En el Centro Nacional de Biotecnología (CNB) se encuentran a la espera de los permisos para empezar el proceso de desarrollar la vacuna contra el coronavirus de Wuhan como parte de un consorcio internacional y con un proyecto conjunto con la Icahn School of Medicine Mount Sinai en Nueva York. No será algo nuevo para estos investigadores, que en el año 2000 ya crearon la técnica que permitió por primera vez manipular genéticamente coronavirus.
La virológa Isabel Sola explica con el nuevo coronavirus, 2019-nCoV, “todavía no se puede saber qué pasará” pero la vacuna ya es el objetivo. Fuera de China, solo una decena de laboratorios, incluyendo este, tiene la capacidad de hacerlo. En el 2002, los investigadores del CNB fueron capaces de ensayar con éxito una vacuna en animales contra el SARS. En ese momento, no se usó en humanos porque las medidas de salud pública contuvieron la epidemia.
Sin embargo, el coronavirus de Wuhan ya ha infectado a más de 40.000 personas en una treintena de países y provocado más de 900 muertes. El tiempo apremia pero el proceso de desarrollar una vacuna se toma meses. Comienza con el “rescate” del virus, lo que se traduce en crear en el laboratorio un ente biológico del todo funcional partiendo únicamente de la secuencia A, T, C y G que designan el material genético.
La información genética de los coronavirus está en forma de ARN, el cual no se puede modificar. La idea es obtener una copia del material genético del virus pero en su versión ADN, al que sí se puede “editar”con diversas herramientas. Esto fue lo que el grupo de investigadores, dirigido por Luis Enjuanes y Sola,consiguió hacer por primera vez con coronavirus hace dos décadas.
Traducir el código genético para una vacuna contra el coronavirus
En esta ocasión, traducirán el código utilizando la síntesis química de fragmentos pequeños del genoma del coronavirus en versión ADN y los ensamblarán “como un puzzle”, tal como explica Sola. Los investigadores tienen que trabajar con este virus en un laboratorio de seguridad como el que hay a pocos metros del laboratorio de Enjuanes, donde se cubren por completo y utilizan sistemas que filtran el aire que respiran.
Con el código traducido, los investigadores disponen de herramientas para modificar la información del virus y eliminar los genes de virulencia. Es lo que se conoce como hacer “una variante atenuada del virus”, según indica Sola, que activa la respuesta inmunitaria del organismo pero no lo hace enfermar. Para probarlo, primero se infectan animales con el virus atenuado y se verifica su acción frente al original.
La última fase es probarla en humanos pero para ello, la cooperación entre grupos internacionales resultará indispensable y convivirá con una inevitable sensación de carrera. «Colaboramos, pero todos tenemos que sacar nuestras publicaciones», explica Sonia Zúñiga, investigadora posdoctoral del CNB. Para Sola, su equipo tiene ventajas: ya que el nuevo coronavirus y el SARS se parecen tanto, que se espera que la proteína usada en la vacuna experimental contra el SARS también funcione ahora. Pero todavía hay que esperar.
Información de: SINC
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