Una luz al final del túnel para pacientes con retinosis pigmentaria y degeneración macular asociada a la edad encontró el Instituto Italiano de Tecnología. Se trata de una prótesis artificial para la retina realizada a partir de nanopartículas biocompatibles del polímero P3HT-NP. Las pruebas realizadas permitieron devolver la visión a ratas ciegas, una opción que se espera que también funcione en las personas.
La retinosis pigmentaria es una enfermedad ocular de carácter degenerativo y hereditario que produce una grave disminución de la capacidad visual. En muchos casos, conduce a la ceguera. La DMAE se caracteriza por lesiones degenerativas progresivas en la mácula, responsable de la visión más fina. A las personas que la sufren les resulta difícil o imposible enhebrar una aguja o leer, por ejemplo.
La investigación fue adelantada por el Centro de Neurociencia y Tecnología Sináptica del Instituto Italiano de Tecnología, en Génova, Italia. En ella participaron expertos de las universidades de Pisa, Génova, Milán y Granada, y hospitales de Génova, Negrar y Mantova.
“Los investigadores demostraron que las nanopartículas de polímero conjugado (P3HT-NP) pueden mediar la estimulación evocada por la luz de las neuronas retinianas y rescatan persistentemente las funciones visuales de las ratas ciegas”, informó la revista Nature Nanotechnology.
Las nanopartículas de P3HT-NP “ya existían y son muy usadas en energía solar, por lo que están disponible comercialmente. Nuestro descubrimiento ha sido aplicarlas como fototransductores en conexión con las neuronas”, explicó el neurocientífico Fabio Benfenati, uno de los tres investigadores principales del proyecto y director del Centro responsable de la investigación.
Las pruebas
En el modelo estudiado, las nanopartículas provocan la activación de la luz dependiente de las neuronas retinianas, recuperando respuestas visuales. “Al conferir sensibilidad a la luz, y con el potencial de alta resolución espacial, las nanopartículas proporcionan una nueva vía en prótesis retinianas. Su aplicación potencial es no solo en la retinitis pigmentaria, sino también en la degeneración macular relacionada con la edad», apuntó Mattia Bramini, investigador del Instituto Italiano de Tecnología y de la Universidad de Granada.
Las nanopartículas tienen un tamaño 300 veces más pequeño que el diámetro de un cabello. Cuando las inyectaron en solución salina en el ojo de las ratas ciegas, se distribuyeron de manera amplia y persistente en todo el espacio subretiniano. “Con una inyección, las nanopartículas rescatan el comportamiento fisiológico de la retina a la luz, la actividad de la corteza visual y la agudeza visual. Los niveles son indistinguibles de los de ratas sanas, un efecto que permanece hasta 8 meses”, añadió.
¿Cómo comprobaron la efectividad de esta nueva prótesis? Con tres métodos, explicó Bramini: “En el primero, las ratas ciegas no movían la pupila al recibir la luz, lo que sí ocurría con las ratas con la nueva prótesis. En segundo lugar, hay que saber que las ratas odian la luz. Utilizábamos una caja cubierta y oscura en una mitad y abierta y con luz en la otra. Las ciegas se situaban en cualquier sitio, pero las curadas se iban a la parte oscura. La electrofisiología fue el tercero. Un electrodo en la retina de las ratas te indica si el ojo y su neurona en concreto tiene reacción eléctrica a la luz. En las ciegas no ocurre nada y en las curadas sí aparecía esa señal”, comentó Bramini.
Los implantes actuales
Este experimento representa el primer intento de rescatar la sensibilidad y la discriminación espacial en las retinas degeneradas en respuesta a la luz. «La agudeza visual limitada del modelo animal no permite demostrar de manera concluyente el potencial de resolución espacial de las nanopartículas. Pero la agudeza obtenida en la rata distrófica es igual a lo mejor que se puede lograr con los implantes actuales», comentó.
Actualmente, la opción que tienen las personas que sufren de retinosis pigmentaria es la implantación de prótesis mediante una cirugía de cierta complejidad tecnológica. Esta implica la instalación de electrodos en la corteza visual, que se encuentra en el encéfalo. Aún así, el paciente requiere usar anteojos.
Para el caso de la DMAE, dependerá de si se trata de la forma atrófica o seca o la exudativa o húmeda. Actualmente no existe tratamiento para la forma seca de la enfermedad. El tratamiento para la forma húmeda consiste en la inyección intravítrea de fármacos antiangiogénicos. En términos generales, este tratamiento consigue detener la pérdida de visión en el 90% de las situaciones.
La retinosis pigmentaria y la DMAE afectan a miles de personas
Aún no hay ni siquiera fecha para iniciar en humanos las pruebas de la prótesis artificial para la retina. El próximo paso será la prueba en cerdos. No obstante, los investigadores estiman que es una opción prometedora para quienes hoy padecen de retinosis pigmentaria y DMAE.
En España, el número de afectados por retinosis pigmentaria supera los 15.000. Se estima que 60.000 personas son portadoras de los genes defectuosos responsables de la enfermedad y, por tanto, posibles transmisores de esta. Afecta a una de cada 2.000 personas y es la causa principal de ceguera total, según datos de la Barcelona Macula Foundation.
La aparición de la enfermedad afecta generalmente a personas jóvenes. Sus primeros síntomas son la dificultad de adaptación a la oscuridad y una pérdida progresiva del campo visual. Actualmente no se dispone de ningún tratamiento eficaz para la retinosis pigmentaria.
La DMAE afecta a unas 700.000 personas en España y es de las patologías asociadas a la ceguera que más crecerán en los próximos años, según la Barcelona Macula Foundation. Si se considera solo la población mayor de 50 años (con mayor probabilidad de padecer DMAE), la prevalencia es del 5,3%. La DMAE representa en la actualidad la primera causa de ceguera en los países desarrollados.
La DMAE seca representa cerca del 85% de todos los casos de DMAE y el 35% de todos los casos de DMAE avanzada. Hasta el 18% de personas de más de 85 años sufre esta enfermedad y en este segmento de edad es cuatro veces más frecuente que la DMAE exudativa. En España, esta enfermedad afecta casi al 6% de la población mayor de 75 años. En Estados Unidos se calcula que un millón de personas sufren esta enfermedad y que en el año 2020 esta cifra aumentará en un 50%.
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