En 2018 Venezuela pasó a ser el país más violento de América Latina y del mundo, según la ONG Observatorio de Violencia.
Su director, Roberto Briceño León, informó que se registró una tasa de 81.4 víctimas por cada 100 mil habitantes. Las estadísticas del informe anual señalan que 23 mil 047 personas fallecieron por causas violentas en el país.
Ocurrieron 10.422 homicidios. En total, 7 mil 523 casos obedecieron a la resistencia a la autoridad a través de diversos operativos del Estado.
El vocero destacó que en segundo lugar se encuentran Honduras y El Salvador. Estos países tienen cifras muy inferiores a las venezolanas.
«De los 335 municipios que tenemos en el país, en 296 la violencia puede ser considerada una epidemia», acotó.
Indicó que hubo una leve reducción en la tasa de homicidio lo que se debe a la migración. Según Naciones Unidas, cerca de tres millones de venezolanos dejaron el país desde el año 2015 por la acentuada crisis económica.
Y también por un mayor control del registro de la información que hay en el país más violento, agregó Briceño León.
Las cinco entidades más violentas fueron: Aragua, Miranda, Bolívar, Distrito Capital y Sucre.
Violencia exacerbada por la peor crisis que se recuerda
Ante la opacidad de las estadísticas oficiales en Venezuela, considerado ahora como el país más violento, este ente y ocho universidades miden año tras año la magnitud del problema. Venezuela se desangra por la violencia, exacerbada por la peor crisis económica, política y social que se recuerda.
La ONG agrega que casi la tercera parte de los hechos violentos ocurrieron a manos de las fuerzas de seguridad. Y en muchos casos en episodios de ejecuciones extrajudiciales.
«El Gobierno ha establecido que la única política para solucionar el problema es hacer desaparecer a delincuentes y no reducir la delincuencia. Desde 2015 vemos con preocupación una política de exterminio de los delincuentes. También un aumento de la acción represiva que no conduce al fortalecimiento de la seguridad ciudadana. Y va en contra de la institucionalidad y los derechos humanos», explicó Briceño León.
El delito cambia sus modalidades en el país más violento
A la violencia la acompaña el empobrecimiento de la población de un país que ya supera los 12 meses bajo el yugo de la hiperinflación. Esta también ha traído consigo a un cambio en la modalidad del delito.
«Muchas formas se han vuelto poco rentables para el delincuente. Este opera en función de los beneficios que pueda obtener durante el riesgo que corre y los costos que debe pagar», agregó.
Aseguró que un tercer elemento está asociado a la alta tasa de emigración. Entre los que se van, en su mayoría son quienes viven en peores condiciones económicas. Y que además hay muchas personas que pensarían en delinquir como vía para sobrellevar su mala situación.
La localidad venezolana más violenta es El Callao, en el estado Bolívar, zona minera del sur del país. Esa población carga con el fardo de 619,8 muertes violentas por cada 100 mil habitantes. La cifra pone a este pequeño pueblo a la misma altura que Medellín de los tiempos de Pablo Escobar. La minería legal e ilegal y la presencia de grupos guerrilleros explotaciones son parte de acentuada violencia.
Otro de los estados más violentos es Aragua, en la región central del país, cerca de la capital Caracas. Su tasa de homicidios duplica la nacional y el grueso tiene que ver con las llamadas muertes «por resistencia a la autoridad».
A principios de diciembre, el asesinato de un adolescente de 13 años que lideraba una banda criminal puso en evidencia el nivel de penetración del crimen en la región. Otros estados como Sucre, en la costa oriental, comenzaron a figurar este año entre los más violentos mayormente por la expansión del narcotráfico.
Para Briceño León, las organizaciones criminales se han ido haciendo más rurales. Han tomado matices de guerrillas. Y la producción agroalimentaria se ha convertido en el nuevo botín de la delincuencia en Venezuela, el país violento del mundo.
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