Cuando parece que el Gobierno de China no puede ir más allá en su programa de opresión sistemática contra las minorías étnicas y religiosas, aparecen otros datos y más evidencias que dan fe de hasta dónde son capaces de llegar el régimen marxista-capitalista. Apenas un día después de que se diera a conocer información acerca de las dimensiones de los campos de concentración y trabajo forzado en la región de Xinjiang, de mayoría musulmana, surge otra prueba de la destrucción de miles de mezquitas.
En los últimos tres años se han destruido, dañado o borrado alrededor de 16.000 mezquitas en Xinjiang. Ahora su número es el menor que se haya registrado en cualquier otro momento en esa región desde la Revolución Cultural que impulsó Mao para destruir la herencia de la civilización china..
Estas revelaciones están contenidas en un amplio proyecto de datos del Instituto Australiano de Política Estratégica, un centro de investigación cuenta con el apoyo de Camberra. El análisis de imágenes satelitales e informes sobre el terreno determinó la construcción extensa y continua de campos de detención, y la destrucción de sitios tanto culturales como religiosos en la región noroccidental del país asiático.
Desmienten al Gobierno de China
El Gobierno de China ha dicho que hay más de 24.000 mezquitas en Xinjiang. También asegura que está comprometido a proteger y respetar las creencias religiosas. Pero los hallazgos desmienten las afirmaciones de los líderes del Partido Comunista de China. El informe de ASPI estima que menos de 15.000 mezquitas permanecían en pie. Con el agravante de que más de la mitad están dañadas hasta cierto punto. “Este es el número más bajo desde la Revolución Cultural, cuando quedaban menos de 3.000 mezquitas”, dice el estudio.
Alrededor de dos tercios de las mezquitas de la zona se encuentran afectadas. Cerca del 60% de los sitios culturales protegidos sufrieron daños o destrucción. En este número está incluida la destrucción total del santuario de Ordam Mazar, un ancestral sitio de peregrinación que data del siglo X.
Destrucción total o parcial
Desde 2017 se calcula que el 30% de las mezquitas han sido demolidas. Otro 30% ha sido dañado de alguna manera. Estos números comprenden la eliminación de elementos arquitectónicos como minaretes o cúpulas. La mayoría de los sitios permanecen como lotes vacíos. Mientras tanto, otros se convirtieron en carreteras y aparcamientos o se transformaron para darles uso agrícola.
Algunas edificaciones fueron arrasadas y reconstruidas a una fracción de su tamaño anterior. Tal es el caso de la Gran Mezquita de Kashgar, construida en 1540. A esta edificación las autoridades chinas le habían otorgado el segundo nivel más alto de protección histórica.
Cuidando el turismo
Las áreas que recibieron una gran cantidad de turistas, incluyendo a la capital, Urumqi, y la ciudad de Kashgar, fueron valores atípicos, con poca destrucción reportada. Pero los informes de los visitantes de las ciudades sugirieron que la mayoría de las mezquitas estaban cerradas con candado o se le había dado otro uso.
El estudio compara imágenes de satélite recientes con las coordenadas precisas de más de 900 sitios religiosos registrados oficialmente antes de la represión de 2017. Luego utilizó una metodología basada en muestras para hacer «estimaciones estadísticamente sólidas» con referencias cruzadas con datos del censo.
Violaciones sistemáticas de los derechos humanos
Pekín se ha enfrentado a acusaciones constantes respaldadas por pruebas cada vez ás firmes, de abusos masivos de derechos humanos en Xinjiang. Las denuncias abarcan el internamiento de más de un millón de uigures y musulmanes turcos en campos de detención. Inicialmente, el Gobierno de China negó la existencia de estos centros. Luego afirmó que eran «centros educativos».
Los campamentos y otras acusaciones de abuso, trabajo forzoso, esterilización forzada de mujeres, vigilancia masiva y restricciones a las creencias religiosas y culturales han sido consideradas como genocidio cultural. Pekín niega enérgicamente las acusaciones. Dice que sus políticas en Xinjiang son para combatir el terrorismo y el extremismo religioso. Asegura que sus programas laborales son para aliviar la pobreza y no son forzados.
“Además de otros esfuerzos coercitivos para cambiar la vida social y cultural de los uigures transformando o eliminando el idioma, la música, los hogares e incluso las dietas de los uigures, las políticas del Gobierno chino están borrando y afectando activamente elementos clave de su patrimonio cultural tangible», dice el informe
Las intervenciones en las culturas y comunidades étnicas minoritarias han aumentado bajo el liderazgo de Xi Jinping. En las últimas semanas se informó que las autoridades también han ampliado enormemente un programa de trabajo forzoso en el Tíbet y políticas para reducir el uso del idioma mongol en Mongolia Interior. La terminología gubernamental habla con frecuencia de la necesidad de transformar el “pensamiento hacia atrás” de los grupos culturales objetivo.
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