La sociedad está hiperconectada con dispositivos cada vez más inteligentes que requieren miles de millones de datos por segundo almacenados en los voraces consumidores de agua y electricidad que son los Centros de Datos. Las alertas están activadas y las comunidades donde aspiran a instalarse están desarrollando una intensa relación de amor-odio.
La dependencia de internet entre las personas se ha disparado. La Agencia Internacional de Energía estima que el número de usuarios de internet se duplicó desde 2010 y sigue en ascenso. Nuevos servicios y tecnologías, como el streaming, cloud gaming, inteligencia artificial, machine learning y la realidad virtual, impulsan la expansión de la demanda.
Los centros de datos o Data Center, (‘cerebros’ de Internet) almacenan y procesan toda la información que demandan los dispositivos electrónicos cotidianos: desde teléfonos móviles hasta computadoras y tabletas. Es la data de miles de millones de usuarios. Para el año 2025, cada persona en el mundo desarrollado tendrá al menos una “interacción” con un centro de datos cada 18 segundos de su vida.
Manassas vs Data Center
La otra cara de ese crecimiento es la viven en carne propia los habitantes de Manassas, a tan solo 32 kilómetros de Washington DC, la capital de Estados Unidos. Un reporte de Sierra Club lo describe a Manassas como una región rural que ha mantenido su encanto natural por décadas.
Un plan de protección, aprobado por la Junta de Supervisores del Condado de Prince William en 1998, ha contenido la presión de los promotores inmobiliarios que han deseado construir en la zona desde centros comerciales a parques temáticos de Disney.
Ahora el idílico paisaje enfrenta una amenaza inesperada : la expansión de los centros de datos, que impulsadas el auge de las criptomoneda y la inteligencia artificial, ocupan 743.224,35 metros cuadrados en el condado. Si se construyen todos los centros propuestos, la cifra podría dispararse hasta las 8.000 hectáreas. La magnitud es asombrosa en un pueblo tan pequeño.
En una reunión celebrada en diciembre de 2023, la junta de supervisores aprobó el proyecto Digital Gateway, que se convertirá en el mayor campus de centros de datos del mundo. El coloso ocupará 850 hectáreas de antiguas tierras de cultivo. Su voraz apetito energético alarma.
La electricidad necesaria para alimentar la gigantesca instalación sería suficiente para abastecer 5 ciudades como Nueva York. Los centros de datos también consumen agua, hasta 5 millones de galones al día, tanto como una ciudad de 50.000 habitantes.
Doble amenaza y desafío Big Data
El proyecto Digital Gateway tendrá un doble impacto en el medioambiente. Como se encuentra cerca del Parque Nacional Manassas Battlefield destruye hábitats de fauna salvaje y socava los esfuerzos por descarbonizar la red eléctrica para 2050 y gran parte de la energía que requerirá provendrá de combustibles fósiles.
Los grupos ecologistas locales y nacionales han intensificado. Más de 25 organizaciones crearon la Coalición para la Reforma de los Centros de Datos de Virginia y exigen al gobierno estatal que intervenga para mitigar los impactos en la comunidad y los ecosistemas circundantes. El futuro de Manassas y su entorno natural está en grave peligro. Los defensores de la conservación luchan por preservar el ambiente pastoral.
El crecimiento desenfrenado de los centros de datos en el norte de Virginia ha convertido las bucólicas comunidades en paisajes industriales. Por la falta de regulación los gigantes tecnológicos se expanden, degraden el entorno y dañan la calidad de vida de los residentes. La directora de uso del suelo del Consejo Medioambiental del Piamonte, Julie Bolthouse, dice que enfrentan un desafío monumental: “Necesitamos una reforma estatal”.
El primer centro de datos de la región, construido por America Online en los años noventa, era modesto. Bolthouse dice que su integración en un parque de oficinas, tiendas y restaurantes lo hacía “deseable”. Tal percepción llevó a muchos condados a implementar las zonificaciones para los centros de datos. Una fórmula que facilitó la aprobación de solicitudes, si cumplían ciertas condiciones de altura y tamaño.
Ahora los escombros del campus de America Online están en medio del “callejón de los centros de datos, donde casi 300 instalaciones albergan el 70% del tráfico mundial de Internet.
Alimentar al monstruo con un lado oscuro
La coalición ambientalista exige un proceso de planificación más riguroso y transparente en los centros de datos en el norte de Virginia. Especialmente en el consumo de energía. Exigen que la industria asuma cubrir sus propias necesidades energéticas con fuentes renovables.
Los centros de datos tienen un lado oscuro: requieren millones de litros de agua al día para enfriarse. Si los centros de datos manejan aplicaciones de inteligencia artificial, la demanda de agua se dispara. Por cada 50 preguntas que responde ChatGPT, se necesita el equivalente a una botella de medio litro de agua. Algunos promotores han propuesto extraer aguas subterráneas y utilizarlas en sus sistemas de refrigeración. En Estados Unidos, alrededor del 20 % de los centros de datos dependen de cuencas hidrográficas, bajo estrés debido a la sequía.
Los defensores de los centros de datos argumentan que el agotamiento de los recursos naturales y la carga para los contribuyentes son un pequeño costo frente a los ingresos fiscales que generan y podrían destinarse a mejorar las escuelas públicas y modernizar infraestructuras. Las generosas exenciones fiscales y las leyes urbanísticas permitieron su construcción al lado de colegios, residencias de ancianos, urbanizaciones y hasta rodean el histórico cementerio afroamericano de Tippet’s Hill, con lápidas que datan de 1863.
Kyle Hart, uno de los líderes de la Coalición para la Reforma de los Centros de Datos, advierte sobre los peligros de depender demasiado de esos ingresos fiscales. «Cuando un condado se convierte en la capital mundial de los centros de datos, el presupuesto queda atrapado en un ciclo de dependencia de un monstruo tecnológico, que demanda cada vez más espacio y recursos», asentó
Costo ambiental oculto
Cuando se presentan los proyectos usualmente solo se mencionan los beneficios, muy poco los perjuicios. La recurrente obsolescencia de los equipos y reemplazo inevitable tiene consecuencias. Gran parte de los residuos electrónicos terminan en los vertederos, que implica contaminación ambiental. Filtración de materiales tóxicos en el suelo y en las aguas subterráneas. El mercurio, el cadmio, el berilio y el plomo afectan negativamente la y representan el 70% de los metales pesados en los vertederos.
Asimismo hay una contaminación menos evidente: la acústica. No se suele asociar el ruido con estas instalaciones, pero lo cierto es que la acumulación de miles de servidores crea una cacofonía y por esa razón los centros de datos suelen ubicarse en áreas remotas, lejos de zonas residenciales. Aunque se conoce poco sobre su impacto , hay estudios que sugieren que no es música para los oídos de los vecinos que suman a las quejas problemas de salud, estrés y trastornos del sueño
El ruido promedio en los centros de datos alcanzan los ensordecedores 92 dB (A) alrededor de las áreas de servidores y unos espeluznantes 96 dB (A) dentro de los racks de servidores. Un concierto de heavy metal puede alcanzar niveles deentre 80 dB y 120 dB. El ruido afecta la vida silvestre. Altera el comportamiento de los animales
Medias verdades
La imagen de los centros de datos como generadores de empleo es ilusoria. son altamente automatizados y requieren una fuerza laboral muy especializada. Los beneficios de la creación de empleo no se distribuyen equitativamente dentro de la comunidad. Los puestos disponibles a menudo exigen un nivel tan elevado de experiencia técnica que suelen ser ocupados por especialistas de otras regiones.
Otra desventaja es que, a pesar de su alto retorno de inversión, los centros de datos tienen una vida útil muy corta, de 15 a 20 años, aunque deja daños ambientales de muy largo plazo. A menudo los incentivos fiscales a las empresas tecnológicas para establecer centros de datos suelen eclipsar las contribuciones reales a las comunidades locales. El mercado global de centros de datos fue valorado en 190.000 millones de dólares hace unos años, se espera que supere los 500.000 millones de dólares para 2030. Si bien es un negocio atractivo para el sector inmobiliario, no lo es para las comunidades que afrontan la huella ambiental de los centros de datos.
Manassas no es la única, también Talavera de la Reina
Manassas no es la única localidad donde hay resistencia a la instalación de las monstruosas edificaciones tecnológicas. En Irlanda y los Países Bajos, el desarrollo de nuevos centros de datos han sido bloqueados. En regiones propensas a la sequía y con efectos del calentamiento global, alarma su voraz consumo de energía y agua. El futuro centro de datos de Meta en Talavera de la Reina, España, requerirá 665 millones de litros de agua al año, lo que equivale al consumo anual de una ciudad de 10.000 habitantes.
La relación entre los centros de datos y las comunidades locales es de amor-odio. Aunque contribuyen a la economía local y crean algunos puestos de trabajo, agotan los recursos locales, aumentan el ruido, provocan cambios en el uso del suelo y pueden dejar grandes estructuras abandonadas y residuos tóxicos.
Ante la dimensión del problema, Unión Europea se plantea dos estrategias. Una, promover el desarrollo de centros de datos ecológicos, limpios y económicos, como en Noruega. Otra, adelanta un proyecto para trasladarlos al espacio sideral. Se alimentarían de energía solar y el frío espacial evitaría el calentamiento de los equipos. Parece más fácil instalar centros de datos en el espacio que revertir la creciente dependencia digital la sociedad.