La vacuna rusa contra la COVID-19 anunciada este martes por el presidente Vladimir Putin fue recibida con escepticismo entre gobiernos y expertos. El presidente de Filipinas es el único, hasta ahora, que ha manifestado su disposición a vacunarse con la Sputnik-5.
El presidente Putin sorprendió al mundo al anunciar que ya fue registrada la vacuna desarrollada por el Instituto Gamaleya. Informó que el medicamento fue probado en humanos durante dos meses y que una de sus dos hijas fue de las primeras inoculadas. “Y se siente bien», aseguró.
La vacuna rusa «es un paso muy importante para el mundo», dijo Putin al tiempo que agradeció a los científicos involucrados en su desarrollo. Su aprobación “abre el camino para su uso masivo” mientras continúan las últimas etapas de los ensayos clínicos, añadió.
«Sé que (la vacuna) funciona de forma bastante efectiva, produce una fuerte inmunidad y, repito, ya pasó todas las revisiones necesarias», aseguró el mandatario ruso.
La tercera fase de pruebas clínicas de la vacuna rusa contra la COVID-19 comenzará el miércoles, dijo Putin. Y en unas semanas, se implementará primero en el personal médico. La producción industrial comenzará en septiembre. El suero estará disponible para la población general a partir de enero 2021.
El presidente filipino, Rodrigo Duterte, informó el lunes que aceptó el ofrecimiento de Putin para aplicar “gratuitamente” la vacuna en Filipinas. «Nos quieren proporcionar la vacuna, no han pedido pagar por ella. Creo que el presidente Putin nos quiere ayudar gratis», dijo.
«Cuando la vacuna llegue, me la inyectaré en público. Experimenten conmigo, me parece bien. Si funciona conmigo, funcionará con todos», prosiguió el mandatario filipino.
Filipinas encabeza los contagios de COVID-19 en el Sudeste Asiático. Este lunes registró casi 7.000 nuevos casos, nuevo récord diario desde el inicio de la pandemia, para un total de 136.638 infecciones y 2.293 muertes.
OMS, Estados Unidos y Alemania
Pero la Organización Mundial de la Salud (OMS) dijo que deben cumplirse trámites de precalificación y revisión antes de aplicar esta o cualquier vacuna. «Acelerar los progresos no debe significar poner en compromiso la seguridad», señaló el vocero de la organización, Tarik Jasarevic.
Agregó que la OMS está en contacto con las autoridades rusas y de otros países para analizar los progresos de las distintas investigaciones de vacunas. Dijo que la organización está animada «por la rapidez con que se están desarrollando las vacunas» y que espera que algunas de ellas «se muestren seguras y eficientes».
El Gobierno de Estados Unidos tuvo una primera reacción en boca del secretario de Salud, Alex Azar. “Lo importante no es ser el primero en tener una vacuna, sino que sea segura y efectiva”, dijo.
«Necesitamos datos transparentes, tienen que ser datos de fase 3 que demuestren que la vacuna es segura y efectiva. Eso es lo que el presidente (Donald) Trump está haciendo con seis vacunas en desarrollo», añadió.
El Ministerio de Salud de Alemania fue otro de los que reaccionó, al señalar que para la Unión Europea la «primera de las prioridades es la seguridad de los pacientes». En ese sentido subrayó que la tercera fase, la de los ensayos clínicos, es “de particular importancia”.
«Hay que demostrar que la relación utilización-riesgos de la vacuna es positiva antes de que sea difundida para un gran público», dijo. «La autorización de una vacuna en Europa requiere, además de la prueba de su calidad farmacéutica, conocimientos suficientes adquiridos con los ensayos clínicos para poder demostrar la eficacia y la inocuidad», apuntó.
Expertos escépticos con la vacuna rusa
Acostumbrados a trabajar con evidencias, científicos consultados manifestaron su escepticismo ante la vacuna rusa contra la COVID-19 anunciada por Putin.
«No hay ningún dato preclínico o clínico publicado», dijo Mariano Esteban, jefe del Grupo de Poxvirus y vacunas del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC y líder de uno de los grupos que en España trabajan en el desarrollo de una vacuna contra la COVID-19.
Explicó que para registrar una vacuna se deben cumplir varias fases, que incluyen ensayos preclínicos y también clínicos. Estos ensayos permiten probar en primer lugar la seguridad y posteriormente la eficacia del medicamento, añadió.
«La comunidad científica internacional no ha podido revisar ninguno de estos datos, como es lo habitual. No sabemos cómo es esa vacuna, qué inmunogenicidad produce, cuál es su seguridad… Deben cumplirse las prácticas. Ese hermetismo sólo despierta dudas», subrayó Esteban al ser consultado por el periódico El Mundo.
«Sería un acto de fe creer una información que ha salido en rueda de prensa, pero no se ha publicado en ningún canal científico». Así opinó, por su parte, Isabel Sola, directora del Laboratorio de Coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC; y también líder de otro de los grupos que, desde España, buscan una vacuna contra la COVID-19.
«En ciencia es necesario pormenorizar cómo se han hecho los experimentos. No podemos saber si es eficaz o segura, no hay ninguna información fiable», añadió.
«El anuncio de Putin parece más una medida propagandística que otra cosa», coincidieron Sola y Esteban.
Rusia es el cuarto país con más contagios de COVID-19 en el mundo, con casi 900.000 casos.
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