Venezuela marca un histórico y triste hito. Es el primer país del mundo de la era moderna en perder todos sus glaciares. El Humboldt, último de sus cuerpos de hielo, ha desaparecido. Volaron las cinco águilas blancas de los Andes venezolanos. Mérida, la Ciudad de las Nieves Eternas, las ha perdido.
Según la tradición oral de los pueblos originarios del país sudamericano, los cinco picos de la Sierra Nevada (Bolívar, Humboldt, La Concha, Bonpland y El Toro) representan a las míticas Cinco Águilas Blancas, cuyo despertar origina las grandes nevadas en la región. La leyenda es un símbolo identitario de la ciudad de Mérida, ubicada en el suroeste del país, y sus habitantes
Cinco majestuosos glaciares adornaban los páramos del estado Mérida. Formaban parte integral de su paisaje e identidad. Sin embargo, el inexorable avance del calentamiento global ha borrado estas formaciones de la faz de la región. El más reciente informe de la Iniciativa Internacional sobre el clima criosférico revela una demoledora verdad. El último glaciar de Mérida, situado en la cúspide del Pico Humboldt, ha mermado hasta convertirse en una fracción de su tamaño original. Una masa de hielo insuficiente para ser catalogada como glaciar.
«La Corona», como también se le conoce, ha sufrido una reducción tan drástica que ha trascendido su clasificación anterior, transformándose en lo que ahora se denomina un campo de hielo. Este fenómeno no es un caso aislado. Es un reflejo del impacto global del cambio climático. Con Venezuela como un claro ejemplo de sus efectos devastadores. Peor aún, es un espejo de lo que les espera a los valiosos glaciares tropicales, los más vulnerables ante el cambio climático.
Transformación desoladora
En el corazón tropical de Venezuela, los glaciares que una vez coronaron las cumbres andinas han sucumbido ante el avance implacable del cambio climático. A principios del siglo XX, al menos cinco glaciares se erguían orgullosos. Desafiaban la latitud ecuatorial gracias a las alturas que superaban los 5.000 metros sobre el nivel del mar.
Alfredo Jahn, ingeniero y naturalista venezolano, fue pionero en documentar estos gigantes helados en 1910. De acuerdo con sus mediciones abarcaban más de 10 kilómetros cuadrados en los picos Bolívar, Bonpland, La Concha, Espejo y Humboldt. Pero hoy, la historia es otra. Los glaciares de La Concha y Bolívar desaparecieron en 1990 y 2017 respectivamente. Y el Humboldt es un mero “parche de hielo” que carece de la vitalidad glaciar, según el ambientalista e investigador de la Universidad de los Andes, Luis Daniel Llambi.
Desde los años 70, el glaciar Humboldt ha retrocedido, con una aceleración alarmante desde 2016. De aquellos 10 kilómetros cuadrados iniciales, menos del 1% sobrevive. Llambi y su equipo de la venezolana Universidad de los Andes confirmaron la triste realidad en expediciones recientes. Observaron cómo el glaciar se redujo a la mitad entre 2019 y 2023. Pasó de cuatro a menos de dos hectáreas.
La NASA capturó la desoladora transformación a través de imágenes satelitales que comparan el glaciar Humboldt entre 2015 y 2024. Las fotografías, tomadas al término de la estación seca, evidencian una disminución drástica de la superficie glaciar. En 2015, el glaciar se extendía por 0,1 kilómetros cuadrados. Para 2024, había mermado a una décima parte de su extensión original.
Pérdida de La Corona
Aunque no hay un consenso global sobre el tamaño mínimo para clasificar una masa de hielo como glaciar, el USGS sugiere que “alrededor de 10 hectáreas” es una medida aceptada. Los glaciares andinos de Venezuela han retrocedido un 99% entre 1910 y 2019. La cobertura glaciar en Venezuela disminuyó un 98% entre 1953 y 2019. Pasaron de 300 campos de fútbol a apenas 3 o 4. La tasa de pérdida de hielo se disparó tras 1998, alcanzando un pico del 17% anual desde 2016. Exacerbado por un incremento en la temperatura global y fenómenos extremos como El Niño y La Niña.
