quim Torra, el presidente del Gobierno, refiriéndose al largo conflicto catalán, afirmó: “Nadie ha ganado y todos hemos perdido”.
Esta frase resume perfectamente la situación en la que nos encontramos tras el choque de trenes que se ha producido entre los independentistas catalanes y el Estado.
Este reencuentro, aunque ha tenido ante todo un aspecto protocolario y litúrgico, ha servido para romper el hielo y romper una dinámica de bloqueo que no conducía a ninguna parte.
Pero, a pesar del campo de minas en el que se ha metido Sánchez, debemos alabar la intención de encauzar mediante el diálogo y, por qué no, el acuerdo, un problema que sigue enturbiando y embarrando toda la política de nuestro país.
No va a ser nada fácil y el camino que queda por recorrer será largo y laborioso, con múltiples sobresaltos que pueden entorpecer la negociación, por lo menos hasta que se celebren las elecciones en Cataluña.
Esta apuesta, que tiene muchos detractores, es valiente y esperanzadora. El primer factor es que reconduce el diálogo necesario e imprescindible para abordar y resolver cualquier conflicto político.
¿Cuánto tiempo perdido y cuánto despropósito para llegar donde estamos? La gran noticia es que se hayan reunido los dos gobiernos y que hayan acordado una mesa de negociación.
El tiempo dirá si se va por la buena senda, pero no debemos olvidar que la voluntad de diálogo es uno de los fundamentos de cualquier democracia.
Como era de esperar, a Pedro Sánchez le han caído todas las críticas del mundo por reunirse con Quim Torra. Críticas de la oposición que no tienen fundamento porque el presidente de la Generalitat, a pesar de haber perdido su acta de diputado, sigue siendo president hasta que haya sentencia firme.
Es cierto que, en el trasfondo de todas las buenas intenciones, lo que pretende Pedro Sánchez es el apoyo de ERC para aprobar los presupuestos.
En todo caso, y aunque muchos no lo vean así, la política de gestos y la sensación de volver a intentar reiniciar el diálogo solo se puede interpretar como una buena noticia.
Entradas anteriores:
- Desliz con Juan Guaidó
- Legislatura embarrada
- Desarmen el lenguaje
- Valiente y arriesgado
- Las doce campanadas sin gobierno en España
- Good Bye Europa
- Calentamiento global. Hay que enfriar el planeta
- Habrá gobierno para Nochebuena
- Campo de minas el acuerdo electoral PSOE-Podemos
- Un pan como unas tortas
- Debate electoral sin fu ni fa
- «Estaba muerto pero mal enterrado»
- Tsunami o volcán
- Cataluña y Quim Torra entran en campaña
- Insomnio político
- «Poneos de acuerdo, por favor»
- Ni imponer ni impedir
- Coalición o colisión
- Todos somos Open Arms
- Un fracaso incomprensible
- Iglesias debe ceder
- Ciudadanos, sin rumbo
- España en funciones
- Órdagos sí, pactos no
- Gana Casado, pierde Rivera
- Que no nos engañen
- Pactos y vetos
- A gobernar
- Voten por Europa
- Partido de Vuelta
- El milagro Sánchez
- Debates obligatorios
- Desarmar la palabra
- ETA entra en campaña
- Fichajes y adhesiones
- Política quebrada
- Maduro o Guaidó
- El órdago de Vox
- La mochila de Vox
- La prueba del algodón
- Arde París, Macron se quema
- Seísmo electoral en Andalucía
- “Golpista”, “fascista” y escupitajo
- Un supremo escándalo
- A vueltas con los restos de Franco
- Más que unos presupuestos
- Ultimátum interruptus
- Cloacas y podredumbre
- Los cien días
- Una Diada triste
- Una rentrée endiablada
- Por fin
- Dejen a las víctimas en paz
- Que nadie utilice la inmigración
- Casado, pata negra
- “Les bleus” multicolor
Lea también: Sánchez y Torra acordaron mesa de diálogo en febrero
Sánchez y Torra acordaron mesa de diálogo en febrero