Por Óscar Abou-Kassem Rubio
11/01/2015
- Puigdemont se dejará «la piel» por la independencia y contará con Artur Mas
- Junts pel Sí y la CUP apartan a Mas y hacen presidente a Carles Puigdemont
La leyenda de Sleepy Hollow, de Washington Irving, cuenta la historia de un jinete sin cabeza que cabalgaba todas las noches por un pequeño pueblo del estado de Nueva York en busca de ese preciado miembro de su anatomía arrancado en una batalla durante la Guerra de Independencia (1775-1783).
El proceso de independencia de Cataluña cortó el sábado su primera cabeza. Artur Mas se vio en el dilema de elegir entre una muerte política rápida, echándose a un lado, o una lenta convocando unas elecciones que su partido estaba destinado a perder.
A estas alturas, y tras ser humillado durante toda la negociación con la CUP, Mas optó por vender su decisión como un sacrificio por el bien del procés y esperar acontecimientos sin aclarar su papel en el mismo. La política a veces da segundas y terceras oportunidades. Bien lo sabe Mas, que vio pasar dos tripartitos antes de alcanzar la presidencia. También lo sabe Mariano Rajoy.
Si el proceso descarrila antes de asentar la figura de Carles Puigdemont, CDC podría volver a la figura de Mas. El president siempre será para sus fieles el hombre que plantó cara al Estado español, orquestó la consulta del 9N y comandó la coalición del Junts pel Sí. Pero ahora mismo queda como un triste jinete sin cabeza por el Parlament.
Choque institucional inevitable
El relanzamiento del procés por parte de las fuerzas independentistas se muestra imparable. El choque institucional es inevitable y sus consecuencias no tienen pinta de convencer a esos catalanes que se quieren ir de España de las bondades de tener un pasaporte español.
El alivio inicial que supuso el rechazo de la CUP a un Mas de president se transformó el sábado por la tarde en una tensión en las instituciones del Estado. El desafío ha pasado de gaseoso a sólido y ha pillado a los partidos nacionales por sorpresa. Enredados en las cuentas para montar un pacto de Gobierno, o de investidura en su versión más realista, nadie ha dado una respuesta que permita volver al diálogo.
La urgencia por formar Gobierno se acelera. La necesidad de soluciones inteligentes e inclusivas se ha multiplicado. Las encuestas y las elecciones del 27S dicen que un 52% de los catalanes no apoya la ruta hacia la independencia. Si todavía se está ganando el partido, ¿por qué abandonarlo?