La inflación es un fenómeno que, en alguna medida, cada país y sociedad debe enfrentar. Sin embargo, no todos logran manejarla adecuadamente y, en algunos casos, ésta se sale de control. En los últimos años, diversas naciones han experimentado casos particularmente críticos. Dos países ostentan el «honor» de encabezar los más altos índices inflacionarios: Zimbawe y Venezuela.
Venezuela alcanza cifras alarmantes
El 2018 fue el cuarto año del desplome de la economía venezolana. Cada uno de los cuatro años, la caída ha tendido a ser mayor. Fue de 6% en el 2015; 17% en el 2016; 16% en el 2017; y 19% en el pasado año.
Durante ese lapso, la inflación se aceleró sin pausa hasta pasar el umbral de la hiperinflación a finales del 2017. En 2018, la escalada se ubicó en la astronómica cifra de 2 millones por ciento.
La respuesta de Nicolás Maduro fue una serie de descomunales incrementos del salario mínimo. Sin embargo, estos aumentos fueron devorados por la inflación, al tiempo que afectaban la rentabilidad y supervivencia de las empresas.
Otra medida fue una reconversión monetaria de cinco dígitos que entró en vigencia en agosto. Pero ésta también ha perdido la pelea contra la inflación.
El 2018 cerró mal. Y las perspectivas para el 2019 lucen aún peores.
Zimbawe aún busca recuperarse
Ha pasado una década desde que la hiperinflación alcanzara su punto álgido en Zimbabwe, con un estimado de 500 mil millones por ciento. Luego de este tiempo, la economía del país todavía sigue en ruinas. La nación africana ha sido incapaz de financiar los servicios públicos básicos. Además, exhibe una enorme tasa de desempleo y emigración.
Este largo y doloroso calvario de Zimbabwe es una desdichada lección para Venezuela. Al igual que su par africano, el país suramericano recurre a las devaluaciones monetarias en una apuesta desesperada del gobierno para enfrentar la hiperinflación.
Los precios al consumo en Zimbabwe se descontrolaron en una espiral entre 2008 y 2009. El dólar local perdió valor.
Mientras la producción agrícola caía en picada, el gobierno de Robert Mugabe imprimía enormes cantidades de dólares zimbabwenses, en un intento fallido de zafar de la crisis.
Las tiendas subían los precios de los artículos varias veces al día. En 2008, se creó un billete de 100 billones de dólares. Sin embargo, con esa enorme cantidad, apenas se podía comprar una barra de pan.
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