Continúan los estudios para conocer más acerca de la variante ómicron. Esta vez, un grupo de investigadores han presentado los resultados del primer análisis estructural a nivel molecular que se ha hecho en el mundo de la proteína Spike. El estudio, revela cómo la variante ómicron se adhiere e infecta a las células humanas.
Para llevar a cabo el análisis, el equipo del Dr. Sriram Subramaniam, profesor en la Universidad de la Columbia Británica en Canadá, partió de una resolución casi atómica mediante criomicroscopía electrónica. Titulado “Variante ómicron del SARS-CoV-2: unión a ACE2, estructura crio-EM del complejo Spike Protein-ACE2 y evasión de anticuerpos”. Y se ha publicado en la revista académica Science.
El objetivo principal del estudio es profundizar y comprender más sobre la estructura molecular de la proteína Spike, la zona más afectada por el sistema inmune, y que es fundamental para acercarnos al desarrollo de tratamientos más eficaces contra la variante ómicron del coronavirus. Así como estar preparados ante la llegada de otras nuevas variantes.
Proteína Spike en el SARS-CoV-2
La nueva investigación parte de que la pequeña proteína Spike, situada al exterior del virus, tiene la capacidad de unirse sólo a ciertos receptores en la célula huésped, como los receptores ACE2 humanos. Estos se encuentran en las células del sistema respiratorio y resultan fundamentales para la infectividad viral y para la especificidad del huésped.
Cuando inició la pandemia de la COVID-19, los científicos de Wuhan se dieron cuenta de que la capacidad de cada virus de unirse a estos receptores originó una nueva versión del virus, provocando su evolución y pudiendo llegar a afectar a un nuevo huésped, el ser humano. Este cambio marcó la identidad y los genes del virus, haciendo que el conocido como COVID-19 dejara de propagarse entre animales para llegar a parasitar a la especie humana.
Ómicron tiene 37 mutaciones en la proteína Spike
Pero fue a principios de 2020 cuando se produjo la mutación del Sars-CoV-2, la cual propició que el encuentro de los receptores se produjera de una manera mucho más rápida. Posteriormente volvió a ocurrir con la variante Alfa, la cual dio lugar a la unión Spike-ACE2 mejorada. Debido a esta unión, el virus podía acceder a la célula y reproducirse aún más rápido, provocando una mayor cantidad de virus en los tejidos. Luego sucedió algo similar con Beta, Gamma, Delta y ahora con ómicron.
La variante ómicron tiene 37 mutaciones en la proteína Spike. Un número inusualmente alto de mutaciones (entre tres y cinco veces más que las anteriores cepas). Los científicos creen que estos cambios explican por qué la variante ha sido capaz de propagarse tan rápidamente. Además de infectar a personas que han sido vacunadas y de reinfectar a las que se han infectado previamente.
Las vacunas siguen siendo la mejor defensa ante la variante ómicron
El análisis estructural del grupo de investigadores liderados por el Dr. Subramaniam reveló que varias mutaciones crean nuevos puentes salinos y enlaces de hidrógeno entre la proteína Spike y el receptor celular humano conocido como ACE2. Todo apunta a que estos nuevos enlaces aumentan la fuerza con la que el virus se adhiere a las células humanas, mientras que otras mutaciones disminuyen la fuerza de este enlace.
En conclusión, el primer análisis estructural a nivel molecular de la proteína Spike sugiere que ómicron tiene mayor afinidad de unión que el virus original. Incluso que las variantes anteriores.
Otros experimentos del mismo equipo demostraron que ómicron posee una mayor capacidad para evadir a los anticuerpos. Que, con respecto a las variantes anteriores, posee una capacidad de evasión significativa ante los seis anticuerpos monoclonales probados, logrando una evasión completa frente a cinco de ellos.
La variante ómicron también mostró una mayor capacidad para evadir los anticuerpos de los individuos vacunados y de los pacientes con COVID-19 no vacunados. Al respecto, el Dr. Subramaniam dijo que ómicron «fue menos capaz de evadir la inmunidad creada por las vacunas, en comparación con la inmunidad generada por la infección natural en pacientes no vacunados. Esto sugiere que la vacunación sigue siendo nuestra mejor defensa».