Por Marwan
25/04/2016
n estos tiempos de producciones enlatadas y productos diseñados para satisfacer a la masa, emerge este disco para desafiar. Toda una obra de orfebrería musical, el mejor que he escuchado en años. El último hombre en la tierra es la culminación de una madurez personal y musical superiores. Puede parecer exagerado, pero a lo largo de todo el disco da la sensación de que no falta ni sobra nada, de que han ido vaciando de letra e instrumentación las canciones hasta liberarlas de todo lo superfluo, y eso sólo lo consigue un maestro con una buena dirección musical. No es un disco, sino un acto heroico. Sus deliciosos arreglos sinfónicos, sus letras maravillosas, sencillas, profundas, increíblemente evocadoras, sus temas variados y su belleza generalizada, lo convierten en un lujo para el oyente.
La mitad de sus canciones superan los cinco de duración y da igual, cada tema va progresando a través de los arreglos por varios paisajes, haciendo que, según avanzan, vayas descubriendo nuevos horizontes, recordándote por qué te gusta tanto la música. Es por discos como éste. En estos tiempos en que la velocidad no permite (o al menos eso parece) que se fabriquen clásicos, Coque nos invita a mirar el paisaje para llevarte a un sitio en el que hace mucho que no estabas.
La señal abre el disco con un minuto instrumental para hablar de un hombre perdido que busca redención en la pareja que perdió. Le siguen canciones como Santo, santo, una plegaria en la que el autor ruega por un cambio de rumbo. Posteriormente, Lo hago por ti, una declaración de mejora personal. Destaca El último hombre en la tierra, una intimista nana de aromas franceses que se transforma en una hermosa música festiva. Tras ella, Cachorro de León recordando a Van Morrison. Y después, Me dejó marchar, la joya de la corona, con unos arreglos que recuerdan a Richard Hawley y al mejor Sinatra. Antes de acabar, hay que hablar de El cambio interior, aguda descripción de la crisis económica y de valores. El resto os lo dejo para vosotros. Disfrutadlo.