El Gobierno de coalición, que lleva apenas dos semanas de andadura, ha conseguido sus primeros éxitos con la aprobación de la subida de las pensiones, del sueldo a los funcionarios y sobre todo con el acuerdo entre sindicatos y la patronal sobre el salario mínimo interprofesional.
Estas primeras medidas marcan el rumbo inequívoco del nuevo ejecutivo y el carácter social y progresista que quiere imponer.
Se suele decir, que para cualquier gobierno los primeros cien días son esenciales y los que señalan sus verdaderas intenciones. Pero como cualquier decisión todas no son acertadas o por lo menos son interpretables y expuestas a las críticas.
La nominación de la nueva Fiscal General Dolores Delgado, exministra de Justicia, ha provocado una auténtica tormenta en la oposición.
El segundo desliz se ha producido con la visita de Juan Guaidó a nuestro país y más precisamente a Madrid.
Mientras el presidente encargado de Venezuela era recibido o por lo menos saludado por casi todos los mandatarios europeos, Pedro Sánchez ha preferido delegar su responsabilidad en la ministra de Exteriores Arancha González Laya. Un encuentro que se produjo fuera de la sede ministerial.
El recibimiento a Juan Guaidó en España
Rebajar al mínimo el recibimiento a Guaidó puede ser interpretable, pero necesita una explicación cuando fue el mismo Pedro Sánchez, hace apenas un año, quien impulsó en Europa el reconocimiento político al que llamó “presidente encargado”.
Las contradicciones solo producen debilidad. Y Pedro Sánchez se ha equivocado…
Sin embargo, el recibimiento a Juan Guaidó en el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, con alfombra roja incluido, ha permitido al PP, sobreactuar y utilizar la visita del líder venezolano para lanzar todos sus dardos contra el inquilino de la Moncloa.
La derecha tiene todo el derecho de recibir como le convenga a Guaidó y darle las medallas que le corresponde. Lo que es más criticable es que se intente patrimonializar el dolor y sufrimiento de los venezolanos y que lo utilicen como arma arrojadiza e interés político.
En esta causa debemos estar todos unidos porque es esencialmente una cuestión de DDHH, de dignidad, de libertad y de democracia. Venezuela no nos puede dividir y deben celebrarse, cuanto antes, elecciones libres.
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