La desaparición del glaciar de La Concha en 1990 y del pico Bolívar en 2017, este último inmortalizado en el billete de mayor denominación del bolívar fuerte, marca el fin de una era. El glaciar Humboldt, otrora conocido como La Corona, ha visto cómo su superficie de 450 hectáreas se desplomó a dos. Entre 2019 y 2023, perdió el 50% de su área, un testimonio mudo del cambio climático.
Venezuela, que en 1910 albergaba seis glaciares con una extensión de 1.000 kilómetros cuadrados, ahora ve cómo estos se han reducido a insignificantes fragmentos de hielo. La Corona, el último glaciar en el Pico Humboldt, ha sido reclasificado como un campo de hielo. Venezuela se convierte así en el primer país andino en perder todos sus glaciares.
En diciembre el gobierno venezolano intentó preservar el glaciar Humboldt con una manta geotextil. El fallido y tardío esfuerzo fue cuestionado por los conservacionistas debido a la posible contaminación por microplásticos. La desaparición de los glaciares podría tener consecuencias graves en los ecosistemas de montaña, como la sierra de Mérida, donde la vegetación comienza a colonizar las rocas antes cubiertas por hielo. La formación de nuevo suelo y la adaptación de especies son inciertas. Subrayan la necesidad de medidas de conservación ante un trágico final para un país que, por increíble que suene, alguna vez fue escenario de esquí de fondo en los años 50.
Valiosos glaciares tropicales
Anclados en las cumbres que rozan el cielo, los glaciares tropicales son oasis de hielo en el calor del ecuador, situados entre las latitudes de 30°N y 30°S. A pesar de su emplazamiento en zonas cálidas, estas masas de hielo perduran gracias a las alturas que alcanzan. Donde el frío es suficiente para su formación y conservación. Los Andes sudamericanos, las montañas del este africano, y las elevaciones de Indonesia y Papúa Nueva Guinea son el hogar de estos glaciares, que se encuentran en una constante lucha por su existencia debido a su ubicación en áreas de temperaturas límite.
Los glaciares tropicales, más pequeños en comparación con sus homólogos polares, responden con agilidad a los cambios climáticos. Se caracterizan por una alta tasa de ablación y experimentan fluctuaciones estacionales considerables en su masa y extensión. La nieve acumulada en las estaciones frías es vital para su supervivencia. Debe ser suficiente para equilibrar el derretimiento en los periodos más cálidos. La desaparición de estos glaciares no solo amenaza el suministro de agua para las comunidades locales, sino que también tiene consecuencias profundas para los ecosistemas y las poblaciones que de ellos dependen.
En América del Sur, los Andes albergan la mayoría de los glaciares tropicales. Perú tiene el 70% y Bolivia el 20%. Aunque en África Oriental e Indonesia también se encuentran. Son los más vulnerables al cambio climático. En las últimas décadas se ha producido un retroceso significativo. Lo que plantea serias preocupaciones sobre la disponibilidad futura de agua dulce, generación de energía hidroeléctrica y biodiversidad en estas regiones.
Cinco de los más importantes
Los glaciares glaciares tropicales están siendo observados de cerca por la comunidad científica debido a su importancia ecológica y humana. Presentan características únicas y desafíos debido al cambio climático y actividades humanas.
- Glaciar Quelccaya (Perú): Se encuentra en el departamento de Apurímac. Con 44 Km2, es uno de los más grandes de América del Sur fuera de los polos. Ha perdido aproximadamente un tercio de su masa desde 1978. La pérdida de hielo puede afectar la disponibilidad de agua dulce en la región. Especialmente importante para la agricultura y la generación de energía hidroeléctrica.
- Glaciar Coropuna (Perú): Ubicado en el departamento de Arequipa. Mide 42 Km2. Está experimentando un retroceso significativo. La pérdida del recurso natural puede tener implicancias directas en la gestión del agua y la sostenibilidad ambiental de la región.
