El derrame de petróleo que afecta el Golfete de Coro, en Venezuela, no es reciente. Comenzó a mediados de agosto y no fue atendido por Petróleos de Venezuela. Los cálculos de los especialistas indican que la mancha de 8 kilómetros cuadrados corresponde a un bote de más de 26.730 barriles
Fue el sábado 12 de septiembre cuando la empresa petrolera venezolana emitió un boletín de prensa en el que informaba de la mancha de petroleo sobre el mar “detectada en una inspección aérea”. Ese derrame forma parte de la cadena de crímenes ambientales que desde agosto vienen denunciando pescadores, ingenieros, biólogos, ecologistas y la propia Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales y de Ingeniería y el Hábitat de Venezuela
El vertido del Golfete de Coro no es reciente
El investigador de la Universidad Simón Bolívar, Eduardo Klein, coordinador del Centro de Biodiversidad Marina de la Universidad Simón Bolívar, aclaró que la fuga del poliducto de Río Seco que «descubrió» Pdvsa el viernes no es reciente. «El derrame de petróleo ha estado ahí desde antes del 10 de agosto. Hace más de un mes», insistió.
En agosto, Klein presentó un informe en el cual por medio de imágenes satelitales determinaba que de una mancha de petróleo se expandía a las playas de Boca de Aroa, Tucacas y el parque nacional Morrocoy. El 31 de julio la mancha contaminante abarcaba 350 kilómetros cuadrados de superficie y una extensión lineal de más de 50 kilómetros. Aún cuando Pdvsa anunció que estaba tomando medidas de saneamiento y corrección, el petróleo seguía fluyendo y su origen estaba en la refinería El Palito. Intentaban refinar gasolina y no se daban cuenta de que había una fuga en el tanque de vertidos
Pdvsa procede al «abordaje y corrección» de las fugas
El sábado pasado la estatal confirmó la existencia de otro desastre ambiental. Ahora en el Golfete de Coro, en el municipio Miranda del estado Falcón. No informó mucho, apenas que realizaba “un saneamiento ambiental en un área afectada por la filtración de crudo en la línea 1 Ulé- Amuay y en el gasoducto sublacustre del mismo corredor, cerca del área del Golfete de Coro, en el municipio Miranda del estado Falcón”. Más nada.
No ofreció una cifra ni una sola fotografía de los especialistas recogiendo el crudo. Sospechoso. Lo demás fue repetir el librito de relaciones públicas y propaganda. “Se procedió inmediatamente al abordaje y la corrección de las fugas, siguiendo los protocolos de seguridad definidos para garantizar el suministro de crudo desde el estado Zulia hasta el Centro de Refinación Paraguaná y minimizar así el impacto al ecosistema. Se logró controlar la filtración de crudo aplicando los niveles estratégicos, tácticos y operacionales para dar respuesta ante este evento no deseado”, repitió.
Un par de párrafos más adelante, la oficina de propaganda de la petrolera apunta que se “activó un comité técnico operacional que tendrá la tarea de realizar junto a los organismos pertinentes, una investigación exhaustiva y determinar las causas de esta eventualidad”.
Pero no es verdad. La diputada María Hernández del Castillo, presidente de la Comisión de Medio Ambiente de la Asamblea Nacional, tuiteó que el crudo sigue fluyendo, que no han podido grapar la grieta del oleoducto submarino.
«Capturado espía» de refinerías
El viernes 11 de septiembre, cuando los pescadores de Falcón no sabían a quién llamar para detener el bombeo, Nicolás Maduro anunciaba que los cuerpos de seguridad del Estado habían aprehendido un espía estadounidense en las cercanías de la refinería de Amuay, en Falcón. La que recibe el petróleo que viene del Zulia por el gasoducto Ulé-Amuay. Vieron al supuesto espía, pero no la mancha petrolera de 8 kilómetros.
