En este momento cuando se asoma la naturaleza autoritaria en muchos lugares del mundo, el libro Sobre la tiranía, veinte lecciones que aprender del siglo XX de Timothy Snyder, profesor de Historia de la Universidad de Yale, puede ayudarnos a estar preparados y poder reconocer cuándo el agua empieza a ponerse turbia y cuándo la Constitución ni se acata ni se cumple, pero todos contentos.
No vienen las purgas de Stalin ni de los procedimientos de los populismos latinoamericanos que tanta gracia nos han causado y que han significado grandes tragedias para sus víctimas. Claro, cada país tiene su impronta pero la prevención es preferible a la lamentación. No siempre los salvadores funcionan a tiempo.
Ha pasado. Aunque hubo sospechas no se actuó. Fidel Castro juró por todos los santos que no era comunista, y fue un juramento vano; lo mismo hizo Chávez, asesorado por Monedero y Pablo Iglesias; y lo ha hecho Nicolás Maduro, que no aguantó las impertinencias del gaditano Alfredo Serrano Mancilla, y todos los estropicios cometidos son suyos por derecho propio. Ahí está el último informe que la Misión Independiente de Determinación de Hechos sobre la República Bolivariana de Venezuela presentó hace poco al Consejo de Derechos Humanos de la ONU, que repite como un coro griego que «tiene motivos razonables» de la perpetración de torturas, asesinatos, abusos sexuales, fraude a las leyes, y decenas de etcéteras por los funcionarios que gestionan el gobierno.
Las lecciones contra los autoritarismos nunca se desactualizan ni muestran obsolescencia alguna. Hasta los mejores hijos de familia se creen dueños de la verdad, y les aflora con facilidad la conducta del perdonavidas.
El anzuelo de los dictadores es amoroso y tentador
La presunta civilidad, la paz y el amor, como la defensa de los derechos humanos, la justicia social, la inclusión, el debido proceso, la democracia verdadera y la libertad son algunos de los eslabones que constituyen la cadena que precisamente servirá para doblegar a los ciudadanos, judicializarlos por sus ideas y recluirlos en podridas ergástulas sin, precisamente, el debido proceso. Y como si fuera poco, aprueban con el sello de la firma del mandatario, leyes y decretos para castigar la exaltación al odio, la discriminación, el terrorismo y la traición a la patria, los delitos que se le imputan exclusivamente a los opositores.
Las 20 lecciones que ofrece Snyder están orientadas a ayudar a los votantes que se sienten engañados a formarse un criterio para evaluar y conducirse con eficacia frente a tendencias totalitarias que van apareciendo con más frecuencia. Y que decantan finalmente en mensajes fijos que deben transmitir todos los medios de comunicación.
El mexicano lo hace todas las mañanas y solo termina a la hora del almuerzo; el venezolano, los domingos y estaba hasta nueve horas sin orinar, perdón, sin parar; el ecuatoriano, los miércoles. Hubo otros, pero fue Fidel Castro el más trepidante, se hacía reunir hasta «3 millones» de cubanos en la plaza de la revolución, que aplaudían con furor en la pausas con la esperanza de que se callara.
La popularidad que ha alcanzado este libro se debe en parte a que cada una de las veinte lecciones da pie para generar discusiones o realizar análisis comparativos con la realidad presente. No ponga sus bardas a remojar, evite el incendio de las del vecino.
Las veinte lecciones de Snyder
1. No obedezca por anticipado
La mayor parte del poder del autoritarismo le ha sido otorgado libremente. En tiempos como estos, los individuos se anticipan a lo que querrá un gobierno más represivo, y después se ofrecen sin que nadie se lo pida. Un ciudadano que se adapta de esa manera está enseñándole al poder lo que es capaz de hacer.
2. Defiende las instituciones
Son las instituciones las que nos ayudan a conservar la decencia. Ellas también necesitan nuestra ayuda. No hables de «nuestras instituciones» a menos que las hagas tuyas por el procedimiento de actuar en su nombre. Las instituciones no se protegen a sí mismas. Caen una tras otra a menos que cada una de ellas sea defendida desde el principio. De modo que elige una institución que te importe —un tribunal, un periódico, una legislación, un sindicato— y ponte de su parte.
3. Cuidado con el Estado de partido único
Los partidos que rehicieron estados y eliminaron a sus rivales no fueron omnipotentes desde el principio. Se aprovecharon de un momento histórico para hacerles la vida imposible a sus adversarios. Así pues, apoya el sistema multipartidista y defiende las normas de las elecciones democráticas. Vota en las elecciones locales y estatales siempre que puedas. Considera la posibilidad de presentarte como candidato.
4. Asuma tu responsabilidad por el aspecto del mundo
Los símbolos de hoy hacen posible la realidad de mañana. Fíjate en las esvásticas y demás signos de odio. No apartes la mirada ni te acostumbres a ellos. Retíralos tú mismo y da ejemplo para que otros también lo hagan.
5. Recuerda la ética profesional
Cuando los líderes políticos dan mal ejemplo, el compromiso profesional con las buenas prácticas adquiere mayor importancia. Resulta difícil subvertir un Estado regido por el imperio de la ley sin abogados, o celebrar juicios farsa sin jueces. Los autoritarios necesitan funcionarios obedientes, y los directores de los campos de concentración buscan empresarios interesados en la mano de obra barata.
