Por Cambio16
24/04/2017
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Este lunes, la oposición venezolana se congrega en una protesta que se ha denominado como el «Gran Plantón Nacional«. Se trata de una manifestación inédita en el país caribeño en la que todos los sectores democráticos tratarán, una vez más, de demostrar su fuerza tanto en las calles de Caracas como en las de distintas ciudades del país. La sociedad venezolana asiste así a un nuevo capítulo de la resistencia pacífica que comenzó a principios de mes y que tuvo el 19 de abril su punto más álgido hasta el momento.
Ese día, decenas de miles de venezolanos hartos de la crisis humanitaria y política por la que atraviesa el país, salieron a las calles para exigir que el Gobierno deje entrar ayuda humanitaria para hacer frente a las carencias de las numerosas personas que viven desesperadas por la falta de alimentos y medicinas. También pedían la celebración de elecciones, la libertad de los presos políticos y el restablecimiento inmediato de la independencia judicial y los poderes de la Asamblea Nacional. El Gobierno de Nicolás Maduro reaccionó de la misma forma irresponsable que lo hizo ante protestas anteriores: la represión sistemática por parte de sus organismos de seguridad.
Esta respuesta vuelve a demostrar la necesidad de una fuerte presión internacional, especialmente de otros estados de la región, para impulsar la restauración de los derechos humanos y la democracia en Venezuela. Y es que los periodistas que cubren las protestas aseguraron que las fuerzas de seguridad los acosaron y el Gobierno tomó dos canales de televisión que informaron sobre las protestas. Asimismo, más de 500 personas fueron detenidas en todo el país, la mayoría de las cuales aún se encuentran arrestadas.
Ese 19 de abril, tres personas murieron y se sumaron a un lamentable saldo de 22 fallecidos desde que se inició la represión a las protestas. Carlos Moreno, un joven de 17 años de edad, que según informaciones de prensa no estaba participando en las manifestaciones, murió tras recibir un disparo en la cabeza en Caracas. Y civiles armados en el estado de Táchira mataron de un disparo a Paola Andreina Ramírez, una estudiante universitaria de 23 años de edad. Finalmente, un francotirador mató al Sargento Clemente Barrios Neomar, un miembro de la Guardia Nacional, en el estado de Miranda .
Cuando las manifestaciones terminaron, Diosdado Cabello, número dos del Gobierno de Maduro y expresidente la Asamblea Nacional, dijo en su programa semanal de televisión que «no querría estar en la piel de aquellos delincuentes que están llamando a desestabilizar (el país)». También mostró un folleto con el título Manual del combatiente revolucionario y fotografías de los líderes de la oposición con sus direcciones, diciendo a la audiencia que sabían «dónde viven y a dónde van». En un país donde la impunidad es la norma y en el que el Gobierno ha tomado repetidamente ventaja de la falta de independencia judicial para de manera arbitraria enjuiciar y encarcelar a opositores políticos, estas amenazas implícitas deben tomarse muy en serio.
https://youtu.be/O56Y2cJ7hCc
A pesar de las muertes y el medioambiente de la amenaza, muchos venezolanos salieron de nuevo el jueves para impulsar el cambio en su país. La respuesta fue más represión, más gases lacrimógenos y más detenciones. Al menos 12 personas murieron durante los incidentes de saqueo en dos zonas de bajos ingresos de Caracas. Once personas murieron o resultaron electrocutadas en el sector popular caraqueño de El Valle, de acuerdo con el Ministerio Público venezolano. Más tarde, fuerzas de seguridad y civiles armados con vínculos con el gobierno entraron en ese lugar, hubo repetidos disparos y tuvo que ser evacuado un hospital de niños después de que los gases lacrimógenos entraran en el edificio, de acuerdo con los relatos de los residentes.
El sábado, los venezolanos organizaron la «Marcha del Silencio«, una manifestación en honor a las personas que habían muerto en todas las manifestaciones celebradas en abril.
https://youtu.be/6ZafNBvFjYM
Desde antes de estas protestas, la región mira a Venezuela. La Organización de Estados Americanos (OEA) está debatiendo actualmente el cumplimiento del país con la Carta Democrática Interamericana. Durante las últimas semanas, los estados miembros y el secretario de la OEA han expresado su seria preocupación por la crisis humanitaria que enfrenta el país caribeño, con alimentos básicos y suministros médicos drásticamente escasos. La comunidad internacional ha criticado la decisión de la Contraloría General de inhabilitar políticamente a Henrique Capriles Radonski y una sentencia del Tribunal Supremo que cerró la Asamblea Nacional. La presión internacional se mantuvo incluso después de que el tribunal revocara en parte su decisión después de «responder a una solicitud» de Maduro.
