Son varios los deseos de Navidad del papa Francisco: vacunas de protección del coronavirus para todos. También fraternidad y paz para Oriente Medio, cese al fuego para el Cáucaso, alto a los conflictos armados en África y esperanza para América y Asia. «Ante tanto sufrimiento, el Niño Jesús nace para todos, abramos nuestro corazón para acogerle».
Ciudad del Vaticano. El viernes a mediodía el papa Francisco ofreció su tradicional mensaje navideño y su bendición Urbi et Orbi (a la ciudad y al mundo) desde el Aula de las Bendiciones y no desde el Balcón central de la Basílica Vaticana como ha sido tradicional a lo largo de la historia.
Francisco anunció: “Ha nacido un niño” y este Niño, Jesús, ha nacido para nosotros, pues es el hijo”que Dios ha dado a toda la familia humana.
Dijo que Jesús nació en un establo, pero envuelto en el amor de la Virgen María y de san José. «Al nacer en la carne, el Hijo de Dios consagró el amor familiar», agregó.
El santo padre se dirigió a las familias que no pudieron reunirse en Nochebuena por estar obligadas a quedarse en casa para contener la pandemia de COVID-19: “Que la Navidad sea para todos una oportunidad para redescubrir la familia como cuna de vida y de fe; un lugar de amor que acoge, de diálogo, de perdón, de solidaridad fraterna y de alegría compartida, fuente de paz para toda la humanidad”.
Estamos todos en la misma barca: ¡Cada persona es mi hermano!
Francisco también manifestó que en este momento de la historia, marcado por la crisis ecológica y por los graves desequilibrios económicos y sociales, agravados por la pandemia del coronavirus, necesitamos más que nunca la fraternidad. “Una fraternidad basada en el amor real, capaz de encontrar al otro que es diferente a mí, de compadecerse de su sufrimiento, de acercarse y de cuidarlo, aunque no sea de mi familia, de mi etnia, de mi religión; es diferente a mí pero es mi hermano, es mi hermana”, explicó.
Dijo que Dios ofrece esta fraternidad dándonos a su Hijo Jesús y que su deseo como santo padre es que el Niño de Belén nos ayude “a ser disponibles, generosos y solidarios, especialmente con las personas más frágiles, los enfermos y todos los que en este momento se encuentran sin trabajo o en graves dificultades por las consecuencias económicas de la pandemia, así como con las mujeres que en estos meses de confinamiento han sufrido violencia doméstica”.
“Recordemos siempre que estamos todos en la misma barca. Cada persona es nuestro hermano”, insistió.
Primer deseo, vacunas para todos nuestros hermanos
Francisco evocó que en Navidad celebramos la luz de Cristo y apuntó que en esta época de oscuridad e incertidumbre a causa de la pandemia, aparecen varias luces de esperanza, como los descubrimientos de vacunas.
“Pero para que estas luces iluminen y traigan esperanza a todo el mundo, deben estar disponibles para todos. No podemos dejar que los nacionalismos cerrados nos impidan vivir como la verdadera familia humana que somos. Tampoco podemos dejar que el virus del individualismo radical nos supere y nos haga indiferentes al sufrimiento de otros hermanos y hermanas. No puedo ponerme por delante de los demás, poniendo las leyes del mercado y las patentes de invención por encima de las leyes del amor y la salud de la humanidad. Piso otra vez a los líderes estatales, a las empresas e organismos internacionales que promuevan la cooperación y no la competencia, y que busquen una solución para todos. Vacunas para todos, especialmente para los más vulnerables y necesitados en todo el planeta”, imploró.
Fraternidad y paz para Oriente medio y el Mediterráneo oriental
Otro de los deseos del papa en esta Navidad es que sea el momento propicio para disolver las tensiones en el Oriente Medio y en el Mediterráneo oriental. Ha pedido que el Niño Jesús cure las heridas del amado pueblo de Siria, que desde un decenio está exhausto por la guerra y sus consecuencias, agravadas aún más por la pandemia. También que lleve consuelo al pueblo iraquí y a todos los que se han comprometido en el camino de la reconciliación, especialmente a los yazidíes, que han sido duramente golpeados en los últimos años de guerra, y que porte paz a Libia y permita que la nueva fase de negociaciones en curso acabe con todas las formas de hostilidad.
El papa también pidió mucha fraternidad para la tierra que vio nacer al Niño de Belén. “Que los israelíes y los palestinos puedan recuperar la confianza mutua para buscar una paz justa y duradera y que la estrella que iluminó la noche de Navidad sirva de guía y aliento al pueblo del Líbano “para que en las dificultades que enfrenta no pierda la esperanza”.
El pontífice también pidió a los católicos dirigir la mirada a tantos niños que en todo el mundo, especialmente en Siria, Irak y Yemen, pagan el alto precio de la guerra: “Que sus rostros conmuevan las conciencias de las personas de buena voluntad, de modo que se puedan abordar las causas de los conflictos y se trabaje con valentía para construir un futuro de paz”.
Francisco desea el cese del fuego en el Cáucaso
El tercer deseo papal el cese el fuego en la región el Cáucaso, “que el Hijo del Altísimo apoye el compromiso de la comunidad internacional y de los países involucrados de mantener el cese del fuego en el Alto Karabaj, como también en las regiones orientales de Ucrania, y a favorecer el diálogo, la paz y la reconciliación”.
Que terminen los conflictos armados en África
La mirada de Francisco también se dirigió a África. Pidió “que el Divino Niño alivie el sufrimiento de las poblaciones de Burkina Faso, de Malí y de Níger, laceradas por una grave crisis humanitaria, en cuya base se encuentran extremismos y conflictos armados, pero también la pandemia y otros desastres naturales; que haga cesar la violencia en Etiopía, donde, a causa de los enfrentamientos, muchas personas se ven obligadas a huir; que consuele a los habitantes de la región de Cabo Delgado, en el norte de Mozambique, víctimas de la violencia del terrorismo internacional; y aliente a los responsables de Sudán del Sur, Nigeria y Camerún a que prosigan el camino de fraternidad y diálogo que han emprendido».
Esperanza para los hermanos de América y Asia
El mensaje papal también recuerda al continente americano, particularmente afectado por el coronavirus, para que “la palabra eterna del Padre sea fuente de esperanza”. También para que “ayude a superar las recientes tensiones sociales en Chile y a poner fin al sufrimiento del pueblo venezolano”.
Por último, suplicó al Rey de los Cielos que “proteja a los pueblos azotados por los desastres naturales en el sudeste asiático, especialmente en Filipinas y Vietnam”, donde numerosas tormentas han causado inundaciones con efectos devastadores para las familias que viven en esas tierras. Y pensando en Asia, no podemos olvidar del pueblo Rohinyá, “que Jesús, nacido pobre entre los pobres, lleve esperanza a su sufrimiento”.
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