- Glaciar Zongo (Bolivia): Ubicado en la región de La Paz, Bolivia. Con 23 Km2, es uno de los glaciares más pequeños. Su rápido derretimiento puede afectar la calidad del agua en ríos y lagos cercanos. Así como poner en riesgo infraestructuras locales.
- Glaciar Carstensz (Puncak Jaya, Indonesia): Situado en la provincia de Papua. Es el pico más alto de Indonesia y de Oceania. Con 7.5 Km2, es notable por ser uno de los pocos glaciares tropicales que aún existen en el continente. Su pérdida podría tener impactos significativos en la biodiversidad local y en la cultura de las comunidades indígenas que dependen de él.
- Glaciar Lewis (Monte Kenya, Kenia): Es el pico más alto de toda la costa oriental africana. Con solo 0.4 Km2, es uno de los glaciares más pequeños y quizás el más vulnerable. Dada su fragilidad y alta tasa de pérdida de hielo, corre el riesgo de desaparecer en las próximas décadas. Podría afectar la biodiversidad del área y la economía local basada en el turismo.
En riesgo de México a Bolivia
Para el glaciólogo venezolano Luis Daniel Llambi la desaparición del último glaciar de Venezuela “es un presagio de lo que podría suceder en Colombia y Ecuador”. El patrón de retroceso no es exclusivo de Venezuela. La criósfera terrestre está disminuyendo desde 1980.
Los glaciares ecuatoriales del norte de los Andes son particularmente vulnerables al cambio climático debido a su ubicación tropical. Colombia ha perdido el 55,3% de sus glaciares desde 1985. Actualmente alberga seis glaciares que cubren 33 kilómetros cuadrados. El volcán nevado Santa Isabel es el más pequeño con 20 hectáreas. Expertos colombianos estiman que el glaciar va a extinguirse en los próximos 5 o 7 años. El Carihuayrazo en Ecuador también está a punto de extinguirse. Igual varios glaciares en Bolivia.
Los de México también están en riesgo. Solo quedan cinco glaciares en el país. Ubicados en el volcán inactivo Iztaccíhuatl y el Pico de Orizaba, con menos de un kilómetro cuadrado de hielo. El más grande, el glaciar Jamapa, podría desaparecer para 2030. Según estudios del Centro de Ciencias de la Tierra de la Universidad Veracruzana y la Universidad de Texas en San Antonio, en 2050 podría perder todos sus glaciares.
Alejandra Melfo de la ULA, advierte que el cambio climático amenaza con eliminar todos los glaciares montañosos. “Llevándonos a un territorio desconocido. Es difícil imaginar la desaparición de vastos campos glaciares como los del sur de los Andes, pero ya estamos viendo un retroceso rápido en Bolivia”. En los Andes centrales, donde el clima es más seco, los glaciares son una fuente vital. Suministran hasta el 50% del agua consumida durante las temporadas secas. La pérdida inminente de los glaciares en Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia tendrá un impacto social mucho mayor que en Venezuela. Debido a la dependencia de grandes poblaciones de las fuentes de agua glaciar.
La Corona es la punta del iceberg
Desde la Revolución Industrial, los niveles de gases de efecto invernadero han aumentado drásticamente, acelerando el cambio climático. La crisis de los glaciares trasciende las fronteras de Venezuela y América Latina. Se erige como un desafío global. El glaciólogo Jorge Luis Ceballos advierte que Indonesia y Eslovenia podrían ser los próximos países en ver como desaparecen los suyos.
Mark Maslin, experto en ciencias del sistema terrestre, subraya que plantea que el fenómeno serios problemas para comunidades que dependen del agua dulce de las masas de hielo. Especialmente en tiempos de sequía. Los glaciares son esenciales para el equilibrio climático. Su desaparición nos lleva a un territorio desconocido. Altera la climatología terrestre y eleva el nivel del mar, amenazando a pequeños Estados insulares.
