Este domingo comenzó en la Unión Europea las campañas de vacunación contra la COVID-19. En este momento, Europa es el continente donde el SARS-CoV-2 se propaga con más rapidez, con una media de 250.000 nuevos casos al día. No ha pasado ni una semana desde que el bloque autorizó la vacuna de Pfizer y BioNTech, pero pretenden proceder con rapidez en la inmunización masiva.
Las primeras dosis de la vacuna fueron distribuidas dentro los países de la UE escoltadas por fuerzas e seguridad. En España, los primeros en recibir la vacuna fueron una mujer de 96 años de edad, llamada Araceli, y Mónica, una sanitaria de la residencia Los Olmos, en Guadalajara.
Las autoridades sanitarias seleccionaron esa residencia de ancianos, en la que viven 70 personas y trabajan otras 120, por su cercanía el almacén de Pfizer. La directora del centro, Marina Vadillo, confirmó que los residentes estaban satisfechos de ser los primeros en recibir la vacuna. “Para todos es un honor”, dijo.
Vacunación en España contra la COVID-19
En España, con más de 50.000 muertos por la pandemia, esperan haber vacunado en junio entre 15 millones y 20 millones de personas, de una población de 47 millones. Salvador Illa, ministro de Sanidad, afirmó que la campaña de vacunación se realizará en las 17 comunidades y ciudades autónomas bajo una política de equidad y cohesión. «La vacunación será el principio del fin de la pandemia», dijo.
Las vacunas se empezaron a aplicar de forma simultánea y gratuita en todas las comunidades autónomas. Este domingo se administraron 9.750 dosis.
En Extremadura, el primero en recibir la vacuna fue Vicente, un residente de 72 años de edad. La santiaguesa Nieves Cabo, de 82 años y residente en el centro de mayores Porta do Camiño, fue la primera en recibir la vacuna en Galicia. La jornada va avanzando a la par en toda Europa, aunque algunos países comenzaron antes.
Alemania, Hungría y Eslovaquia se adelantaron con la vacunación
En Francia se descargaron 19.500 dosis en la farmacia central de los hospitales de París, en las afueras de la capital. Los empleados, con mascarillas y guantes para protegerse del frío, trasladaron las cajas a unos refrigeradores especiales. En el caso de Alemania, Hungría y Eslovaquia, se adelantaron un día y comenzaron su campaña el sábado.
Los países tratan de contener una pandemia que, como advirtió Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la Organización Mundial de la Salud, “no será la última”. Agregó que los avances sanitarios serán insuficientes si no hay cambios respecto al cambio climático y el bienestar animal.
Una mujer de 101 años que vive en una residencia de mayores se convirtió en la primera ciudadana alemana en recibir la dosis, el sábado. A Edith Kwoizalla le siguieron otros 40 residentes y 10 empleados de ese hogar de ancianos, en Sajonia Anhalt, que también fueron vacunados con el producto de Pfizer y BioNTech. Italia también comenzó su campaña de inmunización.
La tres primeras vacunas en Italia fueron para personal sanitario
Los primeros en recibir la vacuna en territorio italiano fueron María Capobianchi, bióloga al frente del laboratorio de virología que aisló el coronovirus por primera vez; la enfermera Claudia Alivernini, y el trabajador sanitario Omar Altobelli. Los tres trabajan en el hospital Lazaro Spallanzani de Roma.
Tras recibir su primera dosis, Claudia Alivernini, de 29 años de edad, hizo una petición: «Que todos se vacunen, por sus seres queridos y miembros de su comunidad». Inicialmente, en Italia habrá 300 puntos de vacunación, la mayoría hospitales. Luego, con el comienzo de la campaña masiva, se incrementará a 1.500 sitios.
Las cajas de las primeras dosis que llegaron a Italia se almacenarán y enviarán a centros de vacunación. Algunas irán al aeropuerto militar de Pratica di Mare para salir en cinco aviones hacia las regiones más distantes. Otras llegarán a ambulatorios en un radio de 300 kilómetros. El resto de las vacunas se utilizarán en el hospital Lazaro Spallanzani. Se espera que la vacunación masiva comience la próxima semana, cuando Pfizer haya garantizado 450.000 dosis.
Vacunación y más casos de la nueva cepa
Antes de la UE, varios países comenzaron a vacunar contra la COVID-19, que ha dejado al menos 1,7 millones de muertos y contagiado a más de 80 millones de personas en todo el mundo. Entre esos está Rusia, que el sábado superó los 3 millones de casos; el Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, México, Chile, Suiza y Costa Rica también comenzaron las inmunizaciones masivas. China empezó a vacunar en el verano boreal.
En Israel, esperan que en un mes una cuarta parte de los 9 millones de sus habitantes haya recibido la vacuna.
