Organizaciones ambientales afirman que, tras la llegada de Lula da Silva al poder, Brasil ha reducido sensiblemente la deforestación del Amazonas. Situación contraria y alarmante reportan en otro país de Suramérica: el Gran Chaco en el lado de Argentina perdió 51.600 hectáreas de bosques por la deforestación intensiva en el primer semestre de 2023.
Un 25% más que en el mismo período de 2022, cuando fueron deforestadas 41.332 hectáreas. Esta circunstancia se hace más grave en El Chaco y Santiago del Estero, donde la mayoría de los desmontes son ilegales. La cifra remite a una “destrucción imparable”, denuncia Greenpeace en un trabajo minucioso de seguimiento y mediciones.
El relevamiento de la organización ecologista, realizado mediante la comparación de imágenes satelitales, estima que entre enero y junio de 2023 la deforestación en Chaco alcanzó las 24.522 hectáreas. En Santiago del Estero 19.040 hectáreas; en Formosa 5.804 hectáreas; y en Salta 2.234 hectáreas. Totalizando 51.600 hectáreas. Superficie superior a la de Andorra, Ciudad del Vaticano, Malta, Mónaco.
La principal causa de la pérdida de bosques es el avance de la frontera agropecuaria para ganadería y soja que en gran medida se exporta a Asia y Europa, sobre todo en la región del Gran Chaco. El segundo ecosistema forestal más grande del continente.
“Es preocupante el aumento de la deforestación y, sobre todo, que la mayoría sea ilegal. En Santiago del Estero el gobierno viola la Ley Nacional de Bosques al autorizar desmontes para ganadería donde no está permitido. Mientras que en Chaco la justicia provincial suspendió los desmontes a fines de 2020, pero las topadoras avanzan sin cesar. Es evidente que las multas no son suficientes para terminar con este ecocidio. Penalizar los desmontes ilegales parece la única solución”, dice Hernán Giardini, coordinador de la campaña de Bosques de Greenpeace.
Deforestación en El Chaco, Argentina
El Gran Chaco Suramericano es una planicie de 1.000.000 Km2 aproximadamente. Se trata de un territorio transfronterizo: ocupa partes de Argentina (55%), Bolivia (25%), Brasil (5%) y Paraguay (20%). Es una de las últimas fronteras agrícolas de esa gran región, poco poblada y de infraestructura baja. No obstante la aridez presente en la mayor parte del territorio, contiene una rica diversidad ecológica y cultural. Cuenta con áreas silvestres protegidas: parques nacionales y reservas naturales. El agua es un bien carente en la zona árida de El Chaco siendo su vegetación un bosque denso, espinoso y de difícil acceso.
Las mediciones satelitales de Greenpeace en El Chaco (Argentina) reportan un aumento alarmante de la deforestación de sus bosques en los primeros seis meses de 2023. “Con esta proyección, es probable que lleguemos a 120.000 hectáreas a final de año. Una verdadera locura”, señala Paula Soneira, asesora de la ONG Aves Argentinas.
“La deforestación provoca desaparición de especies, cambio climático, inundaciones, sequías, desertificación, enfermedades. Así como desalojos forzosos de indígenas y campesinos, pérdida de alimentos, medicinas y maderas”, señala Giardini. Y agrega que “estamos ante una evidente emergencia climática y de biodiversidad que nos obliga a actuar en consecuencia. Es hora de terminar con la impunidad”.
Las investigaciones de Greenpeace resaltan un detalle que agrava la situación y es que desde noviembre de 2020 una medida cautelar prohíbe la tala de árboles en esa provincia del Chaco.
Luciano Olivares, subsecretario de Desarrollo Forestal de la provincia, responde comenta a Mongabay Latam que “se percibe un incremento de los índices de pérdida de bosques a partir del segundo semestre de 2021. Cuando las medidas judiciales interrumpieron la tramitación de permisos de cambio de uso de suelo”.
Jugosa recaudación por las sanciones
Ricardo Tiddi, físico, técnico en cartografía digital e integrante de la organización Somos Monte se refiere a la alta deforestación en el Chaco, Argentina. En su opinión “el gobierno decía tener controlados los desmontes ilegales que ya existían antes de la sentencia cautelar, entonces no se entiende por qué no puede controlar los actuales”.
Entretanto, Paula Soneira apunta directamente a los encargados de evitar la continuidad del trabajo de las grandes maquinarias que talan el bosque. “Chaco cuenta con vehículos, técnicos, oficinas y un sistema de alerta temprana. Si la fiscalización no funciona es porque el ministerio de Producción no está haciendo bien su tarea”, refiere.
Olivares, por su parte, justifica la labor institucional. “La recaudación por la aplicación de sanciones en el período de enero a mayo de 2023 registró 564 millones de pesos (alrededor de 1,5 millones de dólares). Esto es un 268 % mayor al promedio de los últimos diez años. Y alcanza, en solo cinco meses, a la recaudación total de 2022”.
Sin embargo, el informe 2022 del Sistema de Alerta Temprana de Deforestación (SAT) del Ministerio de Ambiente destaca que, en ese lapso, “no se obtuvo información sobre las sanciones. O acciones que tuvieron las provincias en aquellas situaciones no autorizadas” y que Chaco lideró la cantidad de alertas en el país con 2.905 en el año.
Más allá de ese aspecto punitivo-económico, el Ministerio de Ambiente anunció recientemente la puesta en marcha del Plan Nacional de Manejo de Bosques con Ganadería Integrada (MBGI). La propuesta busca sustituir lo que hasta ahora era el sistema silvopastoril. Es decir, combinar dentro de un mismo campo áreas de pastoreo, forraje y bosque.
Según Martín Mónaco, Director de Bosques de ese despacho, “en la región chaqueña claramente no han funcionado y acaba siendo un desmonte diferido”.
Debates y propuestas
Pero el MBGI ha sido bien recibido por los sectores ambientalistas. “Desde el punto de vista de las intenciones está bien”, comenta Giardini. “Hay que definirlo muy bien para no repetir la catástrofe que produjo el insostenible manejo de los silvopastoriles en el Chaco seco”, complementa Soneira.
“La ganadería puede ser una herramienta para abandonar la anticuada técnica de destrozar por completo un bosque primario para sembrar soja, maíz o lo que sea. Sobre todo si se ejecuta con criterio”, sostiene Tiddi.
“Chaco apuesta al MBGI para que vaya sustituyendo en forma gradual la práctica silvopastoril”, asegura Luciano Olivares, y Martín Mónaco cree que “la mirada está puesta en sostener los servicios ecosistémicos del bosque”.
Mientras discurre el Plan y los acuerdos se hacen difíciles entre ambientalistas, sectores productivos y autoridades provinciales, la deforestación continúa avanzando fuera de control en el Chaco, en el lado de Argentina.