Cuatro meses después de las elecciones y a escasos días que se puedan disolver las Cortes, seguimos sin saber si se va a salvar la investidura y evitar nuevas elecciones.
PSOE y Unidas Podemos, enfrascados en un espectáculo disonante, están librando una batalla por el relato para mostrar ante la opinión pública quien es el culpable de todo este desaguisado.
Este juego que nos puede llevar al límite entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, solo provoca mayor inestabilidad política y una incógnita de cara a los graves problemas políticos y económicos que se avecinan.
Jugar con fuego por la testarudez de ambos protagonistas puede que tarde o temprano se pague en las urnas.
Lo decía hace unos años el ex líder del PNV, Josu Jon Imaz. “En cualquier negociación no se puede imponer ni se puede impedir”.
Quedan todavía días para que se produzca, aunque sea, un mínimo acuerdo. Y que en vez de buscar culpables PSOE y UP alcancen un entendimiento.
Un error volver a las urnas
Volver a las urnas como reclaman algunos desde la formación socialista, sería un grave error, aunque las encuestas sean favorables a Pedro Sánchez.
Tampoco se puede seguir con un Gobierno en funciones que tiene los pies y las manos atadas para tomar decisiones de relevancia y que se presentan como un desafío como son el Brexit, la sentencia del juicio contra los dirigentes catalanes y los presupuestos que no pueden ser reconducidos por segunda vez.
Estas prioridades no se pueden aplazar. Por eso solo, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en un encuentro cara a cara pueden y deben desbloquear sus divergencias.
En todo caso y si es preciso, no queda otra alternativa que se convoquen nuevas elecciones el año que viene o más tarde.
Mientras tanto España necesita urgentemente un gobierno estable aunque sea débil y esté en precario.
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