Todas las formas de vida dependen del océano. Es la pieza esencial que sostiene la salud mundial. Hace el planeta habitable a través de los servicios de ecosistemas vitales de producción de oxígeno y regulación del clima, a la vez que suministra alimentos, energía, minerales y recursos genéticos. Pero los océanos no se escapan de recibir desechos que menguan su salud, y más ahora con la pandemia del coronavirus. Mascarillas, guantes, botellas de alcohol, gel y desinfectantes son agregados a la contaminación que ya existía. Lo más alarmante de todo, es que parece no tener una solución cercana.
El catedrático de biología de la Universidad de Granada Pedro Sánchez Castillo incide en que un año después de la Cumbre del Clima (COP25) en Madrid, y con la protección oceánica en lo más alto de la agenda climática, apenas se ha avanzado en su defensa y preservación.
La protección de los océanos sigue siendo un reto lejano para el investigador. La compleja situación mundial ha impedido centrarse adecuadamente en los problemas del medio marino, de modo que los problemas que los atañen no aparecen en la listas para su pronta solución.
Los océanos, los más perjudicados por la pandemia
Los océanos son los receptores de todos los residuos generados por los equipos de protección individual (EPI) que se están generando. Unidos a los que habitualmente se vierten al mar lo han convertirlo en una enorme sopa de plástico, intragable y tóxica.
Las mascarillas y los guantes son necesarios, pero todo ese plástico termina en algún lugar, casi siempre en el mar. Los activistas ambientales temen que sea solo la punta de un iceberg que se avecina, y que la pandemia cause una serie de desafíos serios a los esfuerzos para reducir la contaminación por plástico.
El problema ha quedado en segundo plano durante una de las crisis de salud pública más importantes de los tiempos modernos. Desde El Campus de Excelencia Internacional del Mar, el profesor Sánchez ha presentado una serie de proyectos a la Junta de Andalucía, para tratar de abordar el problema. A su juicio, la gestión y reciclaje de los EPI se ha olvidado totalmente y es necesario dedicar tiempo y presupuesto en resolver estos problemas que podrían ser un interesante recurso de economía circular.
Más allá de la pandemia: la amenaza continúa
Las emisiones de dióxido de carbono (CO2) producidas por la actividad humana han aumentado de forma alarmante en las últimas décadas. Una cuarta parte la han absorbido los océanos y ha modificado la química del agua: le disminuyó el pH, un fenómeno conocido como acidificación.
El calor atrapado en la atmósfera a causa de los gases de efecto invernadero también aumenta la temperatura del agua del mar. Absorbe anualmente hasta un 90% y tendrá graves consecuencias en la biodiversidad y la producción marina.
Otro de los grandes desafíos de los océanos son las especies invasoras. Una de las primeras consecuencias del cambio climático en el medio marino. Cada costa de España tiene su particular especie invasora; peces, moluscos, crustáceos, algas pardas o algas verdes.
Para Sánchez es imprescindible que los gobiernos aborden la transposición de la directiva europea sobre aguas de lastre, uno de los principales focos de las especies invasoras. Mientras no se controle este tráfico de aguas, seguirán surgiendo multitud de especies invasoras y se empobrecerá la biodiversidad local.
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