Desde el inicio del brote de coronavius, las residencias de ancianos se convirtieron en uno de los principales focos de la pandemia. El personal de estos centros se vio sobrepasado, sin recursos para la atención médica. La tendencia se ha mantenido desde entonces, y los residentes en estos centros encabezan la lista de víctimas mortales. Prácticamente tres de cada cuatro fallecidos a causa de la COVID-19 pertenecen a este colectivo.
A la fecha, el número de fallecidos por coronavirus en España alcanza los 28.324. De ese total de víctimas, 19.553 son ancianos que vivían en residencias. Esto supone un 69,03%. La cifra, según refiere un análisis del diario La Vanguardia, coloca a nuestro país por encima del resto de los estados miembros de la Comunidad Europea.
En el caso de Francia, por ejemplo, la cifra ronda el 50%. En Bélgica se ubica en un 55%. Mientras, en Portugal los ancianos fallecidos representan un 40%.
La mayor parte de los fallecidos en residencias de ancianos se concentran en dos comunidades. Madrid, con un 30% del total, y Cataluña, que acumula un 20% de los fallecidos.
Población en riesgo
Desde el inicio de la epidemia del coronavirus, se comprobó que el grupo de edad más vulnerable son los adultos mayores. Estos enfrentan un mayor riesgo por su inmunidad reducida. También porque poseen una mayor probabilidad de padecer de enfermedades crónicas/comorbilidades. Entre estas están la diabetes, el cáncer o la hipertensión.
En caso de contraer el virus, la probabilidad de sufrir complicaciones severas e incluso la muerte es considerable. En esta situación, las residencias para adultos mayores representan un foco de contagios potenciales muy peligroso.
Un artículo publicado en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos de América (PNAS) destaca que la estructura demográfica de una población es clave para comprender cómo se desarrollará la enfermedad, cómo será su intensidad y qué medidas se deben tomar para disminuir su impacto.
El envejecimiento de la población es más característico en los países más ricos. En teoría, esto podría incrementar el impacto de la pandemia en estas naciones. Ese es el caso de Europa y los Estados Unidos.
Sin embargo, el estudio determinó que hay otros factores que influyen en las tasas de morbilidad y de mortalidad de la enfermedad. De hecho, los países en desarrollo o subdesarrollados, con estructuras de edad más jóvenes, deberían sufrir un impacto menor. Sin embargo, en algunas de estas naciones esto no sucede.
La mayor incidencia y severidad puede estar también relacionada con una mayor concentración de esta población en lugares con condiciones desfavorecidas y el acceso precario a los servicios de salud.
Madrid sufre el mayor impacto
Desde que comenzó la pandemia, las residencias Comunidad de Madrid suman 5.985 fallecidos con coronavirus, lo que supone el 30,61% de los decesos.
Los fallecidos con coronavirus en residencias de Cataluña desde el 15 de marzo se elevan a 4.091, lo que supone el 20,92 %.
En Castilla y León, han muerto por coronavirus o afecciones relacionadas con la enfermedad 2.595 personas en centros públicos y privados, según datos de la Junta de Castilla y León. Esto sería un 13,27% del total nacional
En Castilla-La Mancha, se ha registrado la muerte de 2.492 usuarios de residencias de mayores con coronavirus, entre casos confirmados y personas sospechosas de estar contagiadas. Esto sería un 12,74% del total de fallecido e España en residencias de mayores.
En la Comunidad Valenciana han fallecido 556 personas con coronavirus en residencias, que representan un 2,84% del total.
Un cuidado especial
Estas cifras son un recordatorio del riesgo que corren la personas de más de 65 años frente a la propagación de la COVID-19.
Hoy más que nunca se necesitan trabajadores en el área del cuidado que estén preparados para apoyar a los adultos mayores a realizar actividades básicas como alimentarse y bañarse. También a ayudarlos con tareas como hacer sus compras, seguir sus planes de tratamiento, tomar medicamentos, hacer ejercicios de terapia física, además de darles apoyo emocional.
Se necesita información detallada sobre cómo minimizar las probabilidades de contagio en los adultos mayores independientemente de donde o con quién vivan. También información sobre cómo actuar ante casos de personas mayores contagiadas que esté disponible para los adultos mayores, para sus cuidadores en el hogar y para proveedores de servicios en residencias y centros de día.
Resulta imperioso que los países adapten y amplíen su oferta de servicios de cuidados, especialmente en el hogar. Esto ayudaría a minimizar la exposición y evitar recurrir al sistema sanitario.
Lea también: