Por Juan Salinas Quevedo
04/02/2018
Hace doce años, Verónica Echegui pronunció con determinación: “Voy a ser actriz y que nadie lo dude porque lo conseguiré, que quede muy claro, porque yo soy la Juani” (Yo soy la Juani, 2006). Lo dijo bajo las órdenes de Bigas Luna. Interpretaba a una chica de extrarradio y suponía su debut en el cine. Su alegato lo compartía con su personaje y lo sintió como suyo.
Aunque su adolescencia en el centro de Madrid y su parentesco con el Nobel José Echegaray la alejasen diametralmente del lumpen que debía retratar en aquella película. Pero, según hemos podido comprobar, el tesón y la constancia de La Juani fueron conferidos por la actriz. Y aquella vanagloriosa frase se convirtió, con el paso del tiempo, en rotunda afirmación.
Desde entonces, su exitosa carrera ha llevado a Verónica Echegui a trabajar en distintos países y diferentes disciplinas. Porque, como ella explica, “si me llegan proyectos de fuera interesantes, me voy y los hago. Aunque me gusta mucho mi tierra”. Y, de momento, a Verónica Echegui la vemos más fuera que dentro. Se encuentra en pleno rodaje de Trust, una serie americana sobre el secuestro de John Paul Getty III por parte de la mafia italiana.
A Verónica Echegui se la puede ver junto a Hillary Swank y Donald Sutherland dando vida a la más joven amante del abuelo.
El nuevo proyecto
Y ahora estrena Déjate llevar (Francesco Amato, 2017), una comedia italiana que ya ha alcanzado más de dos millones de espectadores. Y en la que Verónica Echegui comparte protagonismo con Toni Servillo, del que se declara gran admiradora tras quedar maravillada con La gran belleza (Paolo Sorrentino, 2013). La ha llegado a ver “cinco veces casi seguidas” entre las largas y gélidas jornadas de rodaje en Islandia de Fortitude, otra serie en la que participa desde hace dos años y que es emitida por Movistar Series.
Verónica Echegui y la peor cara de la profesión
Sin embargo, en nuestro país está a punto de ver la luz Apaches en Antena 3. Y el próximo mes de marzo podremos volver a disfrutar de Verónica Echegui en el Teatro Pavón Kamikaze de Madrid con la tercera temporada de El amante. Se trata de una adaptación del joven Nacho Aldeguer de la clásica obra de Harold Pinter.
Durante su trayectoria, Verónica Echegui también ha podido conocer la peor cara de la profesión. Y aunque no se declara víctima de acoso sexual, sí que se ha visto obligada a parar un rodaje al grito de “si este señor vuelve a hacer eso, me voy”. Fue cuando un compañero se tomaba ciertas licencias en una escena de sexo. Y reconoce no saber cómo hubiese reaccionado de haberle ocurrido más joven. Ya que ahora considera “tener las armas y el bagaje suficiente” como para entender qué límites no está dispuesta a cruzar.
De la misma manera, se imagina con impotencia en la piel indefensa de una niña de diecisiete años al verse en una situación así en el rodaje de su primera película. Y manifiesta -en esta entrevista con Cambio16– su contundente rechazo al machismo. Cree que es un problema educacional que hay que combatir a través de un movimiento feminista que abogue por la igualdad. Porque, según Verónica Echegui, “en el momento en el que todos entendamos que el feminismo no quiere destruir a los hombres, la situación empezará a cambiar”. Una idea que quedó sintetizada en la frase grabada con tinta, “Todos deberíamos ser feministas”, de la camiseta que vistió en el estreno de La niebla y la doncella (Andrés Koppel, 2017), uno de sus últimos proyectos.
El motor de la historia
Tu último estreno, Déjate llevar, bebe de la comedia italiana tradicional, pero también podemos encontrar referencias a Woody Allen -la figura del psicoanalista- y el tono de comedia sofisticada e intelectual. ¿Dónde crees que radica el éxito de la película?
Yo creo que en lo que has apuntado. Por un lado tiene unas bases de comedia tradicional, y por otro se perciben elementos más vanguardistas. Además, el guion está muy trabajado, fue escrito durante cinco años. Los conflictos y la psicología de los personajes están perfectamente diseñados. La mejor prueba para un actor de que algo está bien escrito es que cuando lo interpretas te sale de forma natural, no tienes que hacer esfuerzos. No necesitábamos improvisar porque estaba todo tan bien medido y tan bien hilado que en el rodaje las escenas transcurrían de forma natural.
Y tu personaje irrumpe como un torbellino en la monótona vida de Elia -interpretado por Toni Servillo-. ¿Qué crees que aporta Claudia a la trama?
Claudia es el motor de la historia. Entra en la película como un huracán, su función es cambiarlo todo. Mi personaje y el de Elia son dos personajes opuestos, él la ve como una retrasada mental y la juzga desde el primer momento, y ella considera que es un ser superior, intelectual y culto. Sin embargo, aunque sean tan diferentes al final se terminan necesitando porque en el fondo están mucho más unidos de lo que en principio creen. Lo que los separa son sus prejuicios. Me gusta mucho la relación de amistad imposible que se establece entre ellos. Tienen una química increíble.
El trabajo con Toni Servillo
Química entre los personajes, y también entre Toni Servillo y tú. ¿Qué te ha supuesto trabajar con el gran protagonista de La gran belleza? ¿Cómo te llegó la oportunidad?
Ha sido una experiencia increíble. La gran belleza me la vi como cinco veces casi seguidas. Por entonces estaba rodando Fortitude y cada día que tenía libre me iba a un cine a verla. Y a las tres semanas de haberla visto me escribió un productor de España contándome que estaban haciendo una prueba en Roma para una comedia con Toni Servillo, y dije, “¡Dios, no puede ser! ¡Quiero hacerla!”.
Al principio, los productores me dijeron que no podía moverme de Londres, pensaba que perdería la oportunidad. Sin embargo, finalmente me dieron permiso para volar a Roma, hacer la prueba ese mismo día y volver. Fue la prueba más larga que he hecho en mi vida, durante cinco horas con el director, sin Toni, al cual conocería más adelante. No fue sencillo, yo tengo mucha energía pero no tanta como mi personaje. Luego el rodaje fue duro, rodábamos trece horas diarias, y en algún momento flaqueas. Pero ha merecido la pena trabajar con un actor así, fue muy divertido y emocionante.
Conocimiento de idiomas
También te hemos podido ver en otros proyectos internacionales. ¿Dónde prefieres trabajar, fuera o dentro de España?
No tengo preferencia. Lo que quiero es trabajar en proyectos que me gusten. Mi objetivo es saber más idiomas para poder tener un rango más amplio de elección. Pero yo vivo en España, me gusta mucho mi tierra y quiero trabajar aquí. Aunque si me llegan proyectos de fuera interesantes, no me lo pienso, me voy y los hago. Pero siempre vuelvo. Al final intento compaginarlo todo, volando de un lado a otro, haciendo encaje de bolillos.
El salto a EEUU de Verónica Echegui
Y hablando de otros países -y en particular EEUU-, y ya que siempre has manifestado públicamente una clara postura de rechazo al machismo. ¿Qué pensaste cuando salió a la luz el escándalo de abusos sexuales a actrices en Hollywood?
Me alegré mucho de que se destapase y se denunciara públicamente. Lo peor es que hayamos tenido que esperar tanto para conocer la realidad.
¿Tanta represión y miedo había que se ha tenido que destapar ahora?
Claro, pensemos que hasta hace relativamente poco las mujeres no teníamos ningún derecho. Y en el mundo occidental sí que hemos conseguido avanzar, pero todavía queda mucho camino por recorrer. Entiendo que hay que darle un valor muy grande a las injusticias que se han cometido contra muchas actrices.
Concienciación con la igualdad
Y eso se podría extrapolar a cualquier otro sector. Es un problema global.
Es una situación monstruosa que se viene dando desde principios de la humanidad. Me hace gracia que se cuantifique las víctimas de muchos genocidios que se han venido dando a lo largo de la historia, pero yo me pregunto, si cuantificáramos el número de mujeres que han muerto tras ser violadas y torturadas, ¿cuál sería la cifra? ¿Por qué no hablamos del holocausto femenino?
Al igual que no se habla del holocausto animal, ¿cuántas especies de animales habremos destruido a lo largo de toda la existencia? Y todavía, en el mundo occidental, la sociedad está más concienciada. Pero hoy en día, en la mayoría de países del mundo, las mujeres están completamente indefensas. Si yo fuese nepalí y me violasen, no me defendería nadie, no hay ninguna institución ni ninguna ley que me ampare. Esta situación es muy grave.
El papel del feminismo
¿Crees que la sociedad todavía no ha terminado de entender lo que es el feminismo y el papel que cumple? Porque se ataca mucho.
Si se ataca es porque hay un rechazo. Y es consecuencia de la falta de comprensión del significado real de la palabra “feminismo”. Creo que en el momento en el que todos entendamos que el feminismo no quiere destruir a los hombres, la situación empezará a cambiar. Hay que ir a la raíz del asunto, que es la educación. Simplemente hay que coger un diccionario y ver lo que significa. Yo conozco a hombres y mujeres feministas, y desde luego no quieren que las mujeres adquiramos todo el poder. Hay gente que cree que esa es la función del feminismo, y eso genera miedo por el desconocimiento que hay. Luego, además, hay otro tipo de personas que lo que no quieren es que las mujeres tengamos los mismos derechos que los hombres, y ese pensamiento responde ya a un mal endémico que debemos combatir.
Las galas de entrega de premios cinematográficos se han convertido en altavoz de la lucha por la igualdad de género. ¿Consideras que las actrices lideráis un movimiento de concienciación importante para combatir esa lacra?
Pienso que debemos aprovechar la voz que se nos da para denunciar públicamente las injusticias. Pero es importante que, no sólo las actrices, sino las mujeres en general estemos unidas y a la cabeza de un movimiento así. Somos nosotras la que lo sufrimos. Aunque es imprescindible que los hombres den un paso adelante y se pongan a nuestro lado.
El sexo en escena
Tu compañero Quim Gutiérrez reveló hace poco en una entrevista que en los rodajes ha podido ser testigo de cómo algunos actores se toman ciertas libertades en las escenas de sexo. Se entiende que debéis llegar a un acuerdo para rodar ese tipo de secuencias. ¿Has sufrido personalmente situaciones así a lo largo de tu carrera?
Sí, lamentablemente. Me ocurrió una vez rodando en Inglaterra. Tuve que parar el rodaje muy cabreada para hablar con el director y decirle: “Si este señor (otro actor) vuelve a hacer lo que está haciendo, le pego. O hablas con él o me voy”. Por suerte me ha pasado hace poco, con lo que tengo las armas y el bagaje suficiente como para decir que por ahí no voy a pasar. Pero yo me pregunto cómo reaccionará una niña de diecisiete años en su primera película. Y supongo, como bien dice Quim, que hay muchos casos de indefensión.
Aunque lo preocupante es que no hay ningún adulto que tome las riendas y le ofrezca apoyo. Es algo que se establece, en algunos casos, como “normal”. La gente que lo tolera y mira para otro lado, al fin y al cabo es cómplice. Lo que debemos hacer es asentar las bases morales. Y como tú dices, si vas a un rodaje y tienes una escena de sexo, la escena se acuerda de antemano porque, evidentemente, no tienes que tener sexo de verdad.
Problemas de pareja
Cambiando de tema. En marzo vuelves al teatro con El amante, la obra de Harold Pinter que trata las problemáticas de las relaciones de pareja…
Trata sobre una pareja que llevan mucho tiempo juntos y que ahora atraviesan un momento complicado. No han querido reconocer sus problemas y, por tanto, han ido parcheando la situación. Es entonces cuando a través de un amante encuentran cierto equilibrio. Pero la obra va más allá de la infidelidad para mostrarnos lo que sucede cuando no nos enfrentamos a los problemas por falta de comunicación. Cuando uno no quiere ver lo que hace mal, provocando el dolor en el otro. Y a qué puntos tan extremos y tan absurdos se pueden llegar por no tener un vínculo en la pareja. Y cómo al final todo se va desvirtuando y muriendo.
La cuarta pared
Además, el público forma parte del elenco, se rompe la cuarta pared. Supongo que algunas parejas que acuden a ver la obra conviven a diario con los problemas que se representan.
Creo que es un acierto que el espectador pueda interactuar con nosotros, porque de alguna forma se ve directamente implicado. Y lo que se trata es algo muy real. El texto original transcurre a mediados del siglo pasado, sin embargo sigue estando vigente. Muchas veces creemos que nuestra pareja nos pertenece y forma parte de nuestra posesión. Y por eso puedo permitirme faltarle al respeto, y no debería ser así. La obra profundiza en la forma que tenemos de entender las relaciones y lo que eso conlleva.