El derrumbe del vertedero de Zaldibar, ocurrido el pasado 6 de febrero, ha ocasionado una crisis medioambiental y política, mientras siguen desaparecidos dos operarios debajo de los escombros. Este martes, el lehendakari Iñigo Urkullu (PNV) pidió “perdón por los errores cometidos (…) al responder a una situación de máxima, relevancia y complejidad”.
Urkullu, durante su discurso ante la mesa de la Diputación Permanente del Parlamento vasco, explicó la gestión de su Gobierno del accidente, que incluyó la creación de una “Mesa de Crisis” con la participación de la consejera de Seguridad y todos los servicios de emergencia: Ertzaintza, Bomberos, Ambulancias y Protección Civil. “Esta Mesa se constituyó de inmediato”, dijo Urkullu.
La Cámara se encuentra disuelta tras la convocatoria de hace una semana de elecciones autonómicas anticipadas para el próximo 5 de abril. Urkullu tomó la decisión después de los reproches de la oposición, especialmente por su tardanza al visitar a las familias de Alberto Sololuze y Joaquín Beltrán, los dos operarios que quedaron bajo los escombros. El lehendakari insistió que su equipo ha operado con la “máxima diligencia” para encontrar a los desaparecidos.
Presencia de amianto, dioxinas y furanos
Los primeros intentos de rescate por bomberos y ertzaina, de forma manual y con palas, comenzaron el mismo jueves. Los perros llegaron a marcar donde podrían estar los cuerpos, pero ese mismo día se detectó la presencia de amianto, una sustancia tóxica y cancerígena. Eso detuvo las labores durante horas.
El derrumbe, que cortó la autopista AP-8 entre Bilbao y Donosti, esparció medio millón de toneladas de residuos no urbanos. Es decir, materiales de construcción y restos siderúrgicos. Según los cálculos del Gobierno vasco, el vertedero ha recibido 9.780 toneladas de amianto en los últimos tres años.
La mayoría del amianto se encuentra dentro de placas de fibrocemento, una forma en la que no es peligroso. En cambio, si se rompe y se inhala, sí es nocivo. El viernes un informe del Consejo Superior de Investigaciones Científicas descubrió que los incendios espontáneos en la zona del derrumbe han ocasionado un aumento de los niveles de dioxinas y furanos en el aire, que la Organización Mundial de la Salud califica como sustancias de “alta toxididad”.
Ese mismo día, el Gobierno vasco pidió a los vecinos que mantuvieran cerradas las ventanas, especialmente en la noche, y no practicaran deporte al aire libre. El sábado, cinco mil personas se manifestaron contra la gestión del gobierno. Los incendios fueron todos apagados pero la Mesa de Crisis se mantiene alerta por la posibilidad de que vuelvan a empezar.
Más obstáculos
En las últimas horas, las precipitaciones en el País Vasco contribuyen a despejar la zona pero también complican las labores en el vertedero por la inestabilidad de los terrenos. “Todos los equipos están trabajando sin descanso”, asegura Urkullu.
“Están teniendo que superar todos los obstáculos: los incendios sobrevenidos, la inestabilidad del terreno, el riesgo de nuevos desprendimientos que dificultan la búsqueda, o las labores de estabilización de las diversas zonas para acometer los trabajos de búsqueda con mayor seguridad», agregó.
En su defensa, Urkullu también destacó que el derrumbe es una “situación de emergencia en un ámbito que corresponde a una empresa privada”, en este caso Verter Recycling 2002. El lehendakari recibió críticas de Maddalen Uriarte, portavoz de EH Bildu, ander Martínez, portavoz de Elkarrekin Podemos, Alfonso Alonso, líder del PP en la Cámara vasca, que le han reprochado su gestión. El último, incluso, la calificó de “estafa” a los ciudadanos. La campaña preelectoral ya comenzó.
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