«Ni Walesa, Odpor, Mandela o las revoluciones balcánicas o árabes [primaveras] se desmarcaron ni desenfocaron del objetivo: el cambio de régimen. Después negociaron en democracia. Escribir misivas disruptivas estaba [está] fuera de orden. Divide, desmotiva y debilita…»
Las predicciones en política obedecen a modelos estadísticos basados en índices económicos, sociales o políticos que vencen el «estado del arte» de la gobernabilidad. Países capaces de procurar paz, prosperidad y estabilidad a sus ciudadanos. El ascenso, permanencia o caída [en el poder] depende de los aciertos o quiebres de la coalición dominante inter-alias, presión social y coaliciones internacionales. La gran virtud: capacidad [madurez política] de generar consensos y unidad.
El caso venezolano incorpora una variable inédita: la coalición dominante no calza en un modelo de poder determinado. Es caótica y ausente de un formato político convencional. Eso la hace fallida por lo que el cambio no obedece a rigurosidades típicas, pero sí un nivel mayor de exigencias. Ante las atipicidades lo peor es la diseminación.
La caída del muro de Berlín y de la URSS
La guerra fría enfrentó dos polos. Un bloque de gobernanza democrático de influencia eurocentrista, judeocristiana, basados en el respeto a la vida, la fe, la libertad, la propiedad, esto es, un sentido teológico, social y político entre derechos y deberes para la convivencia. Subyace el ideal del contrato social en un marco constitucional y republicano sobre la triada del respeto a la ley, la justicia, y la independencia de los poderes. En contrapartida, el soviet. El poder superior, centralizado y omnipresente del Estado sobre el hombre. En el Estado democrático resaltan los valores de la sana competencia, libertad e igualdad de oportunidades. En el Estado centralizador, autoritario y populista descansa la planificación y apropiación de los medios de producción, el hombre incluido…
Estados Unidos durante la guerra fría demostró mayores capacidades de gobernanza lo cual le procuró alianzas y estabilidad social. La URSS perdió el dominio de las masas y la confianza a partir de su ineficacia económica. La caída del muro de Berlín responde a la insurgencia del mundo multipolar donde las naciones enaltecieron procesos de desprendimiento y rebeldía. El factor fundamental fue la unidad de propósitos e identidad de causa.
Odpor [resistencia] en Serbia para sacar a Slobodan Milosevic; la revolución cívico militar de Rumania [desobediencia civil] contra Nicolae Ceaușescu; Lituania y su revolución cantada [1989] más el Movimiento Lituano Sąjūdis [movimiento reformista], la desintegración de la vieja Yugoslavia y la independencia de Montenegro, Croacia, Serbia, Macedonia y Kosovo; Bulgaria y el lanzamiento de la economía de libre mercado no planificada propio de la nueva constitución de 1991, Polonia y su Solidaridad con Lech Walesa al frente o el Congreso Nacional Africano liderado por Mandela, fueron ejemplos incontenibles de cambio político, social y territorial.
El común denominador de la caída de la URSS y del muro de Berlín: i.-En lo institucional: un nuevo orden político, económico, global y democratizador. ii.-En lo colectivo: unidad, solidaridad y organización ciudadana.
Ninguno de estos momentos –históricos, trascendentes, transicionales y conductores de una reforma política profunda– vinieron precedidos de peticiones [cartas] de intervenciones internacionales entre grupos de resistencia. Ni Walesa, Odpor, Mandela o las revoluciones balcánicas o árabes [primaveras] se desmarcaron ni desenfocaron del objetivo: el cambio de régimen. Después negociaron en democracia. Escribir misivas disruptivas estaba[está] fuera de orden. Divide, desmotiva y debilita…
Votar y hacer maletas…
Lo padecido en Venezuela no tiene precedente. Entre 1998 y 2013 –la era Chávez– vivimos experiencias antidemocráticas y confiscatorias que se nutrieron de un modelo de reparto y redistribución de la propiedad rapaz y en beneficio de una nueva élite revolucionaria. Por una década [2003-2013] hubo una ilusión de bonanza que lanzó a la calle políticas asistenciales, misiones, pan y circo, que redujeron los niveles de pobreza crítica –cierto– pero sin producción ni productividad. Un barril de petróleo a 140 dólares y 1,4 trillones de dólares produjeron un espejismo de beneficencia que catapultó el llamado socialismo del siglo XXI, que realmente fue el petro-populismo del siglo.
La borrachera petro-revolucionaria condujo a un ‘ratón socialista’ que perforó los últimos cabos de un Estado republicano. Pasamos de un Estado autoritario, militarista y personalista [era Chávez] a un Estado ausente, miliciano y colectivista, con múltiples cadenas de mando repartidas en clivajes territoriales, económicos e institucionales. Unos controlan el oro, los derivados de petróleo o servidumbres de paso. Otros los alimentos, la justicia, la identidad, milicias, FF AA o lo que queda del sistema electoral. Es una nación colonizada a pedazos y sablazos.
Esta atomización no excluye la adquisición [confiscación] de franquicias de oposición acompañadas de compra de conciencias que se prestan a participar en elecciones prêt-à-porter [listas para llevar]. Ya lo alertaba Platón. Seriedad en la política [spoude] es obrar con el buen ejemplo a los jóvenes de la polis. Perder la República es pulsar su migración. Y con el mal ejemplo de algunos dirigentes se pierde su liderazgo; también la unidad y el sentido de pertenencia/permanencia en la lucha. Entonces los jóvenes hacen maletas. La inmadurez no es de ellos. Tampoco su culpa, porque predecir y padecer continuismo del status quo es el castigo cuando se carece de unidad y madurez política. Y se vacía la ciudad…
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