Matthew Patterson, University of Oxford
Las temperaturas en algunas zonas de Chile y el norte de Argentina se han disparado hasta 10 °C-20 °C por encima de la media en los últimos días. Las ciudades de la cordillera de los Andes han alcanzado los 38 °C o más, mientras que en la capital argentina, Buenos Aires, se registraron temperaturas superiores a los 30°C, superando en más de 5 °C su anterior récord de agosto. En la ciudad de Rivadavia se alcanzaron temperaturas máximas de 39 °C.
Hay que tener en cuenta que estamos en pleno invierno en esta parte del mundo. Y está lo suficientemente al sur como para que las variaciones estacionales tengan un impacto sustancial en las temperaturas. Buenos Aires, por ejemplo, está tan al sur como Japón, el Tíbet o Tennessee al norte.
En términos de desviación de las temperaturas que cabría esperar en un determinado lugar y época del año, esta ola de calor es comparable, si no mayor, que las recientes olas de calor en el sur de Europa, Estados Unidos y China. En Vicuña, una de las ciudades de los Andes chilenos que recientemente alcanzó los 38 °C, un día típico de agosto podría ser de 18 °C más o menos –imagínese que hace 20 °C más de lo normal dondequiera que esté ahora–.
No es de extrañar que algunos climatólogos ya hayan sugerido que ésta podría ser una de las olas de calor más extremas jamás registradas.
¿Qué está causando el calor extremo?
Durante los últimos seis días, una persistente zona de altas presiones, o anticiclón, ha permanecido al este de los Andes. También conocida como “alta de bloqueo”, parece ser la principal causa del intenso calor.
Los anticiclones de bloqueo pueden provocar olas de calor de tres formas principales. En primer lugar, atraen hacia ellos aire más cálido procedente de las proximidades del ecuador. El sistema también comprime y atrapa el aire, calentándolo, como fue el caso de la ola de calor de 2021 en el noroeste del Pacífico, que batió el récord canadiense de temperatura en casi 5 °C. Por último, las altas presiones hacen que haya poco aire ascendente y, por tanto, poca nubosidad. Esto permite que el sol caliente la tierra continuamente durante el día, acumulando calor.
Sin embargo, los científicos necesitan analizar con más detalle la meteorología de este acontecimiento sin precedentes para obtener una comprensión más completa.
El Niño lo hizo más probable
La ola de calor entre Chile y Argentina puede haber sido más probable debido al desarrollo de El Niño en el océano Pacífico. Los fenómenos de El Niño, que suelen producirse cada cuatro años aproximadamente, se caracterizan por temperaturas cálidas en la superficie del mar en el Pacífico tropical central y oriental. En la actualidad, las temperaturas en el Pacífico central se sitúan aproximadamente 1 °C por encima de la media para la época del año.
Estas temperaturas oceánicas más cálidas hacen que el aire flote más sobre el Pacífico central, haciendo que el aire se eleve. Esto provoca cambios en los patrones de circulación atmosférica más allá. Los cambios en la circulación atmosférica inducidos por El Niño suelen traducirse en una mayor presión y temperaturas invernales más cálidas para esta parte de Sudamérica.
El cambio climático lo empeoró
El sistema de bloqueo que provocó el calor extremo probablemente habría dado lugar a temperaturas cálidas incluso en ausencia de cambio climático antropogénico. Sin embargo, el rápido calentamiento provocado por el cambio climático permitió que la ola de calor se haya convertido en algo realmente sin precedentes.
Los científicos del clima esperan ver batirse récords de temperatura a medida que nuestro planeta siga calentándose. Esto se debe a que la distribución de las posibles temperaturas se está desplazando cada vez más alto.
Chile ya ha experimentado recientemente los efectos del cambio climático a través de una grave ola de calor en febrero – a finales del verano – que provocó varias muertes por incendios forestales, así como una megasequía de una década de duración.
El impacto a largo plazo de una ola de calor invernal
Las temperaturas más altas parecen haber remitido en gran medida en los Andes. Sin embargo, las temperaturas siguen siendo muy superiores a la media en el norte de Argentina, Bolivia y Paraguay, y seguirán siéndolo durante los próximos cinco días.
Los efectos de las olas de calor invernales son menos conocidos que los de las olas de calor estivales. Para Chile, el impacto más probable es sobre la capa de nieve en las montañas, que proporciona agua para beber, la agricultura y la generación de energía. El derretimiento del manto de nieve probablemente afectará también a la diversa flora y fauna de los Andes.
En general, esta ola de calor es un sorprendente recordatorio de cómo el ser humano está cambiando el clima de la Tierra. Seguiremos viendo estos extremos sin precedentes hasta que dejemos de quemar combustibles fósiles y de emitir gases de efecto invernadero a la atmósfera.
Matthew Patterson, Postdoctoral Research Assistant in in Atmospheric Physics, University of Oxford
Publicado en The Conversation. Lea el original.