Jose Mateos Mariscal
La excanciller Merkel corroboró que existe una motivación «ultraderechista», «racista» y de «odio a personas de otro origen». «El racismo es veneno. El odio es un veneno que existe en nuestra sociedad y es culpable de muchos crímenes», advirtió Merkel.
En Alemania se han sucedido atentados xenófobos en los últimos años mientras arraiga, en un sector de la población, el discurso de rechazo a los extranjeros. En España no parece existir un fanatismo violento comparable al alemán, pero sí hay expresiones y manifestaciones racistas, algunas de ellas respaldadas por fuerzas parlamentarias.
Por prudencia, y con el mayor respeto a la libertad de expresión, hay que prevenir y perseguir con rigor los delitos de odio, que pueden ser antesala de inaceptables y dramáticas conductas como lo que sucede en el corazón de Europa.
Qué fue de aquellos jóvenes que llegaron a Alemania
El clima de acogida tampoco era muy prometedor en Alemania. Hoy, que muchos jóvenes españoles son emigrantes y se habla de fuga de celebros, nos preguntamos sobre qué fue de los jóvenes que llegaron a Alemania en busca de un futuro mejor.
Sara Rodríguez Martin lleva 18 años en Alemania y ha vivido en varias ciudades: Wuppertal, Colonia. Emigró a Alemania desde España. Primero lo hizo su madre y un año después ella emprendió el mismo camino. Su primer destino fue Alemania.Lo hizo con su padrastro en un vuelo con escala para reunirse con su madre, quien había llegado a territorio suizo desde España, para conseguir un trabajo.
Su travesía la motivó la imposibilidad de conseguir papeles en Suiza. Fue un viaje largo de España a Suiza y, despues de meses, a Alemania en bus, entre mantas y comida en tuppers.Con el tiempo aprendió que la decisión de su madre de emigrar no era un capricho. Partía de la más absoluta necesidad e incomprensión de quienes larodeaban. Por un lado, la falta de apoyo familiar y social; y por otro, los problemas económicos y sociales que atravesaba España. Desahucio tras desahucio.Nuestros tres protagonistas, siendo unos niños, llegaron a Alemania desde España para reencontrarse con su familia.
Leandro Mateos tenía diez años y su hermana Yhasmin Mateos doce. “Fue una decisión de mis padres. Ellos pagaron a una azafata para que nos acompañara en todo el camino a Alemania. No era un vuelo directo. Teníamos que hacer escalas en Holanda. Fueron ocho horas de vuelo.
Entre la integración y el desarraigo, ¿quién eres cuando no eres de aquí ni de allá?
Mudanzas, nuevas ciudades, encuentros y despedidas con amigos y familiares han marcado la vida de Sara Rodríguez: “Cuando eres una migrante en situación irregular, como fuimos nosotros durante muchos años, tienes que recurrir a mucha creatividad para no quedarte sin trabajo y oportunidades.
Hoy Sara Rodríguez es fotógrafa, feminista y activista por los derechos humanos. La inestabilidad que vivió en su infancia y adolescencia hizo de ella una persona un poco insegura, que sentía lo efímero constantemente y que trataba de encajar donde fuera rehusando de sus rasgos de española.
Admite que sus experiencias han hecho que su identidad sea una especie de híbrido entre lo de aquí y lo de allá. A diferencia de Leandro Mateos, que pese a lo malo” volvería a emigrar y de Yhasmin Mateos, que cree que lo positivo supera lo negativo, Sara Rodríguez no lo tiene tan claro.
“Navego en contradicciones por mi identidad híbrida y por el miedo de que mi futuro sea tan incierto en Alemania como lo fue en España. Pienso en migrar a otros lugares, pero considero que siempre está esa sensación de vacío. Volver a empezar en el país de destino de la nada».
De los bulos sobre inmigrantes a la xenofobia
Desgraciadamente, no son pocos los comentarios xenófobos en Alemania que nuestros protagonistas han escuchado “nos quitan el trabajo”, “el número de inmigrantes es excesivo, son unos vagos y viven de las ayudas sociales, no respetan las costumbres de Alemania” o “incrementan la violencia machista”.
Para Leandro Mateos otro de los bulos recurrentes es la acusación infundada de que los inmigrantes colapsan los centros de salud en Alemania: “Si te pones a analizar en general a los migrantes que vivimos en Alemania, se puede ver que la mayoría somos jóvenes, no gente mayor que necesite muchos cuidados”. Para Sara Rodríguez muchas de estas mentiras son ridículas. Se refiere al comentario sin fundamento que señala que los inmigrantes reciben más ayudas que los alemanes y que se niegan a trabajar.
Un bulo que recoge todos los clichés sobre la inmigración española en Alemania. Asume que por ser migrante tienes derecho a estar en este país para que aportes algo o produzcas. Esta visión redunda en la emoción, el miedo y la desconfianza hacia el otro. “Estos vagos que viven a costa nuestra”, repiten.
No obstante, a diferencia de otros países europeos, esta xenofobia no parece triunfar como discurso político. Tropieza con una fuerte resistencia. Las cifras desmienten la creencia xenófoba. Por ejemplo, según los datos de las ayudas autonómicas al alquiler de viviendas, entre 2019 y 2020, solo el 30% de las personas beneficiadas eran extranjeros. Aún en el caso de que existan comunidades en Alemania donde esa cifra pudiera ser más alta, ¿cuál es el problema?
Los criterios para establecer las ayudas se justifican en la objetividad y no debería sorprender el hecho de que hay personas inmigrantes que tienen unas condiciones socioeconómicas más bajas. Sin embargo, para la turba racista es mucho más fácil señalar al otro como problema y culpabilizarlo que poner la atención en los recortes en sanidad, educación y servicios sociales que el Gobierno ha realizado en los últimos años.
Estereotipos racistas entre los más pequeños
Como española, Sara también ha tenido que hacer frente a una infinidad de estereotipos que aludían a la narcocultura: “Recuerdo que en un colegio de Wuppettal me llamaban cocainómana por ser española y me encerraban en el baño, golpeando las puertas y al grito de rata inmigrante. Fueron años complicados. Volvía a casa llena de golpes. Me tiraban las piedras a la salida. Les decía a las profesoras sobre lo ocurrido y lo consideraban un juego de niño. No aceptaban que se debía a la condición de migrante.
Leandro Mateos también comenta que esa xenofobia fue evidente desde la niñez. Sus compañeros de clase se referían a él como “marrano”, “feo” o “raro”. Estos comentarios (y otros más desagradables) empezaron a afectarle a la llegada de la adolescencia: “Me sentía muy solo muchas veces. Con el paso del tiempo, adquirí una actitud más pasiva, decía a todo que sí y acabé siendo muy poco yo”.
En lo que respecta a Yhasmin Mateos, no se muerde la lengua y cataloga de deshumanizadoras las políticas del vicepresidente alemán ante la crisis humanitaria de los refugiados. “¿Cómo es que no lo vimos antes? La izquierda ha devenido en un foco de inacción que aviva estos movimiento y políticas”, reflexiona.