Hace diez años un informe científico cambió la forma de percibir, cuantificar e incluso imaginar los daños del calentamiento global. El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) anticipó lo que sucedería si el mundo no atajaba a tiempo las alteraciones del clima. En 2022 muchas de sus advertencias se han cumplido. La agencia meteorológica hace un nuevo y dramático llamado: “caminamos en la dirección equivocada. Las concentraciones de gases de efecto invernadero siguen creciendo y alcanzando nuevos máximos”.
En 2012 advirtió sobre eventos extremos, desastres y cambio climático: “Un clima cambiante conduce a modificaciones en la frecuencia, intensidad, la extensión espacial. Así como en la duración y el momento de los fenómenos meteorológicos y hacerlos extremos, sin precedentes”.
Dijo entonces que habría más olas de calor, empeoramiento de las sequías. Aumento de los aguaceros que provocarían inundaciones y ciclones tropicales más fuertes y húmedos.
“El informe fue clarividente”, dijo el coautor del texto Michael Oppenheimer. “El informe era exactamente lo que debería hacer un informe climático: advertirnos sobre el futuro a tiempo para que nos adaptemos antes de que suceda lo peor. Y el mundo procedió a hacer lo que suele hacer. Algunas personas y gobiernos escucharon, otros no. Creo que la triste lección es que el daño tiene que ocurrir muy cerca de casa o de lo contrario nadie presta atención”, agregó el científico climático de la Universidad de Princeton.
En EE UU la cantidad de desastres meteorológicos que costaron al menos $ 1 mil millones en daños, ajustados por inflación, dio un salto. Pasó de un promedio de 8,4 por año en la década anterior a la publicación del informe, a 14,3 un año después de su publicación, según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica.
El cambio del clima que el IPCC anticipó
La Organización Meteorológica Mundial señaló, al igual que el IPCC, la gran distancia que hay entre las aspiraciones y la realidad del clima.
Alertó que, de no adaptarse correctivos “mucho más ambiciosos”, las consecuencias “físicas y socioeconómicas” del cambio climático “serán cada vez más devastadoras”. La agencia de Naciones Unidas manifestó que con desastres meteorológicos que cuestan 200 millones de dólares al día, el mundo “va en la dirección equivocada”.
La OMM precisó en un nuevo informe «Unidos en la Ciencia 2022» que las concentraciones de gases de efecto invernadero continúan creciendo y alcanzando nuevos máximos. El descenso temporal de los índices de emisión de los combustibles fósiles que se produjo durante los confinamientos por la COVID-19, fueron un espejismo. Actualmente superan los niveles previos a la pandemia.
Las ciudades, que albergan el 55% de la población mundial, es decir, 4200 millones de personas, generan hasta el 70% de las emisiones causadas por el hombre. Al tiempo que son muy vulnerables a los efectos del cambio climático, como el aumento de las precipitaciones intensas, la elevación acelerada del nivel del mar. Las crecidas costeras agudas y crónicas y el calor extremo, entre otros riesgos importantes.
La entidad también estimó que es muy probable que las ciudades y asentamientos costeros de baja altitud, como Bangkok (Tailandia), Houston (Estados Unidos) y Venecia (Italia) sufran inundaciones costeras más frecuentes y extensas. Como consecuencia del aumento del nivel del mar, las mareas meteorológicas y la subsidencia
Alrededor del 90% del calor acumulado en el sistema de la Tierra se encuentra almacenado en el océano. El contenido de calor oceánico correspondiente al período 2018-2022 fue más elevado que el de cualquier otro quinquenio. Según la OMM los índices de calentamiento del océano experimentaron un aumento especialmente pronunciado en los dos últimos decenios.
Bajo el agua se dimensiona el caos climático
Tras su regreso de Pakistán donde presenció una “pérdida devastadora de vidas”, “enorme sufrimiento” y “enormes daños a las infraestructuras” por las torrenciales lluvias, el Secretario General de la ONU vislumbra “un futuro de omnipresente caos climático de una magnitud inimaginable”.
Antonio Guterres contó que la situación que vive Pakistán es un claro reflejo de la insuficiente respuesta mundial a una crisis climática que acaban pagando los más vulnerables del mundo. Como el Cuerno de África, el Sahel, las pequeñas islas o los países menos desarrollados, por “décadas de intransigencia de los grandes emisores de gases contaminantes.
“Los países del G20 son los responsables del 80% de las emisiones. También están sufriendo el impacto de sequías, incendios e inundaciones sin precedentes, pero la acción climática parece estar estancada. Si un tercio de los países del G20 estuviera hoy bajo el agua, como podría ocurrir mañana, quizás les resultaría más fácil acordar recortes drásticos de las emisiones”, reflexionó.
Como remedio a esta situación, Guterres propuso que todos los países, liderados por los del G-20, impulsen sus objetivos nacionales de reducción de emisiones contaminantes. Hasta limitar el aumento de la temperatura mundial a 1,5ºC y que al menos la mitad de las inversiones dedicadas al clima deberían destinarse a adaptación y resiliencia.