Lo que está ocurriendo con los glaciares es una advertencia sobre los múltiples efectos del calentamiento global que se avecinan. Sequías, inundaciones, aumento del nivel del mar, incendios forestales, olas de calor, huracanes, pérdida de fuentes de agua y fertilidad del suelo, escasez de alimentos y migraciones. Los glaciares son fundamentales para el clima global
James Kirkham y Miriam Jackson, glaciólogos consultados por la BBC, estiman que para 2100 el mundo podría perder entre el 20 y el 80% de sus glaciares. Todo dependerá de la reducción de emisiones de CO2. Aunque parte de esta pérdida es inevitable, una disminución significativa de las emisiones podría preservar muchos depósitos glaciares. Beneficiando la vida, la energía, el agua y la seguridad alimentaria.
Hasta el Glaciar del Juicio Final
El Glaciar Thwaites, conocido coloquialmente como el ‘Glaciar del Juicio Final’, se erige en la Bahía de Pine Island, en las profundidades australes del globo, cercano al Polo Sur. Este coloso de hielo, cuya extensión rivaliza con la del estado de Florida, se encuentra en el centro de una creciente alarma climatológica. Su desaparición no solo es inminente, sino que también augura un aumento catastrófico del nivel del mar de unos 3 metros. Lo que reconfiguraría las costas del mundo y pondría en jaque a innumerables ecosistemas costeros.
La acelerada disolución del Glaciar Thwaites se debe a la infiltración de aguas oceánicas cálidas y a la intensa presión que estas ejercen sobre su base helada. Combinación letal que acelera la erosión y fractura el glaciar, precipitando su desintegración. La inteligencia artificial, aplicada al análisis de imágenes satelitales, confirma que el glaciar está retrocediendo a un ritmo sin precedentes en más de 5 milenios.
Ante este escenario, la comunidad científica se ha volcado en el estudio del glaciar para desentrañar su vulnerabilidad ante el cambio climático y buscar estrategias de mitigación. Las adversas condiciones antárticas y la densidad de la capa de hielo de Thwaites impone barreras significativas. Pero no detiene el ímpetu investigativo que busca salvaguardar el crucial glaciar. En esencia, el Glaciar Thwaites es un indicador crítico del futuro climático del planeta. Su colapso total sería desastroso.
Ruta de la capa de ozono
Con la pérdida del glaciar Humboldt , Venezuela se convierte en un símbolo de lo que serán los Andes sin hielo, una realidad que nos golpea en el presente. A pesar de que Venezuela y otros países andinos no dependen de los glaciares para su suministro de agua dulce, lo que está a la vista es motivo de preocupación es global. Luis Daniel Llambi resalta que, más allá de la clasificación técnica del glaciar Humboldt, su masa de hielo posee un valor cultural y científico incalculable. Por lo que muchos se resisten a declararlo extinto hasta que no desaparezca completamente. “Pero eso ocurrirá pronto”.
Reconoce que el cambio climático acabará con la nieve en Mérida, conocida como la Ciudad de las Nieves Eternas. La desaparición del último glaciar venezolano puede no impactar significativamente la vida cotidiana de la ciudad. Pero sí afecta profundamente a nivel cultural. La ciudad ha perdido sus icónicos picos blancos, sus cinco águilas blancas. Lo que afecta a su identidad y su industria turística.
La desaparición de los glaciares de Mérida es un testimonio silencioso pero elocuente de la necesidad de políticas ambientales más robustas y de un compromiso colectivo para preservar nuestro planeta. El fenómeno no solo compromete la biodiversidad y la salud ecológica de las regiones donde se encuentran, también tiene impacto directo en la seguridad hídrica y la sostenibilidad de las comunidades locales.
Pero no todo está perdido. La experiencia de lo que hizo la comunidad internacional para revertir el daño en la capa de ozono nos enseña que es posible con voluntad política y acción global. Llambi insta a los ciudadanos a exigir cambios sustanciales a sus gobiernos para evitar la pérdida de ecosistemas únicos como los glaciares de Venezuela. Un país que guarda la esperanza de presenciar el retorno de sus cinco águilas blancas.