«El mayor truco del diablo es hacernos creer que no existe«. La famosa frase del poeta francés Charles Baudelaire sirve para ilustrar cómo la incredulidad nos convierte en presa fácil de un enemigo astuto. Hay quienes piensan que eso es precisamente lo que la izquierda internacional está aprovechando. La víctima es Occidente y Estados Unidos el premio gordo. Su mayor aliado: que la gran mayoría de la gente piensa que la sola idea es absurda. Una conspiración socialista: ¿Un invento, igual que el diablo?
La idea puede sonar absurda. La izquierda internacional se une en una conspiración socialista para sembrarse en Estados Unidos. Tras la capitulación de la mayor potencia occidental, el resto del mundo caerá como un castillo de naipes. Billetes de un dólar con la cara de Lenin en lugar de la de Washington. Una Plaza Roja frente al Capitolio. Suena a una película hecha con las escenas de acción de Invasión USA, los diálogos de Amanecer rojo y la trama de Amerika. Pero en realidad es una manera simplificada de entender una lucha por la supremacía mundial que se remonta a los años de la Guerra Fría.
De hecho, si se analiza con cuidado, la Guerra Fría recibió ese nombre porque las superpotencias no se enfrentaron en un campo de batalla. Lo hicieron por medio de la propaganda, el espionaje, el contraespionaje, las operaciones encubiertas y alianzas internacionales. Del lado de Occidente, las conexiones iban desde Washington hasta Londres, y de allí al Vaticano. Mezcló a Reagan con Juan Pablo II, a los iraníes con la contra de Nicaragua. ¿Es ingenuo pensar que en el Este ocurrió algo similar? Y más aún, ¿todo terminó con el colapso de la URSS?
Cuán posible es que ocurra
Lo primero que hay que tener en cuenta para entender estas teorías es que se basan en algo que ya ha ocurrido en el pasado. Y no solo en la Guerra Fría. Estas prácticas no son exclusivas del socialismo o el comunismo.
Un buen ejemplo es la asunción del nacionalsocialismo en Alemania. Ante las atrocidades cometidas por Adolfo Hitler y sus secuaces, con frecuencia se olvida que los nazis llegan al poder con un importante respaldo popular. Incluso hubo judíos, comunistas y liberales que ayudaron al establecimiento del régimen que luego los llevó a las puertas del exterminio.
Y ese respaldo nació en buena parte gracias a que la ideología nazi comenzó a sembrarse en el terreno fértil que conformaban las mentes de los alemanes, seducidos por las promesas de reivindicar sus derechos tras las vergonzosas condiciones impuestas por la derrota en la Primera Guerra Mundial.
El antisemitismo no nació con el nazismo. Mucho antes de que Goebbels lanzara sus acusaciones incendiarias en contra de la comunidad judía, había teorías infundadas dirigidas a estigmatizar a este grupo religioso. El inefable libro Los protocolos de los sabios de Sion, nacido en la Rusia zarista, es un claro ejemplo.
Cómo llegar a Estados Unidos, a la Casa Blanca
La efectividad de estas armas propagandísticas se puso a prueba en la Guerra Fría. Hollywood fue un buen ejemplo. Rocky, Rambo el Maverick de Top Gun. Estos héroes de películas de acción mostraban que Occidente tenía no solo la superioridad bélica, sino también moral.
Los soviéticos hicieron una estrategia más discreta. Pero efectiva. Introdujeron en Occidente métodos para desestabilizar una nación utilizando la subversión ideológica. Utilizaron la propagación de desinformación en países extranjeros para promover la propaganda soviética.
El proceso toma tiempo y planificación. Esa es la razón por la cual todavía no se han visto sus efectos. Y sería parte del plan. Cuando Estados Unidos descubra la penetración será demasiado tarde.
La información de un ex agente de la KGB
Uno de los elementos que han resultado más perturbadores para quienes no dudan de la existencia de una conspiración socialista es que la información que la ha colocado al descubierto proviene de uno de los hombres encargados de ponerla en práctica.
Yuri Bezmenov, un ex informante de la KGB, expuso las operaciones de la Unión Soviética y su aparato comunista, para apoderarse de la conciencia de un país. La denuncia la hizo en una entrevista televisiva en Estados Unidos, país al que desertó. Las declaraciones se emitieron en 1984. ¿Una coincidencia?
El objetivo del plan es lograr que se produzca una subversión interna en el país «blanco». Pero la subversión solo puede tener éxito si la parte receptora está dispuesta a ser subvertida. Esto puede llevar mucho tiempo y esfuerzo. Alcanzar el objetivo requiere cumplir cuatro etapas. Con ellas la KGB se propuso derrocar gradualmente el sistema político estadounidense.
