Todos los acontecimientos de estos últimos meses, desde la moción de censura que alzó sorprendentemente a Pedro Sánchez a la Moncloa, han descolocado, sin embargo, del tablero político a Albert Rivera y a su partido, Ciudadanos.
Hace pocos meses Rivera se las veía felices, cuando todas las encuestas le colocaban como el líder preferido y con posibilidad de ganar las elecciones. La formación naranja ya se veía ganadora y el sorpasso al PP solo era una cuestión de tiempo.
El partido liberal, reformista, centrista y que venía a regenerar la política tras ganar en Cataluña, estaba preparado para asaltar el cielo.
No obstante, en vez de ensanchar su proyecto y ocupar el centro, dejado vacante desde la salida de Mariano Rajoy y con un PP en plena crisis, el error estratégico de Cs ha sido derechizarse, pactar con conservadores y con Vox en Andalucía y poner incomprensiblemente un cordón sanitario a Pedro Sánchez y al PSOE.
Este cambio de táctica, al que hay que añadir la foto de Colón, ha terminado por pasar factura a Albert Rivera. Las elecciones han colocado a cada uno en su sitio dejando a los naranjas en tierra de nadie.
Además, el flirteo camuflado, disimulado y vergonzante con el partido ultra de Santiago Abascal ha provocado una crisis interna que no se sabe dónde terminará.
Para mitigar todo estos tropiezos y la falta de olfato político, Cs ha elegido el camino de la bronca permanente y del victimismo para justificar todos sus errores.
Son muchos los que no entienden este cambio de rumbo y este suicidio político. Más aún cuando Rivera podía haber pactado con Pedro Sánchez y estar gobernando conjuntamente con el PSOE.
Albert Rivera, que vive en Riverolandia, se ha equivocado. No ha hecho ni la mínima autocrítica, instalándose en el que cree que es su escudo de protección del “noesno”.
El líder ensimismado ha perdido fuerza y credibilidad en el mapa político. Su último error, y lo dice todo, es no haber acudido a la cita con Sánchez para avanzar en la gobernabilidad del país.
La última oportunidad que le queda a Albert Rivera para recuperar parte de su credibilidad es abstenerse en la sesión de investidura de Pedro Sánchez prevista para el próximo 22 de julio.
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