Por Efe
19/04/2016
Al menos 28 personas han muerto y otras 327 han resultado heridas este martes en un atentado suicida de los talibanes en una zona de alta seguridad de Kabul, donde se ha producido un enfrentamiento entre tropas afganas e insurgentes, según han informado fuentes oficiales. La mayoría de muertos «son civiles, incluidos mujeres y niños» y de los 327 heridos, solo 180 permanecen hospitalizados, según ha explicado el jefe de la Policía de Kabul, Abdul Rahman Rahimi, en una rueda de prensa.
Rahimi ha asegurado que en el ataque han participado dos insurgentes; uno murió al detonar los explosivos colocados en un pequeño camión, mientras que el segundo ha fallecido media hora después por disparos de las fuerzas de seguridad. El camión ha explotado en una zona de aparcamientos donde hay tiendas de reparación de vehículos y que está pared con pared con las instalaciones de una unidad de las fuerzas de seguridad encargada de la custodia de oficiales de alto rango, explicó el jefe policial.
El ataque ha tenido lugar a primera hora de la mañana, según ha detallado por su parte el jefe del Departamento de Emergencias del Ministerio de Interior, Homayoon Aini, que ha informado de que el objetivo eran los servicios de inteligencia afgano, el Directorio Nacional de Seguridad de Afganistán (NDS).
El presidente afgano, Ashraf Ghani, ha confirmado el ataque «terrorista» y ha asegurado que el atentado con bomba «muestra claramente la derrota del enemigo en los enfrentamientos cuerpo a cuerpo».
El portavoz de los talibanes, Zabihullah Mujahid, ha reivindicado a través de Twitter la autoría del atentado con bomba y ha revelado que tras la explosión un número indeterminado de insurgentes penetraron en la sucursal de los servicios de inteligencia.
«El tiroteo continúa, hemos impuesto un largo número de bajas al enemigo», sentenció el portavoz de los talibanes. Este atentado en Kabul se produce después de que la semana pasada los insurgentes anunciaran el comienzo de la ofensiva de primavera, lo que supone un aumento de sus ataques, a lo que siguió el anuncio del Gobierno afgano de un plan de cinco años para combatir a los insurgentes.