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Aunque no aparezca en las portadas de las noticias de cada día ha sido ampliamente comprobado que los niños absorben mucho más las radiaciones que los adultos. Un estudio publicado por el Journal of Microscopy and Ultrastructure[1] … los niños absorben más radiaciones que los adultos porque los tejidos de su cerebro es más absorbente, su cráneo es más delgado (y blando, NdR) y su tamaño relativo menor”.
Siendo las radiaciones no ionizantes posiblemente cancerígenas, como declaró en 2011 la International Agency for the Research on Cancer (IARC)[2], el riesgo de enfermarse de alguna enfermedad degenerativa es más elevado en los niños que en los adultos en igualdad de circunstancias.
Es evidente que la mayoría de las personas no tienen presente este poderoso riesgo para los niños. Existe la costumbre ampliamente difundida de dejar que los niños, hasta los de pocos años, se entretengan con cualquier tipo de pantalla: móviles, tabletas, portátiles. El niño suele requerir de muchas atenciones a lo largo de todo el día, pero si lo dejamos con un móvil es capaz de entretenerse horas tranquilo y permitir a los padres un descanso. ¿A qué precio?
El estudio advierte, además, que el tiempo medio entre la exposición inicial a las radiaciones y el diagnóstico de un cáncer puede ser de decenas de años. Por tanto, los tumores inducidos en los niños por estas tecnologías serán diagnosticadas cuando sean adultos.
Las radiaciones son mucho más dañinas para el feto. Si la madre embarazada hace un uso intensivo diario del móvil o vive en un ambiente con un nivel elevado de radiaciones (emitidas por WiFi, antenas, y otros aparatos inalámbricos), “la exposición puede degenerar la vaina protectora de mielina que rodea las neuronas del cerebro”.
Peligros biológicos y neurológicos de las radiaciones
A los daños biológicos que causa la tecnología inalámbrica hay que sumar los efectos neurológicos y de conducta por el abuso de pantallas de niños y jóvenes. En el artículo “Campos electromagnéticos, radiaciones por radiofrecuencia pulsada, y epigenética: como las tecnologías inalámbricas pueden afectar al desarrollo infantil”[3], publicado en la revista especializada Child Development, los autores indican que
“…nuevos estudios epigenéticos explican algunos cambios en el neurodesarrollo y el neurocomportamiento debidos a la exposición a las tecnologías inalámbricas. En numerosos estudios se han notificado síntomas de retraso en la memoria, el aprendizaje, la cognición, la atención y los problemas de comportamiento, que se manifiestan de forma similar en el autismo y los trastornos por déficit de atención e hiperactividad, como resultado de las exposiciones a CEM y RFR, a las que probablemente contribuyen tanto los impulsores epigenéticos como los daños genéticos (ADN)”.
El (ab)uso de tecnología inalámbrica en edad escolar reduce considerablemente el rendimiento académico, cuando no causa daños biológicos. Países como Francia, Bélgica y la India, entre otros, han aprobado leyes para normar el uso de aparatos móviles o WiFi en las escuelas. Asimismo, fomentan campañas que advierten del peligro de las radiaciones en los más jóvenes.
El perfil que cada día emerge más de estos aparatos es el adictivo entre los más jóvenes. Limitarles el uso es más difícil que prohibírselos totalmente, como muchos padres saben. Cada día más familias se suman a la prohibición completa del uso de pantallas a los más pequeños, sean de móvil, tabletas, aparatos de televisión o consolas
Los empleados y directivos de Silicon Valley, la meca de la tecnología, son los padres más severos en el uso de las nuevas tecnologías a sus hijos: no permiten el uso de pantalla entre los más jóvenes
Lo más sorprendente es que los padres más severos con respecto a estas limitaciones son los de Silicon Valley, la meca de la tecnología. Como lo anticipó el documental de Netflix The Social Dilemma[4], muchos empleados y directivos de la industria de la nueva tecnología se declaran críticos con el uso que se les da. La inteligencia artificial —unida con la cantidad de información que estos aparatos pueden recolectar sobre las costumbres, los gustos, las pasiones, las simpatías, las debilidades de los usuarios— posibilita que el contenido ofrecido esté diseñado a la medida, para que el usuario quede enganchado cuanto más tiempo posible a la pantalla con el fin de venderle productos, gustos o ideas.
¿Una nueva brecha digital?
Varios capitanes de la nueva tecnología han declarado una posición crítica sobre el uso de pantallas para los más jóvenes. Chris Anderson, ex director de Wired (notoria e influyente revista especializada en tecnología y su relación con la cultura, la educación y la economía) al principio creía que podría controlar el uso de las pantallas en sus cinco hijos, pero finalmente reconoció que estaba más allá de su control y llegaron las limitaciones: sin móvil hasta el verano anterior al bachillerato, ninguna pantalla en el dormitorio, control de contenidos a nivel de red doméstica, ningún acceso a redes sociales hasta cumplidos los 13 años, ninguna tableta permitida y estricto control horario de acceso a internet. Van a una escuela privada sin ordenadores o pizarras digitales.
Otro que tiene claro los riesgos de las pantallas en los más jóvenes es Tim Cook, director de Apple, que no deja que su sobrino use pantallas o se inscriba a redes sociales. Lo mismo Bill Gates, que ha prohibido el móvil a sus hijos hasta que fueran adolescentes, aunque Melinda Gates expresó que habría preferido esperar todavía más. Steve Jobs no dejaba a sus hijos acercarse a un iPad[5].
Sin embargo, en Silicon Valley la campaña en contra de las pantallas va aún más allá. A muchas niñeras se les pide por contrato que no usen nunca el móvil cuando estén cuidando a los hijos.
Un estudio de Common Sense Media, un organismo de control –sin ánimo de lucro– de los medios de comunicación, publicó un estudio que mostraba una brecha digital en el tiempo promedio delante de una pantalla [6]: los adolescentes de bajos ingresos gastan en promedio 8 horas y 7 minutos al día delante de una pantalla para entretenerse; sus coetáneos de mayor renta solo pasan 5 horas y 42 minutos.
La brecha digital también está presente en la educación. La escuela privada Waldorf de Silicon Valley, la más popular entre los directivos de las nuevas tecnologías, evita las nuevas tecnologías en la educación. En cambio, la escuela pública Hillview Middle School promociona su programa 1:1 iPad (un iPad por cada niño)
La brecha digital al revés se nota también en la educación. La escuela privada Waldorf de Silicon Valley, la más popular entre los directivos de las nuevas tecnologías, evita completamente las nuevas tecnologías en la educación[7]. Consideran que tanto tabletas, como portátiles y pizarras electrónicas pueden esperar. Los niños no lo necesitan para aprender y crecer sanos. En cambio, la escuela pública Hillview Middle School le hace propaganda a su programa 1:1 iPad (un iPad por cada niño)[8].
La brecha digital al revés no solo está presente en la educación y en la instrucción de los niños. A los ricos tampoco les gusta tener antenas 5G cerca de la casa. Desde enero de 2019, Palm Beach y otras localidades costeras has sido eximidas de instalar antenas 5G, por la ley federal estadounidense[9]. En Palm Beach, Florida, residen Bill Gates, Jeff Bezos y Donald Trump.
Para Silicon Valley y la elite mundial, la consigna sigue siendo la que escuchamos desde hace años: adelante con el despliegue rápido del 5G en todo el mundo. Pero no en su casa, su barrio y en la escuela de sus hijos.