La Tierra está atestada de desechos. Plásticos, alimentos elaborados, chatarras tecnológicas y miles de toneladas de ropas usadas van a parar a países convertidos en depósitos de esos despojos. Una técnica más sostenible y menos invasiva de territorios se está explorando para ayudar en el reciclaje de ropa usada a través de un proceso de disolución del poliéster, una de las fibras sintéticas más preferidas.
A nivel mundial, menos del 1% de los residuos textiles posconsumo se reciclan y la mayoría se incinera o termina en vertederos. Se estima que cada año, alrededor de 92 millones de toneladas de ropas desechadas, son agolpadas en gigantescos contenedores. Muchas son despachadas al desierto de Atamaca, en Chile o, a algunas regiones de África y Asia, para infortunio de sus ambientes y la salud de sus habitantes.
Estas ropas por lo general están elaboradas en un 70% con fibras sintéticas, con el poliéster representando un 54% del total. Le siguen las prendas de algodón que apenas constituyen un 22% de los textiles en el mundo.
Muchas prendas están confeccionadas con una mezcla de fibras naturales y sintéticas. Una vez que estas fibras se combinan, es difícil separarlas. Esto presenta un problema para el reciclaje, que a menudo requiere que los textiles se clasifiquen en categorías uniformes. De manera similar a como se clasifica el vidrio, el aluminio y el papel.
Un equipo de investigadores espera cambiar la acumulación de estas vestimentas en desuso mediante un proceso que descompone la ropa de mezcla de fibras en partes reutilizables y reciclables sin ninguna clasificación o separación previa. «Necesitamos una mejor manera de reciclar prendas que son complejas», señaló Erha Andini, ingeniera química de la Universidad de Delaware y autora principal de un estudio publicado en Science Advances.
Ideas sobre el reciclaje de ropa usada
¿Qué hacer para lograr un recicle óptimo de ropa usada, reducir sus volúmenes y darles utilidad nuevamente? Andini y su equipo explica lo que hicieron en el laboratorio. Utilizaron un solvente que rompe los enlaces químicos en la tela de poliéster y deja intactos el algodón, el nylon y el spandex. Para acelerar el proceso, la mezcla de fibras se colocó en etilenglicol y se calentó con energía de microondas y se añadió un catalizador de óxido de zinc.
Esto descompone el poliéster y el spandex en sus monómeros. Lo que permite la recuperación de dos componentes básicos: tereftalato de bis(2-hidroxietilo) (o BHET) del poliéster y 4,4-metilendianilina (o MDA) del spandex. El ácido fórmico restante disuelve el nylon y se puede recuperar por evaporación y separar del algodón restante.
El BHET del proceso podría polimerizarse nuevamente para producir poliéster. Mientras que el MDA, que se puede utilizar en tintes y adhesivos, también puede someterse a un tratamiento adicional y usarse para producir más spandex. El algodón y el nylon recuperados tenían una calidad reducida, aunque el segundo componente textil se puede utilizar para la confección de prendas de vestir.
Inclusive, el algodón recuperado podría usarse para fabricar ciertas fibras, como la viscosa, o mezclarse con algodón nuevo para mejorar la calidad.
La separación de los componentes de los residuos textiles ha sido “notoriamente difícil”, afirma Andini. «La idea es crear un proceso que pueda gestionar los residuos textiles mixtos tal como se encuentran en una caja de donaciones de Goodwill». Pero esta combinación redujo el tiempo de descomposición a 15 minutos, mientras que los métodos tradicionales de reciclaje de plástico tardan más de una hora.
Desafíos pendientes
Tras el proceso químico, el poliéster se descompone en BHET, un compuesto orgánico que en teoría puede convertirse nuevamente en poliéster. Si bien se han utilizado métodos similares para reciclar plástico preclasificado, esta es la primera vez que se utilizan para reciclar textiles de fibras mixtas sin necesidad de clasificarlos.
Además de acelerar el procedimiento, el uso de energía de microondas también reduce la huella de carbono al ser más rápida y utilizar menos energía, detalló Andini. Sin embargo, el proceso podría ser difícil de escalar, afirmó Bryan Vogt, ingeniero químico de la Universidad Penn State, que no participó en el estudio y consultado por MIT Technology Review.
Esto se debe a que el disolvente utilizado para descomponer el poliéster es caro y difícil de recuperar después de su uso. Además, según Andini, aunque el BHET se puede convertir fácilmente en ropa, no está tan claro qué hacer con las fibras sobrantes. El nylon podría ser especialmente complicado, ya que la tela se degrada significativamente mediante la técnica de reciclaje químico del equipo.
A pesar de la promesa que este método encierra para el futuro de los textiles sostenibles, aún quedan desafíos importantes. La ampliación del proceso tiene algunos obstáculos, como el alto costo que implica la recuperación del solvente y la eliminación o reciclaje de fibras sobrantes como el nylon. «Con suerte”, confió “una vez que podamos obtener componentes puros de cada pieza, podremos volver a transformarlos en hilo y hacer ropa otra vez».
Andini está desarrollando un plan de negocios para comercializar el proceso. En los próximos años, su objetivo es lanzar una startup que lleve la técnica de reciclaje de ropa usada del laboratorio al mundo real. Esto podría ser un paso importante hacia la reducción de las grandes cantidades de residuos textiles en los vertederos.