«Hemos capturado en Falcón a un estadounidense espiando las refinerías de Amuay y de Cardón. Le fueron incautadas armas sofisticadas y altas sumas de dinero», dijo. No dio detalles ni mostró las prueba, pero hizo un llamamiento a los trabajadores petroleros a reforzar las medidas de seguridad. “Es una guerra de venganza del imperio gringo para impedir que Venezuela produzca todos los derivados del petróleo», clamó. ¿Distracción o irresponsabilidad? El vertido no paraba.
El Complejo Refinador de Paraguaná, que hasta el año 1999 fue el más grande productor de gasolina de América Latinas, en la última década ha experimentado multitud de accidentes, desde explosiones con decenas de muertos, incendios y apagones, por mala gestión, corrupción y falta de mantenimiento.
Derrames, destrucción ecológica y económica
El viernes se cumplía una semana del alerta de los pescadores de Río Seco. El flujo de petróleo era cada vez mayor y nadie les hacía caso. Veían con desamparo como el crudo destruía el ecosistema donde ellos sacan camarones en la isla de Maraguay, en Río Seco. Su sustento. El derrame por la rotura del oleoducto también afecta la costa y el parque nacional Médanos de Coro.
El diputado por Falcón Luis Stefanelli denunció que Pdvsa debía ser acusada penalmente por actos de negligencia criminal. “A pesar de las alertas de la fuga, no pararon el bombeo de crudo. Estaban más interesados en refinar unos pocos litros de gasolina que de evitar el daño que le causaban al ambiente de manera irreversible”, dijo.
La Fundación Azul Ambientalistas también se sumó a la denuncia. “Ahora la contaminación llega a la zona de Río Seco, municipio Miranda, Falcón. Pescadores de la localidad grabaron zona impactada y el investigador Eduardo Klein de la Universidad Simón Bolívar facilitó imágenes satelitales dónde se aprecian las manchas”, indicó.
Impacto sobre tortugas marinas y delfines
Esa zona del golfo de Venezuela es el hábitat de tortugas marinas, tiburones y delfines. Además, justo en el extremo este está el humedal de gran valor biodiverso, la Ciénaga de los Olivitos.
La Asociación Ecologista para la Preservación Ambiental de Falcón apuntó que en el Golfete de Coro predomina el mangle negro. La presencia de hidrocarburos y químicos afecta sus raíces y le causan asfixia y la mortandad masiva del bosque.
Varias ONG medioambientales y diputados han reiteraron sus alertas sobre el grave daño ambiental que afecta las costas de los estados de Carabobo y Falcón por los frecuentes y recurrentes derrames petroleros. En agosto un vertido proveniente de la refinería El Palito formó una mancha contaminante de 260 kilómetros cuadrados de superficie y 60 kilómetros de largo. Que era la repetición de otro ocurrido en julio y que tiene el mismo origen: falta de mantenimiento, impericia e improvisación.
Vertidos de petróleo crean «zonas muertas»
La contaminación por hidrocarburos de ecosistemas no se supera con simples jornadas de limpieza y saneamiento de lo que está a simple vista, Sin una real investigación que cuantifique magnitudes y trate de neutralizar el impacto ambiental y ecológico, los daños son terribles e irreversibles. La permanencia de petróleo en las costas y cuerpos acuáticos sufre un proceso de degradación progresiva que magnifica su agresiva afectación en los ecosistemas. Con el resplandor del sol en el agua, una parte del hidrocarburo se convierte en gases y la otra se deviene en una capa aceitosa que bloquea el intercambio gaseoso, principalmente de oxígeno. Al llegar a la orilla se convierte en una gelatina que contamina el agua dulce, envenena la flora y destruye el suelo.
Con la los desastres ambientales causados por el petróleo se van creando zonas muertas donde no es posible la vida de ningún tipo, es una manera efectiva de acabar con el planeta, no solo con sus playas y paisajes.
Lea también: