» Cada embajador de Guaidó es un venezolano preparado, con trayectoria profesional y académica que ha logrado éxito en su desempeño»
El aumento de la gasolina en febrero de 1989 (un medio por litro) fue sólo el detonante de un proceso de desgastes y conjuras que se tramaban en contra del status quo bipartidista. La proclamación de Carlos Andrés Pérez en el Teatro Teresa Carreño levantó muchas pinzas. Pero el camino para la explosión estaba abonado. La antipolítica, la fatiga y el malestar sembrado por las «Carlotas Flores de Carapita«, fue la chispa en la pradera. Desde aquellos días la devaluación del bolívar pasó de 4,30 por dólar a más de un trillón. ¿Por qué en Venezuela no ha habido un reventón?
Bachaqueando gasolina
El “bachaqueo express“ es una expresión de resuelve. Una clase media y otra más acomodada que tiene su despacho Prêt-à-Porter a domicilio. Resuelve el que no quiere hacer cola, pero también resuelve “el operador” que tienen en el oficio una nueva chamba que involucra su inevitable cadena celestina de corrupción.
Otros madrugan y pasan horas hasta lograr el objetivo o perder su tiempo. Y la Venezuela de última fila -la que no puede movilizarse por no tener vehículo, ni voluntad ni salud para salir a una cuadra de su casa- no le queda más que recurrir a «comunas en carretas” para enviar por comida, medicamentos, agua o implementos para la colada.
En la Venezuela depauperada y esquilmada no hay tiempo para conjuras ni indignación. Menos para la política o la antipolítica. Todos quedan atrapados en sus zonas de confort, en sus endosos o en sus miserias. Un salto a la anomia en donde quien nos inmoviliza no es Maduro. Es la aceptación de vivir así…
Hace rato que en Venezuela tenía que haber reventado un estallido social de proporciones incontenibles. Hace rato teníamos que deponer esa concupiscente y sumisa cultura criolla que todo lo aguanta y todo lo grita a la vez. La del «agárrenme que lo mato”, mientras quien muero soy yo en medio de fingida voluntariedad.
Venezuela ha entrado en la peor condición infrahumana de su historia. La burla ciudadana es infinita. El control y la represión cubana van por libre. El saqueo ruso, chino, turco, iraní a pedir de boca. Pero seguimos atrapados y deshojando margaritas, entre penurias y lamentos, acusaciones y proclamas que arengan «y ahora quién podrá defendernos«…
Hemos elegido el camino del bachaqueo de la vida, de culpar a Dios y a la mala leche de nuestro mal destino. Claro que las coaliciones internacionales de proteger existen. Pero dejarlo todo en manos de la externalidad mientras «me acomodo» o culpo al vecino o al líder, también tiene su precio. Acaso yo no soy líder de mi destino? ¿Es sólo Guaidó el mesías?
El cuerpo diplomático de Guaidó
El cuerpo diplomático del presidente Juan Guaidó ha hecho un inmenso trabajo por aliviar la carga de la crisis humanitaria, proveer identidad, abogar por nuestros refugiados y consolidar alianzas con las democracias más poderosas del planeta. Han sido misiones difíciles que hemos enrostrado sin recursos, ni sede, ni residencia.
Pero la respuesta bajuna de la descalificación proveniente de algunos fragmentarios no podía esperar. Mala cosa en tiempos que el liderazgo ESTADISTA, el que propone, une, hace y aporta debe prevalecer. Pero eligen el camino de bachaquear la dignidad de quien sirve, para descolocar y ponerse ellos… por poder, por figurar. A ellos les digo: «Aquí estamos con los brazos abiertos para que se unan a la causa».
Como embajador plenipotenciario de Venezuela en Canadá doy fe del arduo trabajo que con un extraordinario voluntariado de Venezolanos residentes, preparados y honestos, se ha logrado de la mano con el país amigo y anfitrión, para aliviar las cargas de la emergencia humanitaria compleja, legalizar venezolanos en Canadá, asegurar su identidad y articular acciones diplomáticas en defensa de los derechos humanos y de las libertades civiles y políticas.
Desconocer ese trabajo no es agredir al embajador. Es denigrar de los propios connacionales y de nuestro gentilicio que con una inmensa vocación humanitaria han dejado lágrimas, sudor y corazón por los nuestros. ¿Adopción de otra cultura? Ya de odios vamos a tope… Pongámoslo de lado.
Los embajadores de Guaidó han salido a las calles a defender a nuestra gente en todos los terrenos. Desde cumplir con entrega de suministros hasta contener desalojos, xenofobia o abusos de autoridad. ¿Que de qué vivimos? La gran mayoría ha puesto sus ahorros y su tiempo al servicio de la causa. Amigos, familiares, clientes también han colaborado. Todo un trabajo muy desigual, donde «vamos a caballo” de un lado a otro, haciendo lo mejor para alcanzar lo que todos anhelamos: rescatar la dignidad y regresar a Venezuela.
Cada embajador de Guaidó es un venezolano preparado, con trayectoria profesional y académica que ha logrado éxito en su desempeño. Cada bien que poseen se lo han ganado, cada título o reconocimiento le ha permitido destacarse con mérito en otras latitudes, con otro idioma y cultura. Los embajadores de Guaidó despachamos -a mucho orgullo- desde casa, desde un café o un celular. Y lo hacemos con el honor y la convicción de que el esfuerzo vale la pena, no es otro que legarle una nación a nuestros hijos… El resto es mezquindad.
O reaccionamos o nos somalizamos
Hace rato tocamos fondo. Nos ayudarán a salir si antes demostramos que estamos dispuestos a ayudarnos y respetarnos nosotros mismos. Maduro se irá el día que concienticemos a profundidad que el problema es nuestro. Ese día no habrá bachaqueo ni calumnias. Ese día se unirá, se encenderá y se liberará Venezuela. No antes…
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