Asimismo, también ha criticado la arbitraria continua detención del líder opositor venezolano y preso de conciencia Leopoldo López, quien el pasado mes de febrero cumplió tres años de su arresto. Este domingo, en medio del convulsionado momento que atraviesa Venezuela ante la brutal represión del régimen militar de Nicolás Maduro a la población civil en las últimas manifestaciones, la activista por los derechos humanos, Lilian Tintori, denunció que lleva un mes sin ver al líder preso político del chavismo.
«Tenemos un mes sin que la familia o sus abogados lo vean. No nos dejan pasar! Es una violación a los #DDHH», escribió la esposa del líder de Voluntad Popular a través de su cuenta de Twitter, en un mensaje dirigido a Nicolás Maduro.
La sanción de Leopoldo incluye quitarle la visita de sus abogados y eso es ilegal, es una violación a sus derechos @TarekWiliamSaab
— Lilian Tintori (@liliantintori) April 24, 2017
El Defensor @TarekWiliamSaab me bloquea en Twitter, pero se que me lee. Usted está avalando que Leopoldo esté aislado desde hace un mes pic.twitter.com/dUxLlilMiE
— Lilian Tintori (@liliantintori) April 24, 2017
Ya tenemos 11 horas en la puerta de la cárcel de Ramo Verde esperando para ver a Leopoldo y aún no tenemos respuesta #PlantonEnRamoVerde pic.twitter.com/TJLHDre1CO
— Lilian Tintori (@liliantintori) April 24, 2017
Ante la negativa de los agentes de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), Tintori advirtió de que no se irá de la prisión de Ramo Verde «hasta ver a Leopoldo (…) Tenemos un mes sin verlo. Sin saber nada de él», denunció.
Denuncio ante el mundo: Defensor @TarekWiliamSaab su silencio y su inacción son complicidad. La dictadura viola los #DDHH a Leopoldo. pic.twitter.com/VogqTZk9pA
— Lilian Tintori (@liliantintori) April 23, 2017
Ya tengo más de 8 horas en la puerta de la cárcel de Ramo Verde esperando que me dejen pasar para visitar a Leopoldo ¡De aquí no me muevo! pic.twitter.com/rmJq1Wg8zM
— Lilian Tintori (@liliantintori) April 23, 2017
Así, este lunes la oposición va a su «plantón» que debe hacerse también manifiesto por parte de todos los sectores mundiales que defienden las causas democráticas del mundo. Los líderes latinoamericanos deben convocar inmediatamente una reunión de alto nivel para tratar la crisis de Venezuela que fuerce al Gobierno de Maduro a respetar el Estado de Derecho, que convoque a unas elecciones con participación de observadores independientes, que libere a los presos políticos, restablezca la independencia del poder judicial y del Parlamento, y sobre todo, permita la entrada de la ayuda humanitaria en el país para aliviar el sufrimiento del pueblo venezolano.
El «plantón» y el no retorno ya es venezolano, pero también debe ser mundial. Los verdaderos sectores democráticos del mundo deben comprometerse a ello.
La carta abierta de Lilian Tintori a los militares venezolanos
La activista venezolana por los DDHH y esposa de Leopoldo López recientemente envió un mensaje a las fuerzas militares a desobedecer las consignas del Gobierno de atacar a los manifestantes. «Tu familia sufre los mismos horrores que todos los venezolanos», expresó contundentemente en una carta abierta, que a continuación reproducimos:
Hermana, hermano, compatriota:
Te escribo como madre y como hija, no como esposa de un preso político ni como activista de derechos humanos. Te escribo como venezolana, como una persona más del pueblo, con los mismos padecimientos y tristezas, con las mismas alegrías y anhelos de todos los que como tú y yo también han tenido el privilegio de haber nacido en esta sublime nación que es Venezuela. Nuestra Venezuela, la tuya y la mía, con sus mares y ríos, con sus escarpadas montañas y sus pálidos desiertos, con sus llanos y sus nevados picos, como son sus calles empedradas, sus plazas y sus acogedores pueblitos.
Nuestra Venezuela, que llevo tatuada no sólo en mi piel sino en mi alma porque respiro y respiraré, como tú, siempre en ella.
Aunque las circunstancias históricas nos han puesto en escenarios diferentes, en esta hora difícil estoy convencida de que son más las cosas que nos acercan y hermanan que las que nos distancian.
Venezuela, la madre, la patria, es la principal de ellas. Esta carta no es para hacer señalamientos, tampoco para levantar reproches, ni siquiera deseo hablarte del horror que son los crímenes de lesa humanidad ni de las nefastas consecuencias que supone para aquellos quienes los cometen. Esta carta es para que reflexionemos juntos como venezolanos (a secas), sin ideologías ni política, sin códigos legales ni rabias, como parte de una misma cultura, como parte de una misma tierra.
