Al finalizar el estado de alarma y tras tres meses de confinamiento creíamos, en la mayoría de los casos, que habíamos vencido a la pandemia y que nos habíamos vuelto inmunes.
El primer resultado al recobrar nuestra libertad fue inevitablemente caer en un relajamiento general, convencidos que lo peor ya había pasado.
Para los mas jóvenes el fin del estado de alarma coincido con los exámenes de fin de curso y el inicio de las vacaciones. Unos jóvenes que habían contemplado como la COVID-19, se había cebado casi exclusivamente en la gente mayor y no en ellos.
La nueva normalidad, como muchos lo han interpretado, no ha sido volver al pasado sino tomar las precauciones necesarias para defendernos de un virus que no se ha ido de vacaciones y sigue mas presente que nunca.
Los cientos de rebrotes que han aparecido al salir de nuestro confinamiento, podían ser más que previsibles. Es cierto que en su mayoría han sido y son controlados, salvo en Cataluña y Aragón donde la transmisión se ha vuelto comunitaria y mas complicada de acotar.
El desconcierto y el salvase quien pueda, vuelve a la orden del día. Gran Bretaña ha impuesto una cuarentena, Alemania, Bélgica y Francia desaconsejan viajar a ciertas regiones de España.
Una vez mas a una respuesta global y concertada cada cual ha respondido de forma unilateral e egoísta.
Volvemos al difícil equilibrio ente la sanidad y la economía. Es evidente que debe prevalecer la salud pero es necesario buscar la ponderación y la mesura para tener como prioridad, el no volver a un confinamiento que seria desastroso para todos.
Ahora bien todo este proceso de buenas intenciones tiene que conllevar mensajes claros, transparentes y contundente por parte de todas las autoridades desde el Gobierno central hasta las autonomías y los ayuntamientos.
Es mas que aconsejable y hasta exigible una mayor coordinación y colaboracion entre las distintas administraciones. Podemos entender la preocupación del sector turístico. que no llega al 25 % de su ocupación hotelera en pleno julio con las consecuencias económicas que esto va a generar.
Sin embargo, y ante el futuro incierto que se nos presenta, sin saber en que situación estaremos dentro de una semana, un mes o de aquí al próximo otoño.
La prevención, el control y el exceso de prudencia son las normas mas aconsejables por mucho que en el horizonte las nubes sean cada vez mas negras.
La realidad, y para todos, es que la pandemia sigue aquí y mientras no tengamos la vacuna, hay pocas soluciones, salvo intentar contener, controlar y respetar al virus.
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