Cada país quiere avanzar con rapidez en la inmunización, especialmente porque más países han tenido casos con la nueva cepa detectada inicialmente en el Reino Unido, que es más contagiosa. Canadá, Italia, Suecia, España y Japón notificaron infecciones de esta variante. Así como Francia, Alemania, Líbano y Dinamarca.
Varios estudios han arrojado que la nueva variante es de un 50% un 74% más contagiosa que sus predecesoras, por lo que se teme que 2021 depare más hospitalizaciones y decesos.
Restricciones y aumento de casos
Ante el aumento de los contagios, varios países volvieron a tomar medidas extremas. Austria confinó a su población hasta el 24 de enero. Italia e Irlanda se volvieron a confinar antes de Navidad, y en el Reino Unido se ordenaron varios confinamientos o fuertes restricciones locales que afectan a millones de personas.
Si en Francia se agrava la situación, no se descarta un tercer confinamiento. A nivel global, Estados Unidos continúa siendo el país más afectado por la enfermedad. Tanto en número de muertos, con 331.740, como de infecciones: 18.942.524.
En América Latina y el Caribe hay más de 495.000 fallecidos y 15 millones de contagios. México recibió un segundo cargamento con 42.900 dosis de vacunas de Pfizer y BioNTech. En Argentina, la campaña comenzará con 300.000 dosis de la vacuna Sputnik V del laboratorio ruso Gamelaya, aprobada junto con la de Pfizer y BioNTech.
Sanitarios españoles, los más castigados con la COVID-19
Las últimas cifras oficiales del Ministerio de Sanidad el 17 de diciembre informan sobre 93.000 sanitarios contagiados; sin embargo, médicos y enfermeros españoles creen que las cifras reales son superiores. Tan solo las enfermeras, de acuerdo con el Consejo General de Enfermería, son más de 70.000. Faltan por contar médicos, técnicos o auxiliares. No hay cifras oficiales de profesionales sanitarios fallecidos.
La falta de datos ha sido una demanda constante de estos profesionales, quienes en la primera ola se expusieron frente al virus sin la preparación ni la protección adecuada. Un factor que los colocó durante los primeros meses de la pandemia en una cuenta desafortunada.
Un informe del Centro Europeo de Control de Enfermedades de finales de abril indicaba que los sanitarios españoles eran los que más se contagiaban en el mundo, con una tasa del 20% frente al 10% de Italia, o el 3% de Estados Unidos o China.
Desde marzo, el principal sindicato de médicos de Madrid, Amyts, denunciaba la desesperación, miedo y angustia que invadía a los profesionales. Su portavoz Julián Esquerra reclamó que los refuerzos no llegaban y no había médico para sustituirles. En esa época escaseaban también las enfermeras y otros profesionales. Los centros de salud estaban saturados y no había suficientes servicios de limpieza.
Los contagios en ese mes se llegaron a triplicar de una semana a otra. El 19 de marzo se supo de la primera muerte en el sector. Una enfermera del País Vasco, de 52 años de edad, que murió después de pasar seis días hospitalizada. Los médicos se enfrentaban a la enfermedad con bolsas de basura a modo de batas o papel film para protegerse del virus que se expandía a toda velocidad.
Los propios profesionales llegaron a publicar algunos tutoriales sobre cómo fabricar batas con bolsas de basura. Estas carencias se denunciaron ante juzgados, pero simplemente no había material disponible para protegerlos.
Sin datos de sanitarios muertos
España no ofrece un dato oficial de sanitarios fallecidos producto de la COVID-19; sin embargo, la Organización Médica Colegial tiene registradas 80 muertes desde que inició la epidemia.
Hace una semana les rindieron homenaje en un acto en Madrid y allí reiteraron una petición que hicieron en mayo. Lo que quieren es que el coronavirus sea considerada una enfermedad de alto riesgo (nivel 4), por ser un “serio peligro para los trabajadores” por su posibilidad de propagación y la “inexistencia de tratamientos eficaces”.
La misma consideración de la enfermedad de riesgo la ha solicitado los sindicatos obreros, que también denuncian la infraestimación de datos de contagios y muertes. Sus estimaciones apuntan que solo un 4% de los casos de la COVID-19 entre sanitarios se han considerado un accidente de trabajo. De enero a octubre se registraron 4.817 contagios y 19 muertes. «Datos ínfimos si se comparan con la realidad», denuncia Irene Álvarez, secretaria de Salud Laboral del sindicato.
Hasta un 17% de los profesionales sanitarios se ha contagiado con la COVID-19. A José Luis Cobos, vicesecretario general del Consejo General de Enfermería, le preocupa el futuro. Se requieren más profesionales, enfermeras y materiales. Los enfermeros y enfermeras denuncian el agotamiento que ha supuesto tener que doblar turnos, aumentar jornadas o prescindir de días libres o vacaciones. Un cansancio psicológico que ha ocasionado la pandemia y que se le suma al cansancio físico por la falta recurrente de personal.
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