Por Cambio16
07/07/2017
Cerca de dos tercios de los países de la ONU aprobaron hoy el primer tratado global para prohibir las armas nucleares, un acuerdo del que se han mantenido al margen todas las potencias atómicas y muchos de sus aliados.
Para sus defensores, la iniciativa marca el principio del fin de la era nuclear y supone un paso histórico para deslegitimar este tipo de armamento. Mientras, los Estados nucleares consideran que el tratado es una medida poco realista en el tenso contexto internacional de hoy y no cambiará nada.
El texto fue adoptado por los Estados participantes en las negociaciones con 122 votos a favor, uno en contra y una abstención, poniendo fin a un proceso iniciado el pasado año por la Asamblea General de la ONU.
El tratado se abrirá a la firma de los Estados miembros el próximo 20 de septiembre y entrará en vigor 90 días después de que 50 países completen su proceso de ratificación.
En este, los firmantes se comprometen entre otras cosas a no desarrollar, adquirir, almacenar, acoger en su territorio, usar o amenazar con usar armas nucleares u otros dispositivos explosivos nucleares.
El argumento principal son las «catastróficas consecuencias humanitarias que tendría cualquier uso de armas nucleares«, tal y como apunta el preámbulo del tratado, que señala que «eliminar por completo esas armas» es «la única manera» de garantizar que no se volverán a utilizar.
El tratado sigue la estela de las convenciones internacionales contra otros tipos de armas como las químicas y las biológicas o las minas antipersona.
Sus impulsores recuerdan que, aunque no todos los países han firmado esos acuerdos, los tratados internacionales han tenido resultados claros a la hora de frenar la proliferación de ese armamento.
El tratado está abierto a las potencias nucleares e incluye procedimientos para que, si se unen, declaren y destruyan sus arsenales.
Por ahora, sin embargo, ninguna ha mostrado la más mínima intención de hacerlo y varias se han pronunciado abiertamente en contra de la iniciativa.
Críticas
Estados Unidos, que junto con Rusia tiene la mayor parte de las armas atómicas existentes en la actualidad, advirtió al comienzo de las negociaciones de que la disuasión nuclear sigue siendo necesaria ante la amenaza de países como Corea del Norte.
Francia defendió hoy que el tratado es «inapropiado» en el actual contexto de seguridad y subrayó que la coyuntura internacional «no permite ninguna debilidad».
«Un tratado prohibiendo las armas nucleares amenaza con afectar la seguridad de la región euroatlántica y la estabilidad internacional», dijo su misión ante la ONU, que subrayó el compromiso del país a seguir avanzando en el desarme en el marco del Tratado de No Proliferación Nuclear.
Ese acuerdo, firmado en 1968, reconoce como potencias nucleares a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (EEUU, Rusia, China, Francia y el Reino Unido).
Además de ellos, Corea del Norte, Pakistán, India e Israel disponen actualmente de bombas atómicas y tampoco acudieron a las negociaciones del nuevo acuerdo.
Holanda, que votó en contra, fue el único país de la OTAN que participó en las negociaciones, presididas por la costarricense Elayne Whyte.
El proceso se inició el año pasado a iniciativa de Austria, Brasil, Irlanda, México, Nigeria y Sudáfrica y ha sido respaldado por personalidades como el papa Francisco y numerosas organizaciones civiles.
«Esperamos que hoy marque el principio del fin de la era nuclear», dijo hoy Beatrice Fihn, directora ejecutiva de la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN), una de las ONG que ha estado detrás del proceso.
Amnistía Internacional destacó que el tratado «nos acerca a un mundo libre de los horrores de las armas nucleares» y animó a todos los países a unirse.
«Durante demasiado tiempo, las armas nucleares han sido la única arma de destrucción masiva que no estaba explícitamente prohibida por el derecho internacional. El tratado adoptado hoy salda esa brecha», destacó en un comunicado el presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja, Peter Maurer.