6. Desconfía de las fuerzas paramilitares
Cuando los hombres armados que siempre han afirmado estar en contra del sistema empiezan a llevar uniformes y a desfilar portando antorchas y retratos de un líder, el final está cerca. Cuando las fuerzas paramilitares partidarias de un líder se entremezclan con la policía y las fuerzas armadas oficiales, ha llegado el final.
7. Sé reflexivo si tienes que ir armado
Si tienes que portar un arma como servidor público, que Dios te bendiga y te guarde. Pero es importante que sepas que los males del pasado tuvieron mucho que ver con que los policías y los soldados acabaron, un buen día, haciendo cosas inadmisibles. Debes estar dispuesto a decir que no.
8. Desmárcate del resto
Alguien tiene que hacerlo. Es fácil hacer lo mismo que todo el mundo. Puede resultar extraño hacer o decir algo diferente. Pero sin esa incomodidad, no hay libertad. Acuérdate de Rosa Parks. En cuanto alguien da ejemplo, se rompe el hechizo del statu quo, y otros le seguirán.
9. Trata bien el idioma, la lengua del país
Evita pronunciar las frases que utiliza todo el mundo. Inventa tu propia forma de hablar, aunque solo sea para expresar eso que crees que está diciendo todo el mundo. Haz un esfuerzo por distanciarte de Internet. Lee libros.
10. Cree en la verdad
Renunciar a los hechos es renunciar a la libertad. Si nada es verdad, nadie puede criticar al poder, porque no hay ninguna base sobre la que hacerlo. Si nada es verdad, todo es espectáculo. La billetera más grande paga las luces más deslumbrantes.
11. Investiga
Comprende las cosas por ti mismo. Dedica más tiempo a los artículos largos. Financia el periodismo de investigación suscribiéndote a los medios impresos. Sé consciente de que una parte de lo que se ve en Internet está ahí para perjudicarte. Infórmate sobre las páginas web que investigan las campañas de propaganda (algunas de las cuales proceden del extranjero). Asume la responsabilidad de la información que intercambias con los demás.
12. Mira a los ojos y habla de cosas cotidianas
No es solo una cuestión de cortesía. Forma parte del hecho de ser un ciudadano y un miembro responsable de la sociedad. Además, es una forma de mantenerte en contacto con tu entorno, de echar abajo las barreras sociales, y de hacerte una idea de en quién puedes confiar y en quién no. Si vamos a adentrarnos en una cultura de la denuncia, querrás estar al tanto del paisaje psicológico de tu vida cotidiana.
13. Practica una política corporal
El poder quiere que nuestro cuerpo se ablande en un sillón y que nuestras emociones se disipen en la pantalla. Sal a la calle. Lleva tu cuerpo a lugares desconocidos, entre gente desconocida. Haz nuevas amistades y manifiéstate con ellas.
14. Consolida una vida privada
Los gobernantes más canallas utilizan lo que saben sobre ti para manipularte. Limpia periódicamente tu ordenador de virus y malware. Recuerda que el correo electrónico no ofrece la mínima garantía de confidencialidad. Considera la posibilidad de usar modalidades diferentes de Internet, o simplemente utiliza menos la red. Ten contactos personales cara a cara. Por esa misma razón, resuelve cualquier problema jurídico que tengas. Los tiranos buscan un gancho por donde colgarnos. Intenta no tener ganchos.
15. Contribuye a las buenas causas
Participa activamente en las organizaciones, políticas o no, que expresen tu forma de entender la vida. Elige un par de organizaciones benéficas y domicilia tus aportaciones en tu cuenta corriente. Así habrás tomado libremente una decisión que apoya a la sociedad civil y ayuda a otros a hacer el bien.
16. Aprende de tus conocidos en otros países
Mantén tus amistades en el extranjero, o haz nuevos amigos en otros países. Las actuales dificultades en Estados Unidos forman parte de una tendencia más general. Y ningún país va a encontrar una solución por sí solo. Asegúrate de que tú y los miembros de tu familia tengáis pasaporte.
17. Presta atención a las palabras peligrosas
Debes estar alerta ante el empleo de las palabras extremismo y terrorismo. Sé consciente de los fatídicos conceptos de emergencia y excepción. Enfádate ante el uso traicionero del vocabulario patriótico.
18. Mantén la calma cuando ocurra lo impensable
La tiranía moderna es la gestión del terror. Cuando se produce un ataque terrorista, recuerda que los autoritarios se aprovechan de esos sucesos para consolidar su poder. El desastre repentino que exige poner fin a los frenos y contrapesos, la disolución de los partidos de oposición, la suspensión de la libertad de expresión, el derecho a un juicio justo, etcétera, es el truco más viejo del manual hitleriano. No te dejes engañar.
19. Sé patriota
Da un buen ejemplo de lo que significa tu país a las generaciones venideras. Lo necesitarán.
20. Sé todo lo valiente que puedas
Si nadie está dispuesto a morir por la libertad, todos moriremos bajo la tiranía.
Ni la libertad ni la democracia están garantizadas, siempre corren peligro
Todos los días nos olvidamos de las vulnerabilidades de la democracia y de que la libertad hay que defenderla cada segundo y en cada paso que damos. La política no pertenece a los políticos, la responsabilidad escoger los mejores es de ciudadanos y no se debe renunciar a ese deber.