Primero la desmoralización
Lo primero que se debe en cuenta es que cuando una población acepta una sociedad establecida, -con su estructura de poder, leyes, religión y su forma de vida- es inútil intentar debilitar su determinación. El proceso es mucho más fácil cuando se emplea en la educación, para cultivar una generación de estudiantes, que están en la etapa de la formación de la personalidad.
En así como se lleva a cabo la etapa inicial, o de desmoralización. Puede tardar entre 15 y 20 años. Durante esta fase, los jóvenes son influenciados para que cuestionen la integridad de un país y levantar sospechas a través de la propaganda mediática y las aulas. La percepción toma el centro del escenario y los hechos pierden sentido.
Yuri Bezmenov reveló que la fase de «desmoralización» había sido completada en los años sesenta. La Unión Soviética se sorprendió por lo fácil que resultó su ejecución. En los años ochenta aquellos jóvenes ocupaban altos cargos en el gobierno, los medios de comunicación y en el sistema productivo.
Segundo, la desestabilización
Según el ex informante de la KGB, la desestabilización de un país, también conocida como el segundo paso, significaba alterar las relaciones exteriores, la economía y los sistemas de defensa. El proceso tarda de dos a cinco años en ejecutarse. Afirmó que el control marxista-leninista sobre el sector económico y de defensa estadounidense era «fantástico».
Luego la crisis y la normalización
Destacó que un país podría ser llevado a un estado de crisis, el tercer paso, en un período corto de seis semanas y citó el ejemplo de Centroamérica.
Junto con un cambio violento en la estructura de poder y la economía, se inicia la cuarta fase, la de normalización, que puede durar indefinidamente. La palabra normalización se deriva de la propaganda soviética que busca restar importancia a un cambio drástico en un país como un fenómeno normal. Sucederá en Estados Unidos si se promete a la gente todo tipo de beneficios y el paraíso en la Tierra, se desestabiliza su economía y se elimina el principio de la competencia de libre mercado.
La incredulidad
Las advertencias de Bezmenov podrían explicar algunos hechos recientes en Estados Unidos. Dado que falleció en 1993, a los 54 años, no se le puede preguntar su percepción de la actual coyuntura política. Pero sus revelaciones dan lugar para hacer análisis y proyecciones. Se crean o no sus afirmaciones, las estimaciones que presentó coinciden con el rumbo que han tomado las cosas en Estados Unidos, luego de la «subversión cultural» que había sufrido con los hippies, la guerra de Vietnam, y los festivales musicales a campo abierto y por varios días.
Que Bernie Sanders estuviera tan cerca de ser el candidato demócrata es una señal. Ahora su nombre suena como posible secretario de Trabajo en un eventual gobierno de Joe Biden. Por otro lado, está la presencia de Kamala Harris como vicepresidente. Ella y Sanders son conocidos como el «ala extrema» de los demócratas. Su presencia hará mucho peso en una gestión de Biden.
No solo en Estados Unidos
El ex espía reveló que el principal objetivo era Estados Unidos, pero no el único. En este sentido, el comunismo soviético dejó una larga seguidilla de éxitos en materia de influencia ideológica o conspiración socialista en el mundo libre. La crisis en América Latina, con el avance de la izquierda radical y el totalitarismo, incluso en países con larga tradición democrática y aliados históricos de los Estados Unidos (como Venezuela), sería una muestra del éxito del plan soviético.
Salir de la conspiración socialista
No obstante, el proceso es reversible. El ex agente soviético afirmó que una contraofensiva exitosa es posible, pero requiere, ante todo, que se reconozca la existencia de la amenaza. Es el mismo caso del alcohólico: debe aceptar que tiene un problema para poder superarlo.
Para sobreponerse a la conspiración socialista se requiere aglutinar a los sectores de la sociedad en los cuales no ha permeado la ideologización. Las últimas elecciones en Estados Unidos y la resistencia republicana dan una muestra de los recursos con los cuales se cuenta.
A modo de ejemplo, la etapa de desmoralización se apoya fuertemente en la educación. Las universidades son el principal bastión. No es de extrañar, entonces, que la mayor resistencia venga de los sectores sin educación superior (este grupo fue uno de los principales apoyos de Donald Trump en las elecciones de 2016 y 2020).
Entre estos grupos, la defensa de la cultura y las tradiciones estadounidenses constituyen una prioridad. Es allí donde, además, hay mayor predisposición a aceptar la existencia de una conspiración socialista. Solo quienes creen en el diablo se tomarán el tiempo de combatirlo.
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