Aproximadamente 32 millones de personas en el mundo son ciegas. Entre 2 y 4 millones de ellas deben su condición a la pérdida de células sensibles a la luz en sus retinas. Lograr la capacidad de que las personas con esta condición vuelvan a ver parecería un milagro, pero la ciencia y la tecnología van a pasos agigantados. Un equipo de investigadores en Suiza han desarrollado un nuevo tipo de implante retinal que da visión de 46 grados y una resolución mucho mayor.
Actualmente, el tratamiento más prometedor para este tipo de ceguera es un implante protésico retinal. Sin embargo, estos solo consiguen 20 grados de campo visual y es necesario al menos unos 40 grados para llevar una vida «normal». Ante esto, el equipo de Diego Ghezzi y Laura Ferlauto, de la Escuela Politécnica Federal de Lausana diseñaron el nuevo implante para personas que se han quedado ciegas por la pérdida de células fotorreceptoras en sus retinas.
Los autores exponen los detalles técnicos del dispositivo en la revista académica Nature Communications, bajo el título “Diseño y validación de una prótesis epirretiniana de campo amplio plegable y fotovoltaica”. El nuevo invento restablece parcialmente su campo visual y puede mejorar significativamente su calidad de vida.
Innovando con un implante inalámbrico
Desde 2015 los investigadores llevan desarrollando un implante retinal que funciona con lentes inteligentes equipados con una cámara y un microordenador. En marzo de este año finalmente consiguieron que su implante retinal fuera inalámbrico. La cámara incrustada en los lentes captura imágenes en el campo de visión del usuario y envía los datos a una microcomputadora colocada en un extremo de las gafas. La microcomputadora convierte los datos en señales eléctricas, que se transmiten a los electrodos del implante de retina.
Los electrodos estimulan la retina para que el usuario vea una versión simplificada en blanco y negro de la imagen. Esta versión simplificada está formada por puntos de luz que aparecen cuando se estimulan las células de la retina. Sin embargo, los usuarios deben aprender a interpretar los muchos puntos de luz para distinguir formas y objetos.
A la espera de pruebas en humanos
El prototipo demostró no ser tóxico en su primera fase de pruebas. Además de aumentar con éxito el campo visual (hasta unos 46 grados) y una mayor agudeza visual. Pero para que se apruebe, los investigadores deben seguir investigando y desarrollándolo. El implante retinal aún debe pasar por ensayos en vivo para estudiar otros factores, como el comportamiento de los píxeles y la duración de la vida útil del implante.
Para el equipo lo más importante es la seguridad del paciente. No desean crear falsas expectativas, quieren que las mismas personas lo prueben y saquen sus propias conclusiones de si les funciona o no. Además, tendrán que asumir todos los riesgos de un implante invasivo.
«Todavía no estamos autorizados para implantar nuestro dispositivo en pacientes humanos, ya que obtener la aprobación médica lleva mucho tiempo. Pero hemos creado un proceso para probarlo virtualmente, una especie de solución alternativa que puede simular lo que verían los pacientes con los implantes», dice Ghezzi.
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