Desde hace algunas semanas parece que el mundo se ha detenido y que todo gira exclusivamente en torno al coronavirus.
Este nuevo patógeno que desconocemos su origen y tratamiento nació hace un par de meses en China. Está poniendo en vilo a todo el planeta provocando una histeria y hasta cierto pánico que no tiene nada que ver con la realidad.
Es cierto que debemos preocuparnos de los efectos de una epidemia que ha saltado las fronteras y los continentes y que nadie se atreve a pronosticar sus verdaderas consecuencias a corto y medio plazo.
Por eso mismo debemos apelar a la prudencia, a la tranquilidad y alejarnos de los mensajes y discursos alarmistas que pululan a doquier. Y que solo provocan una mayor inseguridad y sobre todo una desconfianza que puede ser mayor que la propia epidemia.
Los medios de comunicación tenemos la obligación y el deber de informar sin alarmismo de los hechos que ocurren sin añadir un mayor dramatismo como se produce a menudo.
Epidemia o pandemia como se apunta desde la OMS, solo debería ponernos en guardia y tomar las medidas más eficaces contra el contagio, que radica esencialmente en la prevención y colaboración de la población.
La crisis del coronavirus destapó nuestras debilidades
Nuestro sistema sanitario, uno de los mejores del mundo, ha demostrado su eficacia y profesionalidad. Este nuevo desafío lo sabremos atajar porque estamos preparados y daremos respuesta a este nuevo brote. Es cuestión de tiempo y paciencia.
Sin embargo, la crisis del coronavirus también ha destapado nuestras debilidades y desenmascarado nuestra fragilidad. En este mundo globalizado y donde todos dependemos de todos, el verdadero tendón de Aquiles es el efecto económico negativo que produce la inseguridad, la alarma y hasta la esquizofrenia en los mercados.
La OCDE, el FMI y los distintos Bancos Centrales son los que tienen que tranquilizar a estos mercados. No se trata de ocultar los riesgos existentes ni minimizar sus consecuencias, pero sí de aportar las dosis suficientes de serenidad y sosiego para no aumentar las incertidumbres que siempre afloran en la economía en periodo de crisis.
A los poderes públicos se les exige y recomienda que tomen las medidas adecuadas. Que informen permanentemente con total transparencia y que confíen en los científicos.
Utilicemos las armas que nos hemos proporcionado para defendernos y no echemos más leña al fuego.
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