Tú, igual que yo, tienes madre, probablemente tengas hijos o estés casada o casado, a lo mejor tienes hermanas y hermanos, y estoy segura que ellos, tu familia, igual que tú y que yo, están sufriendo injustificadamente los horrores que todos los venezolanos estamos sufriendo estos días, sin comida, sin medicinas, con el crimen desatado, con enfrentamientos políticos inútiles, con mucha desesperación y miedo. Sobre todo eso: miedo.
Los últimos días que hemos pasado tanto tú como yo en la calle han sido de una dureza y de una crueldad desproporcionadas. Ver a aquella señora que podría ser tu mamá o la mía enfrentar a una tanqueta con su propio cuerpo como escudo, al joven desnudo que podría ser tu hermano o el mío levantando la Biblia como estandarte, mientras su cuerpo era acribillado a perdigonazos, a los jóvenes lanzándose al río Guaire para guarnecerse de los gases tóxicos o los cientos de testimonios de mujeres sumidas en un desgarrador llanto, rogando a Dios que nos libere de este profundo dolor que acompaña cada uno de nuestros días, nos tiene que hacer reflexionar por igual a ambos.
Te pido que lo hagas, que reflexiones conmigo por un momento, como venezolanos. Sé que piensas que tu obligación es atacar al pueblo porque tus jefes superiores así te lo ordenan. Pero no lo es. Ellos te dicen que es para conservar el orden público pero lo único que quieren es conservar el poder para seguir enriqueciéndose y hacer lo que les da la gana. Ellos, quienes te ordenan que ataques a tu propia gente, a tus propios familiares y amigos, te usan como carne de cañón. Son unos criminales no porque lo diga yo, sino porque hay decenas de tribunales en el mundo que los están buscando por los crímenes que han cometido.
Hermano soldado, policía y guardia nacional, tú antes que nada eres parte del pueblo venezolano. Padeces la misma crisis económica que padecemos todos los que protestamos, tienes familiares o amigos enfermos que no consiguen medicinas, haces largas colas para conseguir alimento, temes que el hampa asesine a tus hijos. Todo eso es injusto y despreciable.
Al final, hermano, hermana, compatriota, esos a quienes defiendes no les importas tú ni tu familia, te obligan a dañar, golpear y disparar contra el pueblo, es decir, contra tu propia gente para conservar su dictadura. No tienen piedad. No quieren elecciones porque saben que las perderían abrumadoramente, la gran mayoría de los venezolanos –como tú y como yo– estamos en contra del poder dictatorial, queremos votar, queremos elegir, no estar sufriendo en las calles ni en nuestro día a día.
En un país con tantos recursos naturales y con tanta riqueza como Venezuela, el caos actual y la crisis humanitaria son absolutamente injustificables. Quiero que sepas que los que luchamos en la calle lo hacemos para que esa ruinosa realidad cambie.
Esa es nuestra tristísima realidad. Ésa es la causa por la cual tantos venezolanos como nosotros, tantas madres, tantos hijos, tantos viejitos y niños, tantas amas de casa y trabajadores están luchando: queremos democracia, queremos igualdad, queremos que todos por igual tengamos los mismos derechos, queremos libertad.
Ya basta hermana, hermano, compatriota, te ruego que abras los ojos, bajes las armas, abras los brazos y cobijes con tu escudo a quien es como tú, al pueblo, no a los poderosos dictadores. Estoy convencida de que juntos, tú y yo, nuestros familiares y amigos, ese pueblo admirable que lucha en las calles, nuestras hermanas y hermanos venezolanos, construiremos juntos esa Venezuela amable, alegre, humana que tanto anhelamos, donde los ciudadanos aplaudirán con orgullo al uniformado, donde nuestros hijos jugarán como antes a ser policía o militar.
Soldado, cuando me veas en la calle dame un abrazo de reconciliación y que el beso en la mejilla, sin cascos ni protección más que la piel venezolana, nos una simbólicamente en un gesto de perdón y hermandad como cuando en familia nos reencontramos para celebrar lo que somos y no lo que la maldad intenta imponer que seamos.
Hasta mañana, hermano, hasta siempre, reflexiona esta noche, piénsalo en el silencio de tu hogar, te encomiendo al Señor para que sensibilice tu corazón y a nuestra Madre Santísima para que cubra con su manto de amor tu alma.
En la fraternidad, en el reencuentro, tú podrías ser el héroe de la nueva Venezuela, el prócer de la nueva Independencia. Yo seguiré como madre, como hija, como esposa, pero sobre todo como venezolana, luchando junto al pueblo por tu libertad y la mía. Lucharé hasta el último de mis días por una mejor Venezuela. Espero que sea junto a ti. Hagámoslo por tus hijos y por los míos, por tus padres y los míos, por